El extremo de la espada me apuntaba directamente al corazón, y los ojos de mi asesino eran como agujeros negros que amenazaban con tragarse todo lo que estuviera cerca de ellos. Supe que no podría escapar y retrocedí unos pasos tambaleándome. El hombre me siguió.
-¡Eliminaré del planeta lo que no es querido por Dios! ¡Tu sangre empapará la tierra!
Tenía como mínimo dos réplicas mordaces a esos patéticos gruñidos en la punta de la lengua (¿empapar la tierra?: ¡la tierra estaba embaldosada allí!), pero el pánico no me permitió articular palabra. Por otra parte, el hombre no parecía estar en disposición de apreciar mi sentido del humor. De hecho, ni siquiera parecía que supiera lo que era el humor. Retrocedí un paso más y mi espalda chocó contra la pared. Mi adversario soltó una risotada. Quizá tuviera sentido del humor al fin y al cabo, solo que no coincidía con el mío.
-¡Ahora morirás, demonio! -gritó, y sin pensárselo dos veces me hundió la espada en el pecho.
Me desperté sobresaltado lanzando un grito. Estaba bañado en sudor y me dolía el pecho como si efectivamente me hubiera atravesado la hoja de una espada. ¡Qué sueño más horrible! Aunque en realidad tampoco era para sorprenderse.
Los acontecimientos del día anterior (y de los días precedentes) no constituían precisamente una buena base para quedarse acurrucado bien calentito bajo la manta y dormir el sueño de los justos. En realidad, más bien eran la base adecuada para que un montón de pensamientos negativos reptaran por mi cabeza como monstruosas plantas carnívoras.
«Hyunjin solo ha estado fingiendo. En realidad no me quiere.»
«Probablemente tampoco tiene que hacer gran cosa para que los corazones de las muchachas y los donceles vuelen hacia él», oía repetir al conde de Saint Germain con su voz suave y profunda, una y otra vez. Y: «No hay nada más previsible que la reacción de una mujer o doncel enamorado».
¿Y cómo se supone que reacciona un doncel enamorado cuando se entera de que le han mentido y lo han manipulado? Exacto: habla por teléfono durante horas con su mejor amigo y luego permanece sentado en la oscuridad sin poder conciliar el sueño, preguntándose por qué demonios ha tenido que ir a tropezarse con el tipo en cuestión, mientras llora desconsolado añorando otros tiempos más felices... Fácil de prever, sí.
Los dígitos luminosos del despertador junto a mi cama marcaban las 3:10, lo cual significaba que se me debían de haber cerrado los ojos y que incluso había dormido más de dos horas. Y alguien -¿mamá?- tenía que haber entrado y haberme tapado, porque lo último que recordaba era que estaba acurrucado en la cama con las rodillas levantadas escuchando los latidos súper acelerados de mi corazón.
Que extraño que un corazón roto pudiera latir aún.
«¡Parece como si estuviera formado solo por esquirlas rojas con los bordes afilados que me arañan desde dentro y me desangran!»; así había tratado de describir a Jeongin el estado de mi corazón (de acuerdo, suena tan patético como lo del tipo de la ronquera de mi sueño, pero algunas veces la verdad es tan... cursi...). Y Jeongin me había dicho compasivamente: «Sé muy bien cómo te sientes. Cuando Max rompió conmigo, primero pensé que me iba a morir de pena. Y de un fallo orgánico múltiple además: arritmia, disnea, embolia cerebral, parálisis progresiva... Pero, en primer lugar, no dura para siempre; en segundo, la situación no era tan desesperada como te parece y, en tercero, tu corazón no es de cristal».
-No, es de piedra -lo corregí sollozando-. Mi corazón es una piedra preciosa que Hyunjin ha roto en mil pedazos, como en la visión de la tía Eun-ji.
-Bueno, reconozco que no suena mal del todo, ¡pero no es verdad! En realidad los corazones están hechos de un material completamente distinto, puedes creerme. -Jeongin se aclaró la garganta y añadió con tono solemne, como si me estuviera revelando el mayor de los secretos-: Se trata de un material mucho más maleable, irrompible, que puede moldearse de nuevo una y otra vez. Fabricando según una receta secreta.- Otro carraspeo para elevar la tensión. Instintivamente contuve el aliento.
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Esmeralda
Hayran KurguLibro Tres Hyunjin está en grave peligro y su única esperanza es Lix... aunque Felix ya no confía en él. A Lix no le hacía ninguna ilusión ser el último viajero en el tiempo, ni tener que saltar al pasado para cerrar el Círculo de los Doce (que, ade...