9. Envueltos en humo.

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Narra Alex.
Desperté antes que Abby, por lo tanto pude tomar el control, hacia fresco, me levanté y me bañe pero sin usar los típicos productos que te dejan oliendo a flores, luego de eso salí del departamento con una ropa cualquiera, me dirigí a comprar lociones y cosas que olieran a chico.

Regrese al departamento y me vestí con una sudadera negra, que por suerte se encontraba grande y cubría mis respectivos pechos, me puse unos pans, unos tenis negros, la loción y me amarre el pelo que oculte con la capucha de la misma sudadera. Use desodorante, loción y para darle un toque encendí un cigarro.

Camine hacia la escuela y podía ver cómo todos me miraban, sinceramente no me importaba mucho, que piensen lo que quieran, al fin y al cabo no necesito de ellos, Abby se hubiera preocupado pero para eso estoy.

Me encontré con Francis, pero pase de largo, no me interesaba hablar con nadie por ahora, de todas formas el ni me reconoció, era algo raro, el estaba muy pegado a Abby, no entiendo por qué, aún no se que le ve a ese chico.
Luego de un rato lo entendí, al momento que me sacaron del baño de chicas por creer que soy varón, no se cómo sentirme, me siento algo perdido porque aún no se cómo manejar esto de los baños.

No hay señales de Abby, todas las clases las tuve que tomar por ella, hice algunos apuntes, no tan ordenados y decorados como los de ella pero supongo que se entiende; muy en el fondo podía sentir que Abby no estaba bien, algo me dice que las cartas de ayer le afectaron.
Era hora de salir, me encontraba pensando en todo lo que pasó hoy y en algunas cosas que quería comprar hasta que Francis me saco de mis pensamientos, me llevo tomando mi muñeca hasta el salón de artes, al entrar comenzó a hablar.

-Abbygail, ¿que te pasa? Haz estado rara y hoy apareces vestido de chico y olienso a... ¿Es cigarro?, nadie te reconoce, todos pensaron que eras un chico nuevo o algo parecido.

-¿Y que si piensan eso?, Me sentí así y ya, que piensen lo que quieran.

-¿Abby? Esta no eres tú.

-Apenas sé quién soy, déjame hacer y deshacer, solo espero que no la dejes sola.

-¿Que no la deje?, ¿A quien?

-Abby, ¿a quien más?

-Pero, tu eres Abby.

-Mejor olvídalo, debo irme.

-Abby, si necesitas hablar aquí estoy.

-Bueno.

Salí del salón de artes y camine por los pasillos, las chicas parecían mirarme, ahora que lo pienso, si Abby fuera chico sería apuesto. Luego de un rato de pasear y lanzar sonrisas coquetas por los pasillos me dirigí a una tienda donde compre un skate negro completamente, con el que fui a casa.

La cabeza comenzaba a doler, sabía que Abby ya había despertado, parece que mi reinado por hoy a terminado o eso creí.

-¿Alex?

-Dime linda.

-¿Q-que paso?

-No se, tu dime cariño.

-¿Porque me hablas así?

-¿asi como?

-Princesa, cariño, linda...

-Porque te gusta, parece que mi voz y esas palabras para ti son... La combinación perfecta, ¿o me equivoco?

-y-yo... Creo que, no quiero salir por ahora, me siento segura aquí, ¿podrías encargarte?

-Claro, con gusto cariño, para eso estoy aquí, por cierto, ¿Necesitas algo?

-Q-quiero que estés aquí.

-Dame unos minutos y ya estoy contigo linda.

Guarde el skate y puse las cosas en su lugar para recostarme y dormir, luego de un rato desperté en el cuarto obscuro, mi sorpresa fue que está vez había una luz, era ella, se veía hermosa, estába sentada en la ventana de la casa en Italia, me miró y en cuestión de segundos estaba frente a mi, me abrazo como si hubiera regresado de un largo viaje, sus ojos dejaban caer lágrimas y sus mejillas estaban rojas, se veía indefensa.

-¿Todo bien?, ¿Que paso?

-N-no lo se, pero no me sueltes, por favor - sus sollozos me destrozaban y sus brazos se aferraban a mi.

-Nunca te soltaré, prometí estar aquí y es lo que haré, nadie te podrá hacer daño mientras yo esté, eres mía y cuídare todo esto, todo lo que somos, aun que eso implique mi muerte.

-Lo que menos necesito es tu muerte.

-No lo digo en ese sentido, solo quiero que sepas que estás segura conmigo.

Sus ojos se encontraron con los míos, su mano recorrió mi rostro con sutileza.

-Aun no puedo verte... La neblina es... Extraña, ya no es densa pero, parece un...

-¿Humo?, Tal ves el cigarro - bromee tratando de ver su sonrisa, pero no ayudo.

-Puedo ver atravez de ella tus ojos, pero ahora que lo pienso, si se parece un poco...

-Y ¿Porque no te acercas y averiguamos si es o no humo?

-Yo no fumo.

-Vamos, no te digo que fumes, solo acercate y así podemos envolvernos los dos en este humo, tal vez encontremos la llama que nos ilumine.

-No quiero ninguna llama... Solo te quiero a ti.

Se puso de puntitas rodeandome el cuello y atravesando el humo en mi rostro, juntó sus labios con los míos, eran suaves, el humo se expandió envolviendonos. Solo eramos los dos, bailando al compás de una tonada lenta, entre humo, poesía y besos que nos hacían volar cuál paloma entre nubes.

cuando su voz me llamaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora