- Creo que es la primera vez que estamos completamente solos -comentó Matthew mientras conducía.
- Así es ¿Qué haremos? -preguntó Sam, feliz de estar con él.
- Púes, pretendo llevarte a mi lugar favorito en la ciudad. Mientras tanto, quisiera saber más de ti, de tu vida personal. Además, podríamos hablar sobre el hecho de que siempre me confundes, no sé si te gusto, a veces parece ser que sí y en otras ocasiones siento que me alejas. Honestamente, me gustaría saber que sientes por mi hasta ahora.
- ¡Entiendo! -respondió ella, acomodándose mejor en el asiento del auto. Tragó saliva y dijo- ¿Quieres que te confiese algo muy personal? Yo... tengo mucho miedo, he pasado por cosas que me hacen alejarte, y quiero con el corazón creer que eres el correcto, que no tengo que temer, pero algo me frena. Solo te diré algo más, tenme paciencia, deja que los días se sumen sin que los contemos, que un día despertemos juntos y no sepamos cuándo llegamos a ese momento.
- ¿Hablas de un futuro juntos? -preguntó Matthew asombrado.
- No, precisamente hablo de lo contrario. No hablo de un futuro, sólo quiero verlo llegar sin pensarlo, sin planearlo, sólo me gustaría que sucediera y ya, así nada más, de forma natural. Eres increíble y no quiero crearme expectativas, ni sueños. No quiero caer y lastimarme y mucho menos lastimarte. Dejemos que esto, se dé solo ¿Quieres? -terminó diciendo con incertidumbre, a lo que Matthew aún más confundido asintió con la cabeza.
Él seguía conduciendo por el malecón hasta llegar a la Isla Mango, una isla pequeña a quince minutos de la ciudad, un lugar que al atravesar y llegar al final puedes ver como el cielo oscuro, a lo lejos se une con el mar, que tranquilo refleja claramente las estrellas, como si el universo se desplegara frente a ellos. Sentándose sobre una banca con una vista espectacular, la suave y fría brisa hace que Sam tiemble y se coloque debajo del brazo de Matthew buscando su calor, mientras él otra vez cree estar soñando. El silencio se apoderó del momento, mientras se quedan viendo la inmensidad del mundo que tienen por delante, con la promesa de solo esperar, que esa misma brisa, los lleve con esperanza a donde ambos desean.
Pasado unos minutos, Matthew pensó en que debía decir algo, después de todo, no sólo pasarían viendo toda la noche el mar y las estrellas. Entonces, sintió curiosidad y preguntó- ¿Tienen mucho tiempo de ser amigas tú y Annie?
- Sí, la conozco desde niña, ha estado en todo momento conmigo. No sabría qué hacer si ella me faltara un día.
- Es bueno tener amistades de ese tipo ¿Siempre han vivido juntas?
- No. -respondió Sam recordando las palabras de Matthew en el auto. Sabía que, al evitar esa pregunta, traería otra que la dejaría al descubierto << Quizá sea tiempo >> se dijo así misma, para agregar a su respuesta-. Sólo tenemos dos años de vivir juntas, antes de eso vivía con alguien más.
- ¿Otra chica? -preguntó Matthew inocentemente.
- No. -respondió Samantha, apartándose de él y fijando su vista en el suelo-, un chico. Era mi novio, pero las cosas salieron mal.
- ¿Puedo saber qué pasó? -preguntó Matthew pensando que, hablando de eso, ella podía liberarse de algo, que sin duda la mantenía atada a un pasado doloroso.
- Creo que no es importante ahora, pero si lo es para ti, está bien. -dijo ella.
Suspiró y comenzó a relatar:
- Al principio, él era como todos los chicos, lindo, amable, detallista, pero con el tiempo comenzó a llegar tarde a casa, su actitud conmigo había cambiado. Dejó de existir ese cariño que había y discutíamos a diario.
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De una u otra forma
RomansaSamantha García es una joven a la que le ha tocado vivir algunas situaciones difíciles en su vida; su mejor amiga, Annie, es su único confort. Un día ella debe marcharse de su lado y Samantha siente que su único soporte restante se derrumba, sin emb...