-¡Malum!-murmuró en latín entre dientes.
Algo malo realmente. Mew parecía más irritado que enfadado, y sabía que no iba a ser violento con él.
Sin embargo, su franqueza, sin ser matizada por cualquier cortesía, resultaba inquietante. ¿Esa clase de honestidad era un rasgo característico de un Dom?
¿No sería ese un tema de investigación interesante?
Cuando Mew hizo un ruido amenazador, Gulf volvió a centrar su atención y se subió rápidamente en la mesa.
El tapizado acolchado que había bajo la sabana era de cuero negro, como una versión siniestra y más ancha de la camilla de examen de un médico. Las correas colgando y los anillas en forma de D insertadas en la mesa, no aliviaron sus inseguridades en absoluto.
-Túmbate de espaldas -le ordenó al tiempo que un sumiso le entregaba su bolsa de cuero.
Demasiado inseguro para obedecer, Gulf miró fijamente la bolsa.Le aterraba lo que pudiera haber dentro. Entonces escuchó un grito proveniente del otro lado de la sala, echó un vistazo hacia el lugar que había estado observando antes y...
Unas firmes y fuertes manos se cerraron en sus hombros, y Mew lo tumbó de espaldas sobre la superficie acolchada.
-No es que seas deliberadamente desobediente Gulf, pero te distraes con demasiada facilidad. -Sus labios casi sonrieron-. Destrozarás el frágil ego de un Amo si no le prestas atención.
Así que Mew tenía sentido del humor. No era evidente, pero estaba ahí, escondido. Y resultaba muy atrayente.
-Tú no tienes precisamente un ego frágil. -No, ni lo más mínimo.
Con su palma haciendo las veces de almohada para la cabeza de Gulf, Mew se apoyó en un brazo y se inclinó sobre él.
Estaba lo suficientemente cerca como para que Gulf pudiera oler su aftershave de ricas especias con un toque de resina. Diminutas motas doradas avivaban los ojos oscuros. Sus labios parecían duros, pero Gulf tenía muy presente su textura aterciopelada.
Lo besó. Sus labios firmes se movieron sobre los suyos, y lo provocó para que los abriera. La lengua penetró la boca de Gulf, batiéndose con la suya en un sosegado juego.
Agarrándolo por el pelo, le echó la cabeza hacia atrás para tener un mejor ángulo y besarlo a placer.
El gruñido de aprobación de Mew se deslizó por la columna de Gulf al tiempo que sentía que le agarraba la mandíbula, sujetándolo aún más.
Agresivo, demasiado agresivo, pero aun así, el calor ardió bajo su piel como si estuviera frente a una pared de fuego.
Cielos, aquel hombre sabía besar. No te dejes arrastrar. Recuperando la compostura, Gulf trató de entrar en el juego provocándole con la lengua.
Mew levantó la cabeza.
-Tienes una mente muy activa, Gatito. Esta noche voy a encontrar qué hace que tu cerebro se apague.
-Tú... ¿Qué? -Su cerebro era lo único en Gulf que valía la pena. Trató de incorporarse.
Mew se rió entre dientes y lo tumbó, reforzando el movimiento con una expresión que prometía malas consecuencias si no se quedaba quieto.
Cuando Gulf dejó de luchar, Mew abrochó un puño sobre su muñeca izquierda y sujetó la anilla con forma de D a la hebilla que colgaba de la mesa justo a la altura del muslo. Luego hizo lo mismo con la otra muñeca.
Bien, ese tipo de bondage no estaba tan mal. Todavía tenía mucha libertad; sus piernas estaban libres.
Entonces Mew empezó a desabrocharle el corsé.
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SI, MI SEÑOR <~ ADAPTACIÓN MEWGULF ~>
Teen FictionMaestros de la montaña. Un profesor en un club prestigioso de BDSM. Un maestro de BDSM poderoso, rico y sobre todo atractivo. Todo lo que necesitas es liberarte. El encuentro pasa de un experimento sexual y físico a un amor puro y verdadero. PRÓXIMA...