Capítulo 13

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Luego de su conversación, Sam tomó la mano izquierda de Matthew, se dio media vuelta colocándola sobre su hombro derecho y avanzó con él detrás de ella hacia la habitación, en donde usando sus dos manos empujó a Matthew suavemente hacia la cama.

Él se recostó sobre sus codos, mientras Sam, cruzando los brazos deslizaba por sus hombros las mangas del vestido, hizo una pausa y tomándolo de los lados, tiró de el con mínimo esfuerzo para pasarlo por sus caderas; cuando hubo llegado a sus muslos, la gravedad hizo que el vestido cayera a sus pies. Luego dio dos cortos pasos hacia Matthew quien se sentó en la cama con Sam entre sus piernas, ella colocó sus antebrazos sobre los hombros de Matthew y se subió sobre él, le sonrió y lo besó mientras desabotonaba su camisa. Inclinándose hacia adelante, llevó a Matthew a recostarse nuevamente sobre la cama. Cuando hubo desabotonado la mitad de los botones, dejó de besarlo para terminar de abrir su camisa. Apoyó ambas manos en sus pectorales y recorrió con su vista los surcos que definían su abdomen. Mordiendo su labio, desató vivazmente su cinturón, sacándolo de un tirón. Luego de desnudarlo y terminar de desnudarse sensualmente, se posó sobre él, haciéndole el amor tan apasionadamente, que Matthew había acabado en pocos minutos. Ella también había quedado exhausta, como si el encuentro hubiese demorado horas y aún sobre él, se tendió sobre su pecho, sintiendo como los brazos de Matthew rodeaban su cintura y las palmas de sus manos descansaban sobre sus nalgas, escuchando los fuertes latidos de su corazón mientras su respiración volvía a la normalidad.

Al amanecer, hicieron el amor una vez más, como si no tuvieran tiempo luego para disfrutarlo otra vez. Sam aún tenía ropa en el apartamento de Matthew para ir a la oficina, por lo que fueron directo a la galería, donde al llegar, vieron la camioneta de Annie estacionada, había llegado temprano ese día. Sam y Matthew creyeron conveniente tomarse unos minutos para hablar con Annie sobre la decisión de vivir juntos. Cuando entraron en la galería, Annie intuyó que algo especial había sucedido, correspondió sus buenos días y escuchó con atención todo lo que sus amigos le contaron.

Annie exclamó.

- ¡Wow! Me siento... tan feliz por ustedes ¡Felicidades! -dijo Annie con los ojos llorosos abrazando a ambos al mismo tiempo-. Te voy a extrañar mucho. Todas las noches eran como una pijamada. -agregó, viendo a ambos y deseándoles lo mejor.

- Yo también voy a extrañarte -contestó Sam-, pero también sé que te he robado mucho tiempo, mucho espacio y creo que con Adler podrás recuperar algo de eso. Quiero lo mejor para ti, así como siempre lo has querido para mí.

- ¡Lo sé! -dijo Annie-. Escucha Matt, si te atreves a hacerle daño, voy a romperte las rodillas. -agregó, amenazándolo con una tierna sonrisa.

- Me queda claro -respondió él, viendo en sus ojos que ella no bromeaba.

- ¡Qué bien! -terminó diciendo Annie.

Matthew se despidió de las chicas y subiendo a su auto partió hacia su oficina.

Esa tarde, Sam recogió junto a Annie, la mayoría de sus cosas, riendo y recordando anécdotas graciosas. Después de terminar, Annie tomó las manos de su amiga y viéndola fijamente le dijo:

- Sé que es el correcto, no temas y si llegas a sentir miedo, yo estaré siempre para ti.

Sam no contuvo las lágrimas y abrazó a su amiga.

- Gracias. -dijo en su oído.

Poco después, Matthew llegó por ella, subieron las cajas al auto y una vez más Sam y Annie se abrazaron.

Annie se acercó a Matthew y lo abrazó.

- Cuídala mucho -dijo Annie viendo a Matthew asentirle con esa sonrisa que dejaba ver la bondad de su corazón.

De una u otra formaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora