capítulo 9

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El gobierno daba por fin el estado crítico, la gente cada vez estaba más temerosa y preocupada por la situación, apenas salían de casa y aún así, muchos de ellos acababan en el hospital infectados por el virus.
Otros morían en casa sin ser hallados hasta días más tarde por llamadas de los vecinos ante el mal olor.
En los laboratorios, habían dejado de lado el resto de vacunas dedicándose exclusivamente ante esta pandemia global, buscando soluciones, vacunas para convatirla, aunque sin mucho éxito.

En los hospitales de alrededor del mundo, tenían reuniones vía videollamadas entre ellos, hablando de la mala gestoría de sanidad, las pocas ayudas que recibían, pero sobretodo del poco material que les mandaban.
Cada vez tenían menos, y apenas cubrían las necesidades de los pacientes ni de los trabajadores.

Mientras habían discusiones en los gobiernos, directores de hospitales, sanidad, ministros, senadores y gobernantes, los médicos eran los que pagaban el pato.
Cada vez se sentían más agotados, apenas dormían ocho horas seguidas ya que los turnos rotatorios cada vez eran menos.
Apenas iban a sus domicilios, muy pocos de ellos se marchaban a casa para cambiar sus ropas, la gran mayoría limpiaban su ropa interior en la lavandería del propio hospital para no tener que salir de este.

Sarah luchaba por un niño de nueve años que había sobrepasado la fiebre más alta y estaba intuvado desde hacía dos días.
No fue suficiente todo lo que llegaba hacer por él, la muerte se lo llevaba ante sus ojos, los de Tessi y su propia madre también infectada pero a través de la cortina de plástico de la UVI.

Se escuchaba el pitido de la máquina otra vez, haciendo que la madre cayera al suelo de rodillas, sollozando con desespero y gritando sonoramente.

— ¡ no por favor! — lloraba sin cesar. — ¡ mi pequeño!

Una de las enfermeras que estaban tras la cortina, la acogía como podía sin poder darle consuelo.

— hora de la muerte, tres menos cuarto de la madrugada.

Decía Sarah. Luego miraba a la enfermera y le daba un gesto con la cabeza haciéndola entender que podía entrar la madre.

La enfermera ayudaba a la debastadora mujer a levantarse y llevarla al interior de la habitación mientras que Tessi ya le había quitado el tuvo para respirar.
Solo fueron unos segundos que se quedaban las tres presenciando esa escena tan horrible.
La madre se llevaba a su hijo en brazos y lo acunaba hacia delante y hacia atrás sin dejar de llorar.

Sarah tragaba saliva y salía de ahí rápidamente junto a Tessi mientras que la otra enfermera se quedaba intentando salvaguardar la apariencia y su estado emocional que duraría poco, no pudo aguantarse y fue hacia la madre para consolarla mientras la abrazaba.

— esto es una mierda — decía Sarah con enfado.

— si — contestaba Tessi con un hilo de voz haciéndola girarse.

— no, Tessi te lo pido, no te desmorones ahora.

Colocaba sus manos encima de los hombros de ella con autoridad.

— lo siento — se aguantaba la lágrima que ya caía por su mejilla.

Fruncía el ceño — Tessi por favor — se la llevaba a los brazos mientras ella se derrumbaba. — tienes que ser fuerte, es duro, lo sé, pero tenemos que resistir.

— no puedo ver a más niños, no puedo Sarah.

Hacía mueca, si, sabía como se sentía, pero sacaba fuerzas de donde fueran para no derrumbarse como ella, si lo hacía, no podría sobreponerse.

— si que puedes — se separaba un poco de ella mientras enfermeras y médicos pasaban por su lado. Nadie decía nada, todos estaban pasando por lo mismo, se habían encontrado con la misma situación y por ello empatizaban. — si que podemos, miranos. Estamos luchando segundo a segundo y no vamos a dejar de hacerlo. Si, seguramente perderemos más pero eso no significa que dejemos de intentarlo, conseguiremos por lo menos salvar a uno.

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