Capítulo 10

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Desde su primer beso, los días pasaron con rapidez. El tiempo en que Sam y Matthew estaban juntos, todo lo demás dejaba de existir. No había nada interesante fuera estando en la habitación, las horas y minutos perdían su importancia, verse a los ojos y sonreír resultaba más interesante que lo que estuviese pasando a su alrededor. Descubrieron que compartían mucho en común; como jugar bolos, algo a lo que amaban ir una vez por semana, se reunían con Dash y alguna chica con la que estuviera saliendo en ese momento, la cual jamás solía ser la misma. A Sam no le agradaba mucho la actitud egocéntrica de Dash, ni mucho menos que fuera un picaflor, pero era más divertido jugar en equipo y fuera de eso, él le agradaba.

Sam y Matthew también diferían en algunos aspectos. Ella amaba el suspenso de las películas de terror y encontraba divertido el que la hicieran saltar del susto. Sin embargo, Matthew odió este tipo de películas desde que él, Kevin y otros amigos, habían decidido ver Friday the 13th a escondidas de sus padres cuando tenía ocho años, ni siquiera la había terminado de ver, pero le había bastado para no volver a dormir bien por casi un mes. Aún a sus veintiocho años, no había vuelto a ver una película de este género, pero ambos disfrutaban de las comedias, películas de acción e inclusive, las animadas que en teoría son para niños.

Cada vez se sentían más unidos y odiaban el no estar juntos, porque pareciera que el tiempo transcurría despacio. Siempre encontraban un momento para hablar sobre sus sentimientos, sus deseos, sus aspiraciones. Ya no temían demostrar lo que sentían, esa sensación de alegría al verse, donde Sam saltaba sobre él y Matthew la sostenía en sus brazos, dándole un gran beso sin importar el lugar en donde estuvieran, sin nada que los limitara, sólo ser ellos mismos.


Después de haber regresado de casa de los padres de Matthew, se quedaron juntos cada día. Algunas veces en el apartamento de Annie, otras en el apartamento de Matthew. De alguna forma, siempre encontraban la excusa perfecta para quedarse a dormir juntos. A Sam le encantaba el apartamento de Matthew, siempre en orden y limpio, las veces que él se proponía a limpiar cuando ella estaba, solía ayudarle con los quehaceres.

Sus decoraciones grises y blanco, la hacían sentir relajada. A diferencia de lo que muchas personas podrían pensar sobre este color, con respecto a que era un tono triste, Sam pensaba que era muy elegante y moderno, definitivamente Matthew tenía buen gusto.

Los fines de semana siempre se quedaban en el apartamento de Matthew, donde Sam sólo vestía alguna camiseta muy delgada sin sostén, que permitía ver los pezones de sus senos, paseándose en sensuales bragas de encaje por todo el apartamento y discutiendo con Matthew sobre que él usaba demasiada ropa en casa.

- Quítate al menos la camiseta. -le insistía tirando de ella.

De no funcionar el pedírselo amablemente, decidía usar su "Arma secreta" esa carita con la que ya había descifrado que podía conseguir todo lo que quisiera de Matthew.

Ella fruncía el ceño y hacía un puchero como si estuviera molesta, cruzada de brazos como una niña malcriada, sólo bastaban unos segundos para que Matthew sonriera y moviera su cabeza haciendo un gesto de negación, al mismo tiempo que mordía su labio antes de complacerla.

Algunas veces, Matthew se molestaba, ya que sabía que lo hacía únicamente con el fin de conseguir lo que ella quería, un disgusto que duraba sólo hasta que Sam lo sostenía por las mejillas para llenarlo de besos por todo el rostro.


Cierto día, Sam notó que Matthew siempre tomaba un libro del estante como si fuera a leer, pero siempre terminaba en dejando el libro sobre el brazo del sofá, la mesita del centro en la sala y de vuelta en el estante. Ella sentía que lo distraía de algo que seguramente disfrutaba hacer, así que, fijándose en algunos de sus libros, mientras él fregaba un par de vasos, le preguntó:

De una u otra formaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora