PANDEMIC

capítulo 20

Llegaban a unas instalaciones cerca de unas montañas en donde nunca hubieran imaginado que pudiera haber un lugar como ese.
Se habían pasado muchas horas por carretera para llegar hasta ahí, estaban muy a las afueras de la ciudad, apenas se veían las luces.

Llegaban exhaustos, agotados por tanto tiempo en el coche sin detenerse ni un minuto para estirar las piernas y sus cuerpos lo notaban en exceso.
Vieron en las puertas a unos militares salvaguardando la zona y dejando pasar ciertos coches en concreto.

Evidentemente nadie excepto unos pocos sabían del lugar y por ello abrían las puertas de rejas sin apenas observar quien iba en los autos.
Cuando llegaron a cruzarlas, entraban en el recinto en donde parecía ser una especie de nave industrial, la cual obviamente no era, pero daba la impresión de serlo dado su altura y grandeza, con las paredes y puertas metalizadas.

Dejaban el auto aparcado y salían sin dejar de observar a su alrededor. Con mascarillas puestas en sus rostros, se encaminaban hasta una de las puertas en donde habían otros dos soldados en donde iban dejando pasar a las personas que llegaban.

Entraban en el recinto y observaban el interior dejándolos boca abiertos por las instalaciones.
Veían a otros soldados que parecían estar pidiendo la identificación de todos los que entraban en el lugar.

Uno de ellos les pidió las suyas y rápidamente se las sacaban de sus carteras.
El soldado les entregaba una tarjeta con correa en donde portaban la identificación con números que previamente había pasado por una máquina por donde con anterioridad lo hacía con los D.N.I y al entregarles las tarjetas, observaban que salía la misma documentación que en la de identidad.

Para la pequeña, solo tuvieron que entregar el documento que había obtenido para tenerla bajo tutela, lo cual, le era más que suficiente para hacerle la tarjeta de identificación.
Se iban colocando entre la multitud y escuchando las directrices de otros soldados que informaban de lo que ocurriría a partir de ahora, dándoles instrucciones de cómo ir a sus recintos gracias a los números que tenían en sus tarjetas.
Se les informaba de que eran meras habitaciones, pero que disponían de un baño y una pequeña cocina.

Les explicaban el procedimiento de la entrega de comida y materiales higiénicos, sábanas, toallas y el resto de utensilios básicos para el día a día.
Escuchaban con atención pero al mismo tiempo pensando en toda la gente que quedaba atrás, sintiéndose como los mayores hijos de la gran puta por salvarse y dejarlos ahí en la nada, esperando sus muertes.

El soldado seguía hablando, ahora que gracias a esas tarjetas, sabrían a lo que se dedicaban cada uno y por ende tendrían ciertos lugares específicos para empezar con sus labores.
Hablaba de los laboratorios, de una pequeña sala de urgencias, de otra para los niños, como una escuela para que siguieran con su aprendizaje.

Tal y como le oían decir todo aquello, con tanta frialdad, todos los presentes pensaban exactamente lo mismo, pensaban en toda la gente que había quedado atrás, a todos aquellos que habían abandonado a su suerte.
Familiares, amigos, conocidos, personas que han cruzado o no en sus vidas, estaba siendo demasiado duro para todos, pero al mismo tiempo sentían alivio por estar ahí.

Ahora los mandaban a cada uno para sus respectivas habitaciones, les dirigían a cada grupo hacia sus zonas y lo hacían entre murmullos y en estado de shock por todo lo que habían escuchado.

Cuando llegaron a sus puertas vieron que parecían una especie de bungalows, dando puerta con puerta, como si fueran unas viviendas más, como si estuvieran de mudanza, pero sin mucho que llevar en sus nuevos domicilios.
Prácticamente la mayoría solo llevaba unas cuantas maletas con algún que otro recuerdo, esos, los que habían tenido la gran suerte de estar en sus domicilios para poder recoger lo que necesitaban, el resto, les habían pillado desprevenidos y con muy poco que llevarse, ni siquiera pudieron ir a sus casas para recoger aunque fuera algo de ropa, aunque claro, por " suerte", tendrían la suficiente ahora ya que de pasada, se habían percatado que en la zona cero, en donde seria la planta baja en donde habían estado previamente, había una especie de tienda en donde parecían haber cajas de ropa y zapatos para todo aquel que la necesitara.

