PANDEMIC

capítulo 4

Las horas pasaban con demasiada rapidez, cada vez habían más pacientes, se incluían también los que no portaban el virus y por ello el hospital estaba sin espacio literalmente en todas y cada una de las plantas.
Cada vez que venía una ambulancia nueva, se miraban entre si totalmente anonadados por no saber como atenderlos ni cómo procesar ni dónde dejarlos.

El director del hospital estaba a punto de petar por el estrés, estaba de un lado a otro, intentando averiguar en cómo solucionar el problema del espacio hasta que escuchó a una de las enfermeras decir algo de una carpa en el exterior.
Nada más escuchar eso, le llegó la idea en la cabeza, decidió colocar una carpa en el parking del hospital para poder atender a la gente y gracias a los soldados que habían venido previamente al estar en la calle patrullando junto a la policía, consiguió tener la carpa con las camillas y todo el material necesario colocado dentro.

— ha sido una buena idea — decía Bryan al director.

— si, espero que con esto sea suficiente — contestaba mientras observaba a los militares colocar el resto de camillas que faltaban.

— ¿ qué vas hacer cuando este lleno también? Cada vez vienen más.

— tengo reunión con el sindicato y luego con el ministro de sanidad, lo más sensato sería cooperar con clínicas privadas.

— ¿ aceptarían?

— no lo sé, el resto de hospitales están igual.

— ¿ les has dicho lo de la carpa?

— ha sido lo primero que he hecho, están todos haciendo lo mismo. — cogía y soltaba aire con impaciencia. — esto irá a peor y ni siquiera sabemos que coño es esta mierda.

Bryan se cruzaba de brazos, esos brazos anchos y musculosos que conseguían estrechar su pijama de quirófano.

— ¿ qué han dicho de laboratorio?

— aún nada. El problema es que aunque todos tienen los mismos síntomas, parece que hay nuevos. Vómitos, diarreas...— cogía aire de nuevo y lo soltaba nasalmente — por desgracia hasta que no se averigüe de que clase de mutación es, no podremos hacer nada, solo mantener estables a los que sobreviven.

— han muerto más de cien personas, solo aquí en el hospital.

— lo sé, si juntamos el resto de hospitales pasan de los mil en menos de veinticuatro horas.

— mete caña a laboratorio.

— hacen lo que pueden — lo mira — están agotados.

— todos lo estamos, nadie se ha parado ni para comer. He visto un par de platos que llevaban huevos y beicon que han empezado a comer mientras pasaban por delante por que no están cogiendo un descanso ni de cinco minutos. Conozco a una enfermera que se ha puesto un pañal para no perder el tiempo.

Se lleva los dedos a los ojos y aprieta un poco, luego se pasa la mano por el pelo y soltaba el aire en un bufido. — si, estamos al límite.

— estamos sobrepasando el límite más bien John — le decía con seriedad. — no damos a basto, tienes que contratar a más personal. Las enfermeras están agotadas y el resto ya no pueden más. Tengo a dos cirujanos que se me han desmayado porque llevaban más de treinta y dos horas sin hidratarse.

— no tenemos dinero.

— pues pide más, pero no podemos seguir este ritmo, llevamos así cuatro días y te vas a quedar sin nadie porque los tendrás a todos en una cama empotrados si no les das un descanso.

Hace mueca — lo sé — suspira profundamente y baja la mirada a su teléfono recibiendo una llamada del sindicato — hablamos luego.

Se marcha con rapidez dejándolo ahí de pié observando la carpa que ya empezaba a llenarse de enfermos y enfermeras, médicos que llegaban rápidamente y se ponían manos a la obra.
Ha lo lejos ve a Courtney que iba con una niña pequeña en brazos y la colocaba en una de las camillas y empezaba a darle las compresiones torácicas sin importarle mucho el virus.
La ve comprimir el tórax contra la espalda de forma rítmica para conseguir que la sangre salga del corazón y circule por el cuerpo. En su cabeza le viene cada movimiento de ella hacia la pequeña.