El Poder de la verdad sale a florecer

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Capítulo 6

Narrador: Sonó el despertador a la hora programada. William se despertó lentamente, casi sin ganas, hasta que recordó el análisis y se levantó sin pensarlo. Al instante fue al baño. Cuando salió, vio a su hermana aún durmiendo profundamente, pero la despertó, primero llamándola por su nombre y luego a empujones.

Miranda: (con cara de sueño y fastidio) No me fastidies, ¿en serio tenemos que ir a hacernos ese maldito análisis? No me apetece nada.

William: (con voz firme) Es importante. Además, quiero contarte algo que pasó ayer y que te va a interesar muchísimo.

Narrador: Miranda abrió los ojos como si le hubiera dado un calambre, cosa que no le habría sorprendido, porque a veces William la despierta pinchándola con un tenedor como broma. Mientras ella se duchaba, William preparó el desayuno de siempre: tostadas con mermelada y café. Cuando salió del baño, aseada y maquillada, todo estaba listo en la mesa, y se dispuso a desayunar con ella sin hacerla esperar.

[Escena 2: Cocina]

Narrador: Se sentaron a desayunar, y entre bocado y bocado, William le contó lo que le había ocurrido el día anterior.

[Flashback]

Narrador: William estaba en la cafetería junto a la oficina, desayunando tranquilamente después de que se hubieron ido. Cuando terminó de desayunar, vio que se acercaba una chica de manera lenta y pausada. Cuando llegó a la puerta, todos se quedaron mirándola fijamente, y a él le dio vergüenza verla tan parada y asustada. Entonces, se levantó, tomó el abrigo que tenía colgado en la silla y se lo puso para cubrirla, porque estaba completamente desnuda, aunque con una preciosa melena rubia, natural, no de tinte.

Narrador: Después de cubrirla, la llevó a la comisaría con la llave que le había dado el jefe. La llevó a su despacho y corrió a objetos perdidos para buscarle ropa. Estaba todo bien organizado, así que tomó lo primero que encontró y se lo entregó. Pero, al dejarla en la oficina, salió corriendo a encararse con un hombre que había hecho comentarios ofensivos, y la conversación terminó en puños.

Narrador: Cuando regresó a su oficina, la chica había desaparecido. La buscó por todas partes, incluso salió a la calle para ver si estaba escondida en algún rincón, pero no estaba en ningún lado. Se resignó y se fue a casa. Y, cuando llegó, vio a Miranda en un coche con un chico. El resto ya lo sabe. ¡Ah! Se le olvidaba que, después de que Miranda se fue, vino la hermana de ese tipo. Tuvo una conversación corta con ella porque estaba agotado después de tanto acontecimiento. Entró a casa a descansar y a desconectar.

[Fin del Flashback]

[Escena 3: Cocina, después del flashback]

William: ¿Qué piensas de todo esto? ¡Pareces muda!

Miranda: (con tono pensativo y asombrada) Estoy sorprendida, aunque en ti siempre ocurren cosas así. Pero, ¿por qué no la buscaste más tiempo? Esto se merece una buena investigación.

William: (con calma) No seguí buscándola porque estaba agotado y, además, no parecía estar realmente perdida, solo desorientada. Además, no estaba de servicio. Aunque tienes razón, creo que deberíamos investigarlo más a fondo.

Narrador: William miró el reloj de la cocina: eran las 11:30. Se levantaron rápidamente y se dirigieron hacia el hospital. Durante el camino, se relajaron un poco, ya que el hospital estaba a menos de quince minutos.

[Escena 4: Hospital]

Narrador: Cuando llegaron, se dirigieron a recepción.

William: (con voz agitada) Tenemos cita para las 12:00 para un análisis.

Recepcionista: (con voz suave) Esperen en la sala de espera y los llamarán. Llenen estos formularios y entréguenselos al médico.

William: (aún agitado) ¿Van a tardar mucho en llamarnos?

Recepcionista: (algo molesta) Les llamarán cuando estén libres. Hasta luego.

Narrador: Se dirigieron a la sala de espera, donde había tres personas. Una televisión de volumen bajo emitía las noticias. Se sentaron frente a un hombre mayor que leía el periódico y completaron los formularios.

Narrador: Al poco tiempo, una enfermera los llamó para el análisis. Entraron a la sala, y les pidió los documentos. Les indicó sentarse en la camilla y, con gentileza, les tomó las muestras de sangre. Les dijo que los resultados estarían listos en dos o tres semanas y que tenían cita el próximo viernes a las cuatro de la tarde para recogerlos.

[Escena 5: Sala de espera y televisión]

Narrador: Al salir de la sala, William recordó que había dejado su abrigo en la silla de la sala de espera. Entró con cuidado para no molestar, pero de repente escuchó una exclamación.

Persona en la sala: ¡Miren lo que está haciendo ese hombre, está loco!

Narrador: William miró hacia la televisión y vio algo que lo paralizó. En la pantalla, el hermano de Abel aparecía con una pistola en la sien, diciendo en voz alta.

Hermano de Abel: ¡Mi vida ya se acabó, no quiero sufrir más, quiero terminar con este calvario!

Narrador: Su instinto reaccionó y fue corriendo a buscar a Miranda.

William: (urgente) ¡El hermano de Abel está a punto de suicidarse!

Miranda: (temblando) ¡¿Qué te pasa?! ¿Por qué tanta prisa?

Narrador: Sin responder, William corrió hasta el coche. Solo le dijo:

William: El hermano de Abel está en peligro.

Narrador: Aceleró hasta casi 200 km/h, consciente del riesgo, pero sabiendo que valdría la pena si lograba salvarlo. Cuando llegaron, él estaba en el porche de su casa, rodeado por agentes de la Guardia Civil y algunos de sus compañeros. William se acercó despacio y habló con calma.

William: ¿Estás seguro de que quieres hacer esto? Piénsalo bien. No hay más vida después. Te perderás la boda de Miranda, y créeme, se casará. ¿Por qué quieres desperdiciar la vida que te queda?

Hermano de Abel: (con lágrimas en los ojos) Lo siento. Yo... fui el que mató a mi hermano. No merezco vivir.

Narrador: La confesión lo dejó en shock, pero William logró contenerse.

William: Suelta el arma. Hablemos en la casa tú y yo, a solas. No tires tu vida por la borda.

Narrador: Él se echó a llorar, y mientras hablaba, William se acercó lo suficiente para quitarle el arma, abrazándolo y tirándolo al suelo. Dos agentes acudieron a reducirlo, y al final, se lo llevaron. William salió llorando y se encontró a Miranda sentada en la acera, sollozando. Intentó consolarla.

William: No es culpa tuya, no te tortures.

Miranda: (con furia) ¡Sé que no es mi culpa! Pero no soporto esta situación.

William: Lo sé, pero por ahora, no podemos hacer nada más. Mañana lo visitaremos para hablar.

Miranda: (con voz temblorosa) De acuerdo, mañana a las diez y media.

Narrador: Se dirigieron a casa, cenaron rápidamente y pusieron las alarmas. Exhaustos, se despidieron y se fueron a dormir.

EL INSPECTOR SÁNCHEZDonde viven las historias. Descúbrelo ahora