Sarah entraba junto a Jason en su especie de apartamento después de ver como sus parientes y amigos entraban en los suyos.
Se quedaban observando a su alrededor, Lobo parecía estar más emocionado por su nuevo hogar, viendo cada rincón, incluso en el pequeño sofá que estaba contra la pared en donde se subía con facilidad encontrando la comodidad y dando a comprender que ya había encontrado cama.

Miraban cada detalle del lugar, la cocina era pequeña y estrecha, prácticamente pegada con una puerta al costado en donde mandaba directamente al cuarto de baño que también era pequeño.
Una ducha pequeña, una lavadora y secadora también estrechas y el retrete en el rincón. 
Luego veían la otra puerta, justo al lado en donde estaba el sofá, fueron hasta ahí, abriéndola lentamente descubriendo ahora la habitación.
Una cama de matrimonio y un armario empotrado.

Todo era sencillo, muy simple, los muebles eran de madera con un color beige dando algo de claridad el lugar, ambos suspiraron, pero no fueron los únicos.
Todas y cada una de las personas habían tenido la misma sensación, haciendo el mismo suspiro, sentándose en sus camas, sillas o sofás en silencio, encendiendo sus televisores, esperando que algo ocurriera.

Eso pasaría unos días más tarde, sabiendo que algunos periodistas, también habían sido " salvados " de la pandemia y que daban las noticias a primera hora de la mañana de ese décimo octavo día.
Se quedaban observando sus televisores mientras desayunaban avena con leche, por ahora, la comida era la justa y necesaria hasta que todo pudiera calmarse, el silencio se hizo más presente en sus nuevos domicilios.

>> acabamos de saberlo gracias a las unidades del ejército que han estado todo este tiempo informando de la situación.
El virus, ha acabado con todo ser ser humano dando el completo silencio en las calles. <<

Pausaba brevemente mientras cogía aire y lo soltaba, sus ojos se humedecian, no podía evitarlo.

>> los gobiernos a raíz del mundo, han acordado salir a las calles de nuevo para poder quitar los cadáveres en las calles.<<

Tragaba saliva mientras intentaba calmar su respiración.

>> también han llegado a un acuerdo para empezar el bombardeo a la única zona en donde no ha habido ni un solo contagio.<<

Decía refiriéndose a los yedaistas y cogía de nuevo aire.

>> los gobiernos tienen muy claro que los pocos que hemos sobrevivido gracias a lo que ahora llamamos " la cúpula ", seremos los únicos supervivientes del planeta tierra.

Miraba ahora hacia la cámara y apretaba la mandíbula con dureza.

>> empieza la guerra nuclear, empieza...la ley marcial.<<

Concluía con eso último dejando de nuevo el silencio entre todos los ciudadanos, pero no solo ellos estaban de ese modo.
En cada rincón del planeta, había una cúpula en cada país en donde un grupo en concreto de personas, estaban en esas cúpulas sobreviviendo al desastre y a los que vendrían a partir de ahora.

No sabrían por cuanto tiempo más estarían en esa situación, después de saber, que soltarían bombas nucleares, iban a destruir a los que les pusieron en esta situación, iban a vengarse por todas y cada una de las víctimas que ahora estaban siendo recogidos por los soldados que salían con trajes de protección nuevas.

Ahora solo quedaba sobrevivir y esperar para que ninguno de los que volvieran, trajeran el virus, algo que, evidentemente no iba a ser así...

Fin.

....

Amores !!!
Si, lo sé, no es una de las historias típicas mías , lo reconozco, pero necesitaba quitármela de la mente...
Espero que os haya por lo menos puesto a pensar en que todo esto, podría habernos sucedido a nosotros, podría haber ido a peor...hemos tenido suerte.
Un abrazo enorme y hasta la próxima ❤❤❤