Cuando llamaron a la puerta hacia las diez, me desperté sobresaltado de un sueño profundo, aunque ya era la tercera vez que me despertaban esa mañana. La primera vez había
sido a las siete, cuando mamá vino a interesarse por mi estado de salud (‹‹Ya no tienes fiebre, eso demuestra que tienes una constitución fuerte.
¡Mañana podrás volver a clase!››). La segunda vez, tres cuartos de hora más tarde, había sido Jeongin, que dio un rodeo expresamente para venir a verme de camino a la escuela, porque de madrugada yo le había enviado un SMS.
Que el SMS no consistiera exclusivamente en una acumulación de letras sin sentido era algo que aún me maravillaba, porque, después de haber entrado en mi habitación cerrada, a través del alféizar de la ventana —a unos catorce metros por encima de la acera según mis cálculos—, estaba a punto de desmayarme de miedo y mis manos temblaban tanto que apenas podía acertar con las teclas. Había sido idea de Xemerius que trepara a la ventana de la habitación de Soobin y me deslizara hasta la mía por el alféizar pegado a la pared de la casa; aunque su única contribución al éxito de la operación había consistido en aullar ‹‹¡Sobre todo no mires abajo!›› y ‹‹¡Uau, qué alto está esto!››. Jeongin y yo solo habíamos tenido unos minutos de tiempo para hablar antes de que él tuviera que irse a la escuela y yo me hubiera vuelto a dormir profundamente. Hasta que se oyeron voces fuera y una cabeza pelirroja asomó por la rendija de la puerta.—Buenos días —dijo mister Marley en tono formal.
Xemerius, que estaba dormitando al pie de mi cama, se incorporó de un salto.—¿Qué hace aquí la alarma de incendios? — Me subí la manta hasta la barbilla.
—¿Se quema algo? —pregunté, menos inspirado aún que Xemerius—. Según mi madre, no tenían que venir a recogerme para elapsar hasta la tarde. ¡Y en todo caso no sacándome directamente de la cama, por Dios!
—¡Joven, esto ya supera todos los límites! —gritó una voz detrás de mister Marley. La tía Eunji le dio un empujoncito para hacerse sitio y se coló en la habitación—. Es evidente que no tiene usted modales —continuó—. Si no, no se atrevería a irrumpir así en el dormitorio de un doncel.
—Eso. Y yo tampoco estoy preparado aún para recibir visitas —dijo Xemerius, y empezó a lamerse la pata delantera.
—Yo… yo… —balbució mister Marley con la cara enrojecida.
—¡Su comportamiento es realmente inadmisible!
—¡Tía Eunji, no te metas en esto! — El tercero en discordia era Minho, vestido con vaqueros y un jersey verde fosforescente que hacía que sus cabellos brillaran como fuego—. Mister Marley y mister Brewer solo han venido a recoger una cosa.
Mister Brewer tenía que ser el joven con traje negro que en ese momento hacía su entrada. El número cuatro. Poco a poco me iba sintiendo como en la Victoria Station en hora punta. Pero mi habitación no tenía ni de cerca los metros cuadrados badecuados para el caso. Minho se adelantó a codazos para abrirse camino.
—¿Dónde está el arca? —preguntó.
—El perro del ventero ladra a los de fuera y muerde a los de dentro — recitó Xemerius.
—¿Qué arca?
Yo aún seguía sentado petrificado bajo mi manta. Y tampoco tenía ninguna intención de levantarme, porque seguía llevando el pijama hecho un asco y no pensaba permitir que mister Marley disfrutara de la visión. Ya bastaba con que me viera con los cabellos revueltos.
—¡Lo sabes perfectamente! —Minho se inclinó sobre mí—. Vamos, ¿dónde está?
Los ricitos de la tía Maddy se encresparon de indignación.
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Esmeralda
FanficLibro Tres Hyunjin está en grave peligro y su única esperanza es Lix... aunque Felix ya no confía en él. A Lix no le hacía ninguna ilusión ser el último viajero en el tiempo, ni tener que saltar al pasado para cerrar el Círculo de los Doce (que, ade...