Oban, dos meses después de la caída de Marcus Armstrong
La mañana estaba hermosa, perfecta para meditar en el jardín. Durante sus visitas a Shanghái y Bengala Occidental, Gordon aprendió que era una práctica reconfortante, lo ayudaba a centrarse e iniciar el día con buenas vibras.
—Excelente forma de despertarse, caballero —dijo una rubia que avanzaba hacia la mansión.
—Disculpe, esto es propiedad privada —el hechicero se incorporó e interceptó su paso.
Ella lo recorrió lentamente con la mirada. Era un hombre muy atractivo, y con un gusto exquisito para la indumentaria, debía admitir. Llevaba un juego de pantalón y camisa de hilo blanco, cuya transparencia permitía que admirara su abdomen plano, los musculosos brazos y la cruz celta tatuada en el lado izquierdo de su pecho. Tenía los ojos celestes e intensos, el cabello rojo y las mejillas ligeramente sonrojadas.
—Mmm, tú me recuerdas el pastel de zanahoria. Yo adoro el pastel de zanahoria —murmuró a escasos centímetros de su oreja—. Tranquilo, muñeco, soy Gena, la hermana de tu cuñada. No me comeré a nadie, a menos que alguien lo desee, claro.
El joven permaneció en el lugar, observando cómo la americana se alejaba con un sensual movimiento de caderas.
* * *
—¡Aline! ¡Sal a recibir a tu hermana, perra! —exclamó Gen desde la sala.
Ali llegó al cabo de varios segundos, acompañada por un chico de complexión fuerte y mirada verde. Estaba preciosa, y muy embarazada.
—¡Oh, cariño! Cuánto te extrañaba —ambas se fundieron en un cálido abrazo—. Ven aquí, fortachón —hizo un gesto para que Aiden se uniera al abrazo—. Gracias por darle tanto amor. Hace mucho tiempo que no veía esa sonrisa en su rostro.
—No es nada. De hecho, ella fue la que me sacó de las sombras, es mi luz —respondió el Laird, acariciando la panza de su prometida.
—Sí, ya me contaron la historia de la piedra, el sexo increíble y la lucha contra criaturas de la oscuridad. No pongas esa cara, soy menos escéptica que tu noviecita. Sabía que en algún momento, recibiríamos una prueba de que la magia existe.
—Gena, desearíamos quedarnos, mostrarte el pueblo, pero ahora mismo tenemos que realizar un viaje de negocios, y tardaremos bastante en regresar.
—Bueno, no se preocupen, me quedaré con el pelirrojo gruñón.
—¿Segura?
—Por supuesto.
—Linda, hay que ir al aeropuerto. Encantado de conocerte, Gena —Aiden posó un beso en la mejilla de la rubia y se marchó junto a Ali.
Conociendo la magnitud de la casa, la joven buscó un cuarto en la planta superior y acomodó sus objetos personales meticulosamente. Después, tomó una ducha. Sí, veinte minutos debajo del agua la ayudarían a recuperarse del viaje.
Eso le recordó los documentos que necesitaba revisar antes de darle inicio a sus autoproclamadas vacaciones. Se puso una tanga de encaje negro y el viejo sostén deportivo que usaba para dormir.
—Ok, ya estoy cómoda. Manos a la obra.
* * *
Gordon llevaba media hora en el limbo. Por algún motivo ajeno a su comprensión, no lograba sacarse a Gena de la cabeza. Era una descarada. Lo había mirado como si su cuerpo fuera una tableta de chocolate, eso por no recordar que lo comparó con el pastel de zanahoria.
—Tendré que buscar la receta del postre —el hechicero estalló en carcajadas.
En sus cuatrocientos veintitrés años, nunca vio a una mujer tan linda y sensual. Llevaba el pelo corto, al estilo de Beyoncé en el video de Drunk in Love, sus ojos eran grandes y expresivos, grises como la plata fundida. Al igual que Ali, tenía la piel bronceada, pero mostraba una figura más voluptuosa. No pasó desapercibido la rendondez de su trasero, o el busto generoso que lucía bajo el escote atrevido de su blusa.
—Creo que la deseas —susurró una voz masculina que él conocía muy bien.
—¿Angus? ¿Qué haces aquí? —se dirigió hacia el despampanante rubio de mirada azul.
—Somos viejos amigos, Gordon. ¿Recuerdas que te bendecí hace tiempo? Huelo a campanas de boda.
—Claro, ya habló Cupido, debo correr hacia una tienda, comprar un anillo y pedirle casamiento a Gena.
El dios de cabellera dorada puso los ojos en blanco.
—No seas dramático. Yo no invento el amor, solo ayudo a que las personas lo experimenten, a que se den cuenta de lo patética que puede llegar a ser la humanidad ante la carencia de sentimientos.
—Sabes perfectamente que soy célibe. Solo me dedico a trabajar y a adorar a mis deidades.
Angus lo miró con lástima. Él había apostado mucho en el romance de Gordon y Larah, y presenció cómo el muchacho se marchitó después de asesinar a su novia, cómo terminó encerrándose en una nube negra, pero cambiaría esa situación. Gordon MacQueen era un hombre bueno.
—No puedes continuar así, tratándote como si no valieras nada.
—¡Esta conversación acabó!
El muchacho salió disparado hacia el patio trasero que conectaba con el bosque. La calma preponderante de la noche fue sustituida por un diluvio torrencial.
—¿Pretendes seguirme, Angus?
—No, viejo amigo, pretendo mostrarte la magnitud de tus errores. ¿Tan rápido te conformaste a la soledad?
—No todos conseguimos un final feliz —contestó abatido.
—No, solo los justos obtienen dicho privilegio —refutó el dios—. Eres una criatura nacida del amor, Gordon. Está en tu modo de actuar, en los sacrificios que realizaste para salvar a tu hermano, en la gentileza con que tratas a tu cuñada... en cómo te late el corazón al pensar en Gena; pero ya ni siquiera puedes notarlo, así que te daré un empujoncito. Esta noche destruiré la armadura que construiste después de aquel día. Vamos a recuperar al viejo tú.
Angus tocó el pecho del highlander, hechando a un lado el manto negro que lo cegaba, enterrando el dolor.
Que la pureza de la lluvia aclare tu mente, viejo amigo. Hoy, resurgirás de las cenizas, como el poderoso ave fénix, y mañana, cuando despiertes, verás el mundo con sus verdaderos colores. Se acabaron los matices oscuros.
Y así, debajo de la tormenta, Gordon fue bautizado por las deidades de la naturaleza, como si se tratara de un segundo nacimiento, de una segunda oportunidad obsequiada por el mismísimo dios del amor. De ahora en adelante, las cosas serían diferentes para el mago...
ESTÁS LEYENDO
El encanto de las Highlands (Libro # 2 de El reino del highlander)
RomanceLa paz ha llegado al pueblo de Oban. Aline y Aiden no pueden ser más felices, pero no todo termina aquí, porque Gordon MacQueen está a punto de conocer a una persona que revolucionará su vida. Esta es la historia de amor de Gordon y Gena. 19/10/21:...