CAPITULO XV ✨

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El tiempo que había pasado pensando solo había incrementado la frustración de Mew. La cabaña era demasiado pequeña para pasear adecuadamente y, además, no había sido capaz de dormir.

Cuando el amanecer iluminó el cielo, se puso las zapatillas de correr. Tenía que eliminar su cólera antes de hablar con Gulf.

La temperatura en el exterior era tan baja que le aclaró las ideas. El bosque se cerraba a su alrededor trasmitiéndole una tranquilidad que un habitante de la ciudad nunca podía experimentar.

Cuando los primeros rayos del sol se filtraron a través de los árboles, cambió a un ritmo más firme y constante, calentando y soltando los músculos que se le habían agarrotado desde que el día anterior todo se había convertido en un desastre.

Habría jurado que Gulf era incapaz de lastimar a alguien deliberadamente. Él debería saber que una persona estaría en peligro, social o profesionalmente, si su membresía en un club de BDSM fuera conocida.

Y lo que era peor, no se había defendido en absoluto. Su expresión había revelado su culpabilidad, y la acusación de First no había sonado a mentira.

Sí, había estado investigando en su club.
Gruñó. Los socios estaban bajo su protección y tenía la responsabilidad de asegurar su privacidad. Obviamente, no había hecho lo suficiente.

Cuando su amigo Singto había recomendado que se le hiciera una entrevista personal a cada solicitante, Mew había pensado que era excesivo. Se había equivocado.

Ahora sabía que incluso una investigación sobre los antecedentes del solicitante podría no ser suficiente. Maldición. No había sospechado de Gulf en ningún momento, simplemente había supuesto que el nerviosismo de su primer día se debía a que era nuevo en ese estilo de vida.

Después de echar un vistazo al sol naciente, regresó hacia la cabaña.

Gulf le había dicho que enseñaba a leer y First lo llamó profesor. Mew había estado ciego. Pero tenía que escucharlo, necesitaba más de Gulf que un obstinado silencio. ¿Por qué no había explicado sus actos? No había dicho una sola palabra para defenderse.

No podía haber nada entre ellos.

Disminuyendo la velocidad, se acercó a una curva del camino. En su primer día, cuando le había preguntado si tenía pareja, le había mentido.

Eso era una traición peor que la investigación que había llevado a cabo.

Corrió más deprisa, alimentado por el dolor que se negaba a disminuir. Doblando la curva, alargó la zancada para aumentar la velocidad y...

El sendero terminó. Piedras blancas se precipitaron a la oscuridad de un precipicio.
Con un gruñido de cólera, Mew clavó los talones en el suelo.

Voy demasiado rápido. Las agujas de pino y la corteza no le dieron tracción. Patinó. Su pie chocó con una piedra enterrada y el dolor se extendió por toda la pierna cuando se torció el tobillo.

Se salió del camino por la zona más empinada.



Gulf había estado despierto toda la noche.
El amanecer llegó y la luz iluminó la habitación a través de las cortinas.

La mañana pasó. Llorar no había ayudado mucho. No sabía qué hacer. Su capacidad de razonar había quedado anulada por la avalancha de emociones de la noche anterior.

Cada argumento y explicación se disolvía al recordar el frío rostro de Mew. Frío, sí. Pero esa frialdad se debía a que se había sentido traicionado. Lo había visto en sus ojos antes de que la cólera lo cubriera todo.

SI, MI SEÑOR <~ ADAPTACIÓN MEWGULF ~>Donde viven las historias. Descúbrelo ahora