D O C E

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Stephanie estaba ansiosa. ¿A dónde podría estarla llevando? ¿Tal vez a cenar y proponerle matrimonio? Apretó los puños y se mordió el labio emocionada.

Aparcaron frente al Biella's  el restaurant de comida italiana que Mateo administraba.El castaño bajó rápidamente y fue a encontrarla del otro lado. La ayudó a bajar y todavía jadeando le dijo:

—¿Me amas tanto como para querer estar conmigo toda la vida?

Fanny sonrió y lo contempló unos segundos en silencio. No era la forma en la que esperaba que se lo propusiera, imaginó que esperaría a que estuvieran dentro, pero la manera era lo de menos, el punto es que lo había hecho.

—Sí, Mateo. Te amo y quiero estar contigo toda la vida.

—Entonces cásate conmigo...

—Sí —asintió feliz.

—Ahora mismo.

La sonrisa se le desvaneció.

—¿Cómo que ahora mismo?

—Ahí dentro —señaló el restaurante con la cabeza—, están las personas que más amamos, esperando por nosotros.

Estaba atónita. No daba crédito a lo que escuchaba, hasta pensó que tal vez todo era un loco sueño del que pronto despertaría.

—¿Entonces? —preguntó ansioso—. ¿Me concedes el honor de esta noche convertirte en mi esposa?

—Mateo... —paseó la mirada confundida—. ¿Estás hablando en serio?

—Muy enserio, amor mío —le puso la mano en la mejilla—. Lo único que quiero es estar contigo y con Victoria.

Bajó la mirada a su ropa y cayó en cuenta de que no estaba lista para la ocasión.

—Pero ni siquiera tengo un vestido...

—Yo tampoco tengo un traje —ambos se rieron—. ¿Vamos? —la invitó a caminar.

Caminaron nerviosos y extasiados el tramo de la banqueta hasta la puerta. Cuando entraron los sorprendieron las serpentinas y el confeti. Todos aplaudieron y vitorearon a la pareja. Melissa apareció en escena dando un grito de alegría.

—Ya estaba creyendo que no vendrías, muñeca —se acercó a Stephanie y le colocó en la cabeza un lindo velo que pendía de una hermosa corona de flores y cristales.

Fanny no podía creer que aquello estaba pasando... que todos estuvieran ahí...

Melisa también le colocó a Mateo una corbata en forma de moño y una flor en el bolsillo de su camisa.

—¡Ya están listos, tórtolos! Vayan a hacer lo que deben... —se hizo a un lado para permitirles caminar por la alfombra hasta donde se encontraba el juez y el pastor.

Stephanie no pudo evitar llorar al ver que su padre y Victoria aparecieron en la otra orilla. ¡Hasta su hija había sido cómplice!

La pareja llegó a su destino y Aarón tomó el micrófono.

—Escúchame bien, Mateo... —lo miró serio—. Te vas a casar con mi hija... —sonrió—. ¡Aún estás a tiempo de arrepentirte!

Las palabras de Aarón provocaron que todos se rieran. Stephanie se cubrió el rostro con la mano, avergonzada.

—Ya, hablando en serio... Eres como el hermano que nunca tuve —sus ojos se llenaron de agua—. Desde siempre te he admirado por el hombre honesto y apasionado que eres... He visto como te has caído, pero también como te has levantado con gallardía y coraje —le palmeó el brazo—. Sé que eres el hombre para mi hija —para ese punto Mateo también había comenzado a llorar—. Y sé que ella es la mujer para ti —le sostuvo la mirada afirmándole su aprobación—. Pero que conste que yo te lo advertí —cambió a un tono gracioso—, podías arrepentirte...

El lugar se volvió a inundar de risas.

La ceremonia prosiguió y Victoria se acercó con los anillos de boda. Cada quien dijo sus improvisados votos y al final, cuando firmaron los papeles y los declararon marido y mujer, Mateo tomó en los brazos a su hija y las besó a ambas. En medio de aplausos y gritos, los 3 salieron del lugar hinchados de felicidad.

Mateo ayudó a las mujeres de su vida a subir al auto. Él también subió y condujo hacia un lugar especial... su hogar.

Pero antes pasaron por una tienda de conveniencia y compraron muchas botanas. Stephanie se preguntaba qué clase de noche de bodas sería aquella. Victoria estaba feliz porque mamá le había permitido tomar algunos dulces y una gaseosa.

Cuando entraron a casa Mateo se sorprendió de ver el lugar tan cambiado. Se sentía casi como estar en un lugar diferente, pero con la misma calidez. Estaba feliz de poder iniciar una nueva vida, al lado de las dos mujeres que más amaba.

Tal vez te preguntes por qué se fueron a la casa de Stephanie y no a la de Mateo o a cualquier otro lugar. Bueno, lo hicieron pensando en Victoria. No querían desestabilizarla por dejar el espacio en el que había crecido. Más a delante y si así lo deseaban, harían los cambios pertinentes.

El castaño se quitó los zapatos y se lanzó sobre el enorme sillón. Victoria lo imitó y Stephanie se fue a cambiar la ropa antes de unirse. Eligieron el menú de películas que querían ver (todas animadas, por cierto), rieron, comieron hasta más no poder y sin darse cuenta, cada quien se fue quedando dormido.

El retrato era hermoso... Mateo estaba en el centro abrazando a ambas, Victoria a su lado izquierdo y Stephanie a su lado derecho. Galleta y el pequeño cachorro también estaban acurrucados junto a ellos.

En medio de la noche él se despertó y al mirar el panorama, supo que no podía ser más dichoso.

VOLVER A AMAR © (Libro #3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora