¿DESPIERTO O DUERMO?

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CAPÍTULO 13

Miranda Sánchez: —Buenos días, Will. —Miranda llegó con el desayuno en la mano.

William Sánchez: —¿Qué ocurre, hermanita? —pregunté con mucho sueño y sin ganas de levantarme.

Miranda Sánchez: —¡Despierta ya! Llegamos tarde al trabajo. Estoy harta de ser yo quien siempre se despierte primero y traiga el desayuno a la cama. Yo también me merezco un desayuno en la cama. Además, hoy dormí fatal porque, ya sabes, tenemos casos pendientes que resolver. ¿Me estás escuchando? Como no me haces caso, me llevo el desayuno a la cocina. A ver cómo lo haces porque en media hora me voy al trabajo, ¿me escuchas?

William Sánchez: —Hermanita...

Miranda Sánchez: —¿Qué quieres? —dije medio dormido y sin ganas de levantarme de la cama.

William Sánchez: —Estoy preocupado por el caso. No logro quitármelo de la cabeza porque nos afecta de cerca; son nuestros vecinos, y siempre pensé que vivíamos en un barrio seguro. Ahora, de repente, ocurre un asesinato que nos va a costar resolver. ¿Me escuchas, hermanita? Parece que todo gira en torno a ti. Si te levantas antes que yo, es lógico que prepares el desayuno.

Miranda Sánchez: —¿Me estás diciendo que soy tu criada? —replicó furiosa.

William Sánchez: —Por favor, no distorsiones mis palabras, y no me grites. —Intenté aclararle.

Miranda Sánchez: —¿Me estás diciendo que te grito, gilipollas?

William Sánchez: —¡Tampoco me insultes! Yo siempre te trato con respeto.

Miranda Sánchez: —¿Respetarme? ¡Si parezco tu criada! Siempre cocinando, limpiando la casa. Tú solo sales a correr con esos auriculares que siempre pierdes, y encima soy yo quien los tiene que buscar.

William Sánchez: —Joder, Miranda, te estás pasando. Me haces sentir como un inútil y no lo soporto. Siempre estoy a tu disposición, pero cuando intento ayudarte, dices que lo haces mejor sola. Eso me hace sentir verdaderamente como un idiota.

Miranda Sánchez: —Pero, Will, haces que ayudas, pero en realidad lo haces sin ganas y siempre me preguntas qué tienes que hacer, si está bien así, etc.

William Sánchez: —Perdona, Miranda, pero te estás pasando de lista, y eso no me gusta.

Miranda Sánchez: —¿Qué dices, Will?

William Sánchez: —¡Lo que oyes, Miranda! Además, lo que estás diciendo no tiene sentido. Te he cuidado desde que nuestros padres murieron, nunca me quejé y lo hice con muchas ganas. Nunca te faltó de nada, y he mantenido la casa siempre limpia; cualquiera que haya entrado aquí puede decírtelo. ¿Me estás escuchando, Miranda? ¡Miranda! ¡Miranda!

Como no me estaba escuchando, fui a la cocina para hablar cara a cara.

Cuando llegué a la cocina, no había nadie. Luego fui a su habitación, pero tampoco estaba. Fui al garaje y sucedió lo que temía: ya se había ido, su coche no estaba aparcado. Así que salí del garaje, desayuné tranquilamente mientras pensaba en la discusión. Luego, me lavé los dientes, me eché desodorante y fui a cambiarme para ir al trabajo.

No tardé mucho en llegar a la comisaría. Al entrar, vi a Miranda hablando con el jefe. Sin saludar a nadie, entré directamente en su despacho.

EL INSPECTOR SÁNCHEZDonde viven las historias. Descúbrelo ahora