Una vez casados, los novios marcharon hacia su recámara, llenos de ansias y pasión. Gena desnudó a su marido lentamente, admirando cada rincón de ese cuerpo atlético y firme que la volvía loca.
—¡Oh, Dios! No sabes cuánto te amo —se mordió el labio, exitada.
—Gena —la agarró de los hombros—, una cosa es que accedas a casarte conmigo y otra es que sientas cosas por mí. Cariño, no estás obligada a decirme estas cosas.
—Gordon, pastelito, yo no miento a la hora de declarar mis emociones, ni se las obsequio a cualquiera, pero te quiero, y eso es genuino.
¿Acaso lo había llamado pastelito? Ese apodo se le hacía familiar. De hecho, le gustaba.
Ella notó el brillo de sus lindos ojos azules. Mi bebé me desea.
Se quitó el sostén y la pequeña tanga y lo empujó en dirección al lecho cubierto de pieles.—Nena, ven aquí. No tienes ni la mínima idea de lo duro que me pusiste con ese bailecito exótico. A partir de ahora, solo danzarás en privado, para tu esposo —le habló duro, en un tono sexy—. Pienso devorarte.
Le abrió las piernas e introdujo la lengua en el sexo de la joven. Lentamente, trazó círculos sobre su clítoris, le chupó la vulva con parsimonia, mientras apretaba su trasero. Gena llevó las manos al pelo de su amante y comenzó a gemir como posesa. Él continuó estimulándola, esta vez utilizó los dedos para masajearla. Sus jugos eran pura miel, néctar que adoraba tomar.
—¡Por Dagda! Tienes un trisquel sobre la vagina —advirtió—, ¿Sabes lo caliente que es eso?
Volvió a chuparla, con más agresividad. ¡Oh, sí! La hizo venirse en su boca tres veces.
—Bebé, déjame montarte.
—Tus deseos son órdenes, mi reina.
Gena se introdujo en él, rápidamente, hambrienta del hombre al que amaba. El semen del orgasmo previo ayudó a lubricarla y hacer los movimientos más ágiles. Lucía perfecta, sus grandes pechos rebotando mientras lo tomaba.
—¿Juntos, nena?
—Juntos —asintió realizando una última estocada que arrasó con ambos.
Al cabo de unos minutos, Gordon reposaba sobre el vientre de su mujer.
Loving you it feels so right,
I'll be loving you all night,
I'll be loving you all night,
I'll be loving you all night.You're my only tentation,
you feel like a vacation,
you feel like a vacation,
you feel like a vacation.—Espera, qué canción es esa.
—¿Te gusta? —le regaló una tierna sonrisa.
—Sí, me parece conocida.
Por supuesto que le parecía conocida. Era el tema que habían bailado después de la boda de Gena y Aiden. Los bonitos recuerdos que atesoraban rompían la barrera del hechizo lanzado por aquella bruja.
Muy pronto, mi amor. Volverás a ser el mismo de siempre.
* * *
El día siguiente fue tranquilo y apacible, hasta que Larah irrumpió en el comedor.
—¡¿Cómo pudiste, Gordon?! A mí me rechazas, pero desposas a la primera furcia que viene a nuestro clan —gritó enloquecida—, no se juega así con los sentimientos de una persona.
—¡No te atrevas a lavantarme la voz! Lo que tú y yo tuvimos acabó hace mucho tiempo. Ahora estoy con Gena, ¿comprendes?
¿Gena? ¿Cómo que Gena? Ni siquiera había notado a la rubia de ojos grises sentada a la derecha del Laird.
—P-p-pero cómo. ¡Maldita seas! ¡Yo te maté! ¡Yo te maté!
—Espera, ¿de qué habla? ¿Ya ustedes se conocen? —preguntó confundido.
—Sí, ella causó muchos estragos en mi vida anterior. Es una satánica profana que seguramente se revuelca con algún demonio para no verse como una vieja —afirmó taladrándola con la mirada —, y eso no es todo. Estás bajo la influencia de un hechizo, Gordon. Hay muchas cosas que no recuerdas, cosas importantes.
La idea de que alguien lo maldijera sonaba absurda, sin embargo, sufría unas migrañas terribles y en las noches soñaba con personas cuyos rostros no veía claramente.
Pero lo más extraño era que en las últimas semanas no lograba invocar a sus deidaes. Sentía su visión espiritual muy débil, y mientras más se esforzaba más cansado terminaba.
—Uno de los motivos de mi llegada fue la necesidad de salvarte de sus garras, amor. Si continúas bajo la influencia de su magia negra, perderás tu identidad, hasta convertirte en una marioneta vacía y sin emociones.
—¡Cállate! —los ojos de la hechicera se volvieron negros en su totalidad —, si tengo que volver a asesinarte, lo haré con gusto.
El físico de Larah se distorsionó por completo, revelando a una criatura de piel arrugada, carente de pelos, con garras grotescas y horribles colmillos.
Así que este es el verdadero rostro de la bestia.
—Gordon, pásame una espada —, bien, bruja, esto es entre tú y yo.
Larah arremetió contra ella, furiosa y soberbia. Lanzó bolas de energía oscura que Lisa logró esquivar fácilmente, gracias a su entrenamiento. Ambas danzaron bajo el filo de las espadas, haciéndose cortes, sudando, batallando con todo.
—¡Basta! Esto se acaba aquí. Belial, te ruego que me prestes tu cadena de fuego para derrotar a esta contrincante —murmuró la hechicