capítulo 13

50 12 5
                                    


Rusia

Gritaba sollozante mientras se llevaban a su esposo hacia la morgue mientras que una enfermera la cogía desde atrás,  impotente por escucharla llorar desesperada.

— tranquilizate, por favor Irina.

Ha la rusa le fallaba el cuerpo y caía al suelo de rodillas llevándose a la enfermera casi también al suelo.
El dolor era demasiado intenso, no podía ni siquiera abrazar a su esposo por el contagio.
Lo habían traído del ejército después de que unos días atrás y en mitad de la calle mientras patrullaba junto a la policía, cayera al suelo de repente por la fiebre.

No podía parar de llorar, sus ojos azules e intensos, ahora estaban bañados en lágrimas e hinchados por el momento.
Sentía que se le partía el alma, no podía parar, uno de sus compañeros Pyotr, le pinchaba un sedante en el brazo para que pudiera relajarse.
Al acto, Irina casi caía de costado en el suelo si no la llegaba a agarrar él, la cogía en brazos y se la llevaba del pasillo hacia la zona de descanso en donde estaban un par de doctoras del turno anterior descansando.

Al verlo con ella entre sus brazos, supieron al momento lo ocurrido y sus ojos ya estaban dispuestos a derramar lágrimas al verla a ella en ese estado de sedación, imaginando el punto en el que tendría que haber estado para que Pyotr la tuviera que sedar.

La colocaba en la cama de abajo de la litera y soltaba aire con impaciencia.
— no la desperteis — les decía a las doctoras que asentían repetidamente mientras se secaban las lágrimas.

Pyotr, salía de la habitación y caminaba por el pasillo con rabia.
Había perdido a compañeros, amigos, familiares...
Estaba al borde del colapso, tragaba saliva y apretaba su mandíbula con dureza por la rabia que tenía en su interior.

— ¿ cómo está? — le preguntaba uno de sus mejores amigos que al verlo, no dudó en seguirle. Al ver su estado de enfado, lo guió cogiéndole del antebrazo y lo llevaba a la zona de descanso en donde solían ir a comer teniendo una mesa, nevera y un par de sofás en donde de vez en cuando se reunían en los descansos. — vale.

Nada más entrar y que Yakov cerrase la puerta tras de sí, Pyotr lanzaba un vaso de cristal que estaba encima de la mesa contra la pared haciendo que se rompiera en mil pedazos.

— ¡ me cago en todo! — gritaba fuertemente mientras se quitaba el mono transparente.

Yakov se quedaba apoyado en la puerta suspirante, escuchándolo maldecir en silencio.

Pyotr se colocaba los brazos en jarra mientras cogía y soltaba aire para calmarse.
La rabia, la impotencia, el dolor y el enfado lo invadían por dentro, lo consumían hasta el punto de llevarlo al límite.

— ¿ mejor ? — le preguntaba con tono suave pero firme.

Se daba la vuelta y volvía a apretar sus dientes con dureza. — ya no se que más hacer.

— ninguno lo sabemos.

— están muriendo todos. — agachaba la cabeza.

— lo sé — se acerca a él y coloca una mano en su hombro. — lo único que podemos hacer es ofrecerles el menor dolor posible.

Elevaba la cabeza al techo y luego la volvía a la misma posición que
antes. — no es suficiente.

— pero es algo.

Se pasaba los dedos por los ojos, apretando un poco la zona sin dañarse.

— no puedo dejar de escuchar el puto pitido.

— yo tampoco.

Ambos se miraban ahora con complicidad.

Japón

PANDEMICDonde viven las historias. Descúbrelo ahora