- Tengo que admitirlo, estoy muy emocionado. -expresó Adler al llegar el día en que viajarían a casa de los padres de Matthew mientras subía junto a él las maletas en la camioneta de Annie.
Luego de haber subido la última maleta y cerrado la puerta de la cajuela, Annie se acercó a Matthew.
- ¡Oye Matt! ¿Puedes conducir la camioneta? Ya sabes, conoces mejor el camino y todo eso.
- No quieres conducir ¿Verdad? -dijo el de forma chistosa.
- La verdad no, pero también es porque [...] olvídalo, sólo conduce y ya. -levantó su mano sosteniendo con dos dedos las llaves, seguido de dejarlas caer en la palma de la mano de Matthew.
- Esta bien, no te preocupes, me encanta conducir. -respondió él riendo.
Inmediatamente todos estuvieron a bordo. Sam como copiloto, Annie y Adler en los asientos traseros, Matthew puso en marcha el auto, saliendo del estacionamiento del edificio para tomar la vía hacia las afueras de la ciudad. Una vez habían dejado atrás la capital, los paisajes montañosos empezaban a aparecer, con intervalos de grandes extensiones de campos abiertos, salvo las provincias que parecían desarrollarse con rapidez desde su último viaje. Después de dos horas, se detuvieron en una plaza comercial para desayunar y utilizar el baño. Entre las historias, los juegos y las burlas como amigos, las dos horas que habían pasado en el auto, no les habían parecido tan extensas. De pronto, Matthew aminoró la velocidad y colocó la luz direccional antes de frenar parcialmente para girar a la izquierda. Luego de seguir durante media hora más, Matthew estacionaba el auto frente a la casa de sus padres, que los recibían con emoción.
Los chicos abrieron las puertas del auto casi al mismo tiempo.
- ¡Samantha! Hija, estás hermosa, que gusto verte nuevamente -dijo Meryl cariñosamente saludándola con un abrazo y un beso en la mejilla.
- Gracias, estoy feliz de volver. -respondió Sam, siempre conmovida por como la trataba la madre de Matthew.
- ¡Matti! Bienvenido a casa hijo ¿Cómo estuvo el viaje? -le preguntó Meryl
- Estuvo muy bien. De hecho, nadie sintió que fuera largo -contestó Matthew abrazando a su madre.
- Entre más vienen, más rápido se les hace la travesía -alegó su padre, saliendo a su encuentro.
- Así parece papá -afirmó Matthew sonriéndole con cariño- ¡Oh, Perdonen! -reaccionó él recordando que no había presentado a sus nuevos acompañantes-. Ellos son Annie, la mejor amiga de Sam y Adler quien está por primera vez en nuestro país.
- ¡Mucho gusto en conocerlos! -saludaron los padres de Matthew con la humildad y calidez que los caracterizaba.
Meryl les dio besos, mientras Darío le dio un abrazo a Sam, seguido de sacudir a Annie y a Adler con su tradicional estrechón de mano, haciendo reír a Sam, quien sabía perfectamente cómo se había sentido Annie después de eso.
- Es un placer para nosotros conocerlos, hemos escuchado muchas cosas buenas de ustedes. -indicó Annie
- ¡Gracias querida! Me alegra conocer a la mejor amiga de Sam, también hemos escuchado algunas cosas sobre ti ¿Cómo estuvo tu viaje?
- Espero que sólo haya escuchado las cosas buenas -agregó Annie haciéndolos reír- en cuanto al viaje [...] estuvo maravilloso, ya ve usted que me traje un souvenir andante.
- Y es uno muy lindo. -comentó Meryl continuando con las risas- Bueno, vamos a dejar esas maletas, como ven, el terreno es grande pero la casa sólo cuenta con tres habitaciones por lo que van a tener que compartir, las chicas en una y los chicos en otra.
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De una u otra forma
Storie d'amoreSamantha García es una joven a la que le ha tocado vivir algunas situaciones difíciles en su vida; su mejor amiga, Annie, es su único confort. Un día ella debe marcharse de su lado y Samantha siente que su único soporte restante se derrumba, sin emb...