Capítulo 16

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Larah estaba más muerta que viva. Su cuerpo, su espíritu, se habían marchitado. Pero no pensaba abandonar este mundo sin antes vangarse de Gordon. Si no le había dado motivos suficientes para que la amara, iba a darle una razón, y solo una para que la odiara como a nadie. Con las pocas fuerzas que le quedaban, regresó al siglo XXI. Esa Aline Cox y su mocoso no tenían quién los defendiera, por no hablar del bastardito de Gena.

-No será tan difícil después de todo. Aún me queda una de las cadenas de Belial. N-nunca s-se la devolví. Los haré sufrir.

Mientras tanto, la alcoba del príncipe infernal de abría con una patada estruendosa. Cuando el demonio mandó a buscar a su amigo Alistair, lo puso al tanto de los pormenores, así que el hechicero fue en busca de su alumno. Una llama de furia y celos quemó al Laird. ¿Qué hacía su mujer en el lecho de aquel infeliz? ¿Y por qué le sonreía tan cálidamente?

-Apártate de ella -rugió encolerizado.

-Mi pastelito -Gena se llevó una mano a la boca al ver cómo Gordon arremetía contra el diablo rubio.

-Esto es tu culpa.

-¿Mía? ¿En serio, pelirrojo? Si hubieses insinerado bien el cuerpo de aquella desgraciada, nunca habría escuchado su súplica. Durante años, abrigaste a tu peor enemiga, la alimentaste, te acostaste con ella. Se suponía que tú, más que nadie, debías saber qué pasaba por su cabeza. Te lo digo por experiencia propia, nunca le des la mano a alguien que se arrastra en el fango, si está allí, es porque algo hizo para ganarse esa miseria. Ahora, quítame las manos de encima. No le he hecho nada a la rubia apetitosa.

-Es cierto, mi amor. Belial curó mis herida, me liberó. Yo confío en él -agregó Gen con voz conciliadora.

El hechicero era un hombre de paz y muy pocas veces se dejaba llevar por la ira o los celos. Si Belial tuvo ese gesto con su mujer, independientemente de las miradas que le lanzaba, ya lo consideraba un amigo.

-Perdón. Estoy en deuda contigo por salvarla.

-Y a nuestro bebé -comentó ella.

-¿B-be-bé? -balbucéo anonadado.

-¿Saben qué? Hay vino para todos, caballeros. Démosle a la pareja un poco de intimidad.

Los chicos captaron la indirecta del demonio y abandonaron la habitación de inmediato. Gordon miraba a su esposa como si fuera la criatura más perfecta del mundo. Después de una larga existencia caminando entre las sombras, nunca volvería a estar solo.

-Me enteré hace tres semanas. No sé si lo recuerdes, pero fui apuñalada, yo...

-Me acuerdo de todo -sentenció él-, caíste en ese lago, tu cuerpo lleno de cuchilladas.

La rubia formó una pequeña "o" con los labios. No esperaba que Gordon hubiese recuperado la memoria, sin embargo, las cosas serían más fáciles de ahora en adelante; porque se necesita mucho para guiar a una persona cuya mente nada en las sombras y la ambivalencia.

-Entonces, estoy hablando con "mi" Gordon, el hombre del que me enamoré.

El muchacho asintió levemente e hizo un gesto para que continuara.

-Dagda y Belisama me resucitaron. Ahora soy una sacerdotisa, una bruja -cerró la mano y un brote de luz encandeció sus nudillos-. Tu hermano y yo vinimos para traerte a casa... y acabar de una vez y por todas con aquella loca.

Al cabo de un minuto de silencio, Gordon dibujó una sonrisa ladina en su rostro.

-Ustedes las mujeres de la familia Cox-Statham son guerreras natas -afirmó descansando su frente en la de ella.

-Lo hacemos todo por amor -respondió la joven besándolo suavemente-, te necesito... necesito tu calor.

El pelirrojo la miró con lujuria antes de quitarse toda la ropa y despojarla del vestido ligero que llevaba puesto.

-No quiero ni imaginar que Belial te vio desnuda.

-Cariño, ¿quieres que hagamos el amor o que te diga lo que ya sabes? Vamos, no me mires así -lamió su cuello seductoramente y posó la mano en su cuello-, todo esto es tuyo.

-¿Mío para besar, lamer, morder y chupar? -susurró mientras la penetraba.

-Todo, todo tuyo, Gordon.

Ambos dejaron que la pasión los guiara, para saciar el anhelo de los días oscuros en que permanecieron separados.

* * *
-Tía, extraño tanto a mi madre. Espero que esté bien -Andrew emitió un suspiro quejumbroso.

Aline miró a su sobrino con ojos cariñosos. Desde que Gena lo adoptó, ese chico solo veía por ella. Antes del nacimiento de Jamie era el niño mimado de la familia.

-Oh, cielo, ven aquí. Tu madre es una de las personas más fuertes que conozco. Va a regresar, solo debemos ser pacientes. También hecho de menos a tu tío Aiden y a Gordon -le besó una mejilla.

-Pero qué momento tan conmovedor. Jaja, patético.

Larah se apareció en la sala de la mansión, con las ropas sucias y rotas, el rostro desfigurado y una sonrisa macabra.

-Aiden me cae bien, pero eligió muy mal.

-¿Quién es esta señora?

-Ah, ah. Cállate, mocoso. Los niños no se meten en pláticas de adultos.

-Tú eres Larah, ¿verdad? La zorra que apuñaló a mi hermana.

-Lo soy, y ustedes se vienen conmigo.

Con un ligero movimiento de manos, dos sogas asfixiaron fácilmente sus pescuezos. No los iba a matar al instante. Primero se divertiría un poco.

El encanto de las Highlands (Libro # 2 de El reino del highlander)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora