S E I S

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Los días pasaron convirtiéndose en semanas y estas en meses... El aniversario de la muerte de Josué se llevó a acabo y Mateo decidió sabiamente mantenerse al margen. Asistió a la ceremonia, incluso tocó la guitarra e interpretó algunas canciones. Tuvo la oportunidad de abrazar y besar a Victoria y en lugar de lamentarse por no poder estar más cerca de ella, decidió aprovechar cada momento a su lado.

-¿Cómo estás, princesa?

-Te extraño mucho. ¿Por qué no nos visitas? ¿Ya no nos quieres?

Desde luego que Vicky amaba a su padre y le reservaba un lugar especial en su corazón, pero Mateo se había convertido en esa linda imagen paternal que tanto añoraba. No que lo usara para suplir la ausencia de su padre, sino que de verdad había llegado a amarlo como tal, él se lo había ganado; con sus cuidados, con sus tiempos de juego, con sus chistes, con sus comidas deliciosas llenas de amor, con sus palabras de ánimo y soporte... con sus besos y abrazos...

-¿Por qué piensas eso? Yo las amo... -se puso a la altura de la niña- Te prometo que voy a visitarte.

Se despidió de Vicky y antes de irse miró a Stephanie de lejos. Deseó con todas sus fuerzas acercase, pero se contuvo y se fue de ahí.

...

A pesar de estar triste, Stephanie no podía negar que aquella tarde de verano era hermosa. Se encontraba sentada frente al enorme ventanal de la sala en casa de sus padres, mirando el bello panorama que podía dejar sin aliento a cualquiera. En el cielo se podían apreciar unos exquisitos colores que iban desde unos tonos azules y violetas, pasando por los rosados y diluyéndose en un precioso naranja.

Elisa se sentó en la silla contigua y disfruto del esplendoroso horizonte junto a su hija.

—¿Quieres que te prepare un te?

—No mamá, gracias —suspiró mirando como el atardecer hacia lo suyo.

De pronto comenzó a reír, primero despacio, luego cada vez más fuerte. Elisa se contagió y ahora las dos estaban riéndose a carcajadas.

—¿Me puedes decir de qué nos estamos riendo?

Fanny la miró cómplice y soltó una última carcajada antes de responder.

—Me acabo de acordar cómo es que Josué fue tan buen actor que, me hizo creer que era un simple pintor ganándose la vida con sus cuadros... ¡Pero oh sorpresa! también era un agente secreto.

—¿Así que no te lo contó desde el principio?

—No ma —negó con la cabeza—. Ya te había dicho que antes de que me lo presentaras, él y yo ya nos conocíamos. Hasta se cambió el nombre y me dijo que se llamaba Pablo.

Elisa se rió.

—Es verdad, se me había olvidado...

Guardaron silencio y ambas se perdieron en los últimos rayos de sol.

—Era un hombre maravilloso... —unió sus labios rememorando algunos aspectos de su amado: su sonrisa, su aroma, su buen humor, sus labios, la calidez de sus manos... Y por extraño que le resultara, no lloró, sino que lo recordó con complacencia, disfrutando de cada detalle. Sintiéndose agradecida con Dios por todo el tiempo que habían pasado juntos.

—Sin duda que lo era, como ninguno. Excepcional en todo lo que hacía... Fue un honor conocerlo y trabajar a su lado —se rió—. Y aunque al principio ustedes dos me hicieron enojar mucho, estoy tan feliz de que haya sido tu esposo.

Se permitieron otro silencio.

—¿Cómo te sientes mi amor? —preguntó Elisa.

—Agradecida —dijo segura—. Todavía no puedo creer que ya pasaron 3 años, pero justo ahora, puedo decir que me siento agradecida, por todo...

VOLVER A AMAR © (Libro #3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora