prólogo

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Escucha el despertador a las cuatro en punto de la mañana y lo apaga perezosa y somnolienta mientras daba un bostezo largo abriendo los ojos con la vista hacia el techo justo cuando su perro de una raza dudosa y mediana se subía a la cama para darle los buenos días haciéndola reír.

— buenos días Lobo — lo acaricia mientras el perro le lame el rostro con alegría. Suspira con profundidad — otro día más — se dice para si misma.

Se levanta y se va directa a la ducha, después, baja las escaleras que la llevan al primer piso de su pequeño dúplex y se prepara la cafetera para tomar su café matutino. Mientras se hace, coge la correa, se la coloca a su perro y se lo lleva a su paseo diario.
Para estas horas, ya es de día aquí en las calles de Chicago.
Vuelve al bloque de pisos, sube en el ascensor, entra en casa y el café ya está listo para ser tomado.
Le pone el pienso a Lobo mientras se lleva la taza a la boca y le da un largo sorbo.
Mira su bolso para saber si lo lleva todo en el, lo hace todos los días, es rutinario para ella, si, es un poco obsesa del control, lo justo y necesario, o más bien, en demasía, necesita hacerlo para sobrellevar mejor los días.

Se despide de su querido amigo y sale casi corriendo de su hogar para ir al parking.
Ya va cogiendo las llaves de su coche mientras baja por el elevador y llegar a la planta menos uno en donde se resguardan todos los coches en el parking comunitario.
En su momento, decidió quedarse en este bloque de pisos no sólo por su dúplex de una habitación, terraza amplia y espaciosa en donde colocó hierva industrial para que pareciera un jardín y luego eso si, plantitas reales con mazetas de colores por toda la zona, un ancho comedor y salón con la cocina típica de la zona, americana, dando a su comedor, su baño ni muy grande ni muy pequeño, justo y especial para ella gracias a la bañera en donde podía darse sus baños para relajarse, no, también escogió este piso por el parking. 

Abre el coche, se adentra en el mientras lleva en su otra mano el termo en donde previamente había echado más café antes de salir de casa y coloca las llaves.
Arranca el motor y se pone en marcha saliendo del lugar mientras escucha la radio con las noticias matinales de un canal que desde que escuchó en la universidad gracias a unos compañeros colocados bajo las influencias de la marihuana conoció.

— ¡ buenos días Chicago! Un día más en la cadena " hoy me levanto con alegría " teniendo un día especialmente soleado.

Decía el locutor de radio con esa felicidad que siempre le hacía sonreír.
Se ríe por los comentarios de los tertulianos antes de llegar al parking del hospital, aparca el coche y sale de el con algo de prisa ya que a las cinco en punto es su hora de entrada en el trabajo.

— buenos días Bob — le dice al guardia de seguridad.

— buenos días Sarah.

Se adentra en el interior y da los buenos días a las enfermeras que va viendo pasar por su lado.
Se va directa a los vestuarios y se coloca la bata junto el pijama homologado de color azul.
Sale de nuevo mientras se recoge sus cabellos rubios con mechas algo más claras haciéndose una pequeña coleta.
Su corta melena que llega por encima de sus hombros a veces la hace desesperarse cuando algunos mechones se caen en su rostro, sobretodo por los más cortos que están escalados dándole algo de flequillo por los lados de su frente, los cuales intenta no volverse a cortar para que crezcan lo suficiente para colocarlos tras la oreja.

Ahora le da un par de vueltas al pantalón de su pijama, como siempre tiene que hacerlo para que no se le caigan.
En una tienda de ropa, estaría usando lo que sería una talla XS, la más pequeña de todas, pero claro, aquí solo usan las S y aún así parece que lleve un saco encima de lo delgada que llega a estar.
No es que esté rozando la anorexia ni mucho menos, es una de las personas más sanas que existen.
Casi nunca llegó a enfermar, algún resfriado de niña, pero a sus treinta y dos años y ya habiendo acabado su residencia después de unos casi cinco años, apenas ha vuelto a coger una gripe o resfriado común. 

PANDEMICDonde viven las historias. Descúbrelo ahora