U N O

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No podía escuchar las burlas que sus compañeros hacían a expensas de ella, pero eso no significaba que no lo supiera. Mirarles las mejillas alzadas y sus cuerpos temblorosos por la risa, además de las oscuras miradas, se lo dejaba más que claro.

Tan solo debía cerrar los ojos y aquella tortura desaparecía, era su forma de sobrellevarlo. Su padre le había enseñado esa técnica y la atesoraba en su mente y corazón como una preciosa joya.

Hacía aproximadamente 3 años que él había muerto producto de una extraña enfermedad que le provocaba tumores por casi todo el cuerpo. Neurofibromatosis tipo 1. Ella apenas tenía 5 años cuando enfrentó aquella dolorosa pérdida; ahora a punto de cumplir 8 le extrañaba como nunca, como siempre...

—Chicos... —dijo la profesora poniéndose en pie. Pero como no obedecieron tuvo que alzar la voz—. ¡Chicos! —golpeó dos veces el escritorio con la regla logrando captar la atención—. Les recuerdo —dijo al mismo tiempo que lo interpretaba a la lengua de señas—, que el día lunes tenemos el evento especial "Conociendo el empleo de mi papá".

La maestra hizo una pausa acomodando sus pensamientos y continuó hablando con los niños. Aquella era una escuela inclusiva en la que se trabajaba con niños oyentes y sordos. Cada profesor estaba capacitado para impartir sus clases de forma satisfactoria para ambos grupos. A demás de que cada aula contaba con un asistente que les apoyaba.

—Animen a sus padres para que no falten. Será muy interesante conocer cada uno de los empleos.

La campana sonó y al mismo tiempo encendieron las luces azules junto a la pizarra, anunciando que las clases terminaron.

Por mucho tiempo ese se había convertido en el color favorito de Victoria, pues significaba salir de aquel infierno de acoso en el que se encontraba inmersa. Aunque la escuela era inclusiva, había muchos niños mal educados que no lo entendían y que les hacían la vida imposible a otros.

Victoria tomó sus cosas y saliendo del aula se dirigió al área de espera a donde pasarían por ella. Pero antes de llegar se dio cuenta de que sus acosadores estaban en el camino. Hundió los labios dentro de su boca y dando un hondo suspiro se armó de valor y decidió pasar por donde ellos.

Y así lo hizo, caminó arrastrando su mochila sin siquiera mirarlos. Pero no pasó mucho cuando sintió un tirón en su cabello que la hizo reparar y casi perder el equilibrio. Se volvió hacia sus agresores los cuales se burlaban sin parar.

—¡Sordomuda! —le dijo uno de forma grotesca.

Claro que podía leer los labios y sabía lo que aquella peyorativa palabra significaba. "SORDOMUDA" o "SORDOMUDO" no es la forma correcta para llamar a alguien que no escucha; más bien es un término que denigra y falta al respeto. Pues las personas sordas cuentan con cuerdas vocales y con la capacidad de desarrollar el habla. Entonces la manera correcta es: "sordo" o "sorda". Si es que no lo sabías, ahora puedes comenzar a hacerlo de la forma correcta.

En un abrir y cerrar de ojos la rodearon como lobos a su presa y continuaron molestándola. Una de las niñas comenzó a hablarle en lengua de señas.

-Tonta... Fea... Pobre... -se llevó las manos a los ojos haciendo falsos pucheros-. No tienes papá... Huérfana... Nadie te quiere...

Victoria sintió como el corazón se le oprimía dentro del pecho. Quiso defenderse, incluso ofenderlos, pero sabía que no valía la pena devolver mal por mal (1ra Pedro 3:9). Apretó los puños tanto como pudo y también sus ojos, esperando a que terminaran y la dejaran en paz.

De pronto un abrazo la sorprendió, al cual correspondió con ímpetu, pues sin abrir los ojos supo que aquel peculiar aroma, era el de su madre. Estaba a salvo.

VOLVER A AMAR © (Libro #3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora