capitulo 8
Will: —¡Socorro! ¡Que alguien me ayude, por favor! —grité, desesperado. Estaba en peligro y no sabía dónde meterme. Lo único que podía hacer era pedir ayuda, pero no veía a nadie, solo notaba que algo oscuro me estaba persiguiendo. Miré hacia atrás de nuevo, y había desaparecido.
Will: —¿Qué...? ¿Dónde estoy? —me pregunté, al encontrarme de repente en un lugar completamente distinto al de antes. Era perfecto, con todo lo que siempre había soñado. Lo que más me gustaba era que no había edificaciones, solo paisajes espectaculares.
Me acerqué a una de las pocas casas del lugar, construida sobre una enorme piedra y con las luces encendidas. Entré y me encontré con la chica a la que rescaté una vez de las miradas de unos tipos en la cafetería. Sin darme cuenta, ella ya estaba a mi lado, acercándose para besarme, cuando de pronto sentí un fuerte dolor en la espalda.
Miranda: —¡Buenos días! ¿Sabes qué hora es? Son las tres de la tarde.
Me quedé sin palabras, paralizado, hasta que noté un dolor punzante en la mejilla derecha que me hizo incorporarme de repente. Miré alrededor y vi a mi hermana acercándose con una bandeja.
Will: —¿Fuiste tú quien me dio un guantazo en la mejilla?
Will: —Claro que sí, porque ni te enteraste cuando te pinché con el tenedor.
Yo solo me quedé en silencio y tomé la bandeja de comida, pues evidentemente ya no era hora de desayunar. Al cogerla, mi hermana se fue sin decir nada más.
Después de terminar de comer, me levanté con cuidado porque a veces me mareo. Fui al baño, y al salir, escuché una canción familiar, una de reggaetón que suelo escuchar al correr por las tardes: "Hasta el Amanecer" de Nicky Jam. Me dieron ganas de correr un rato, para reflexionar y despejar la mente de cosas malas.
Volví a la habitación para cambiarme. Había mucha ropa de deporte, así que elegí mi favorita, tomé el teléfono y mis auriculares. Me despedí de mi hermana.
Will: —Voy a correr, como siempre.
Miranda: —¡Suerte! —dijo, levantando el pulgar.
Encendí mi teléfono, puse Spotify, me coloqué los cascos y comencé a correr a un ritmo suave. La temperatura era perfecta, nublado pero con algo de sol de vez en cuando. Llevaba veinticinco minutos cuando empezó a sonar "Baila Baila Remix", y aceleré el paso.
Mientras corría, sentí que alguien me seguía. Me giré, pero no vi a nadie, así que pensé que tal vez estaba imaginando cosas y continué corriendo. Sin embargo, al rato, noté algo en mi espalda. Me giré otra vez, pero no había nadie. Seguí adelante, aunque revisaba constantemente a mis espaldas, hasta que me cansé.
A los sesenta minutos decidí regresar, pero no esperaba encontrarme con un tipo feo, lleno de pendientes, apuntándome con una Beretta PX4 Storm F. Me quedé paralizado y, sin decir nada, me golpeó en la cabeza con el arma. Perdí el conocimiento.
Cuando recuperé la conciencia, sentí un escalofrío y vi a un hombre con la cara cubierta, sentado frente a mí. Intenté moverme, pero mis manos y pies estaban atados. A pesar del miedo, intenté fingir valentía.
Will: —¿Dónde estoy y qué demonios está pasando?
Secuestrador: —Estás aquí por tus propios méritos. Quizás no recuerdes aquel día que me confiscaste las drogas. Han pasado ya cuatro años.
Will: —No sé de qué hablas, jamás te he visto. Soy inspector, trabajo por un sueldo miserable. No te servirá de nada pedirme rescate.
Secuestrador: —Mi intención no es pedir rescate, sino matarte.
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EL INSPECTOR SÁNCHEZ
Ficção CientíficaEs un hombre que demuestra la valentía y el esfuerzo para conseguir la felicidad para todos, pero no sabe si encontrará la suya .