Capítulo 9

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No estaba oscuro como me imaginaba. En la habitación había algunas velas encendidas que iluminaban una librería y un escritorio. Por lo visto, había ido a parar a una especie de despacho. Y no estaba solo. En la silla detrás del escritorio estaba sentado Rakoczy, con un vaso y dos botellas delante. Una de las botellas contenía un líquido con un brillo rojizo que parecía vino tinto, y la otra, un delicado frasquito curvado, una extraña sustancia de un color gris sucio. La espada del barón estaba cruzada sobre el escritorio.

—Vaya, sí que ha ido rápido —dijo Rakoczy. Su voz, con ese duro acento de la Europa oriental, sonaba un poco confusa—. Hace solo un momento estaba deseando encontrar un ángel, y un instante después se abren las puertas del paraíso para enviarme al más encantador de los ángeles que el cielo pueda ofrecer. Esta maravillosa medicina supera todo lo que había probado antes.

—¿No debería… estar vigilándonos desde la sombra o algo así? —pregunté, y pensé por un momento si no sería mejor salir de la habitación de inmediato, aun a riesgo de tropezarme con Hyunjin en el pasillo. Rakoczy ya me daba bastante mala espina incluso estando sobrio.
De todos modos, mis palabras ejercieron algún efecto sobre él, porque arrugó la frente y dijo en un tono aún confuso pero claramente menos extasiado:

—¡Ah, sois vos! Ningún ángel; solo un muchachito tonto. —Y en un abrir y cerrar de ojos, con un único rápido movimiento, atrapó el frasquito del escritorio y se dirigió hacia mí. Dios sabe qué habría allí dentro, pero fuera lo que fuese no parecía haber limitado en absoluto sus capacidades motoras—. Aunque, eso sí, un muchachito tonto muy hermoso.

Estaba tan cerca que podía sentir su aliento a vino y a otra sustancia más fuerte que no pude identificar. Con su mano libre me acarició la mejilla y pasó su áspero pulgar sobre mi labio inferior. Estaba tan asustado que era incapaz de moverme.

—Apuesto a que estos labios aún no han hecho nada prohibido, ¿no es cierto? Un trago de la bebida maravillosa de Alcott cambiará eso.

—No, gracias. —Escapé escurriéndome por debajo de sus brazos y me alejé dando traspiés hacia el interior de la habitación. «No, gracias»: ¡fabuloso!
¡Tal  vez  a  la  próxima  le  hiciera  además  una  pequeña  reverencia!—.
¡Mantenga esa bebida lejos de mí! —lo intenté con un poco más de energía. Antes de que pudiera dar un paso —había pensado vagamente en la posibilidad de saltar por la ventana—, Rakoczy ya estaba de nuevo a mi lado y me empujaba contra el escritorio. La diferencia de fuerzas era tan grande que ni siquiera notó que me resistía.

—Chisss, no tengas miedo, pequeño, te prometo que te gustará. —Con un ligero «plop» descorchó el frasco e inclinó violentamente mi cabeza hacia atrás—. ¡Bebe!
Apreté los labios e intenté apartar a Rakoczy con la mano que tenía libre, pero era como intentar empujar a una montaña. Desesperado, traté de recordar lo poco que había oído sobre autodefensa —los conocimientos de Krav Maga de Minho me habrían resultado muy útiles en  ese momento—, y cuando el frasco ya tocaba mis labios y el fuerte olor del líquido me llegaba a la nariz, por fin se me ocurrió una idea salvadora.
Me arranqué una horquilla del peinado y la clavé con todas mis fuerzas en la mano que sostenía el frasco, instante en que la puerta se abrió de golpe y oí gritar a Hyunjin:
—¡Soltadlo inmediatamente, Rakoczy!

Ahora que ya estaba hecho, comprendí que habría sido más inteligente clavarle la horquilla a Rakoczy en el ojo o en el cuello, porque el pinchazo en la mano apenas le había distraído unos segundos. A pesar de que la horquilla se le había quedado clavada en la carne, ni siquiera soltó el frasco, si bien redujo la presión con que me atenazaba el cuello y volvió la cabeza. Hyunjin, plantado en la puerta junto a lady Lavinia, lo miró horrorizado.

—¿Qué demonios estáis haciendo?

—Nada especial. ¡Quería ayudar a este muchacho a… ampliar sus horizontes! —Rakoczy echó la cabeza hacia atrás y soltó una carcajada ronca—. ¿Os atrevéis a tomar un trago? ¡Os aseguro que os hará vivir sensaciones que nunca antes habíais experimentado!

EsmeraldaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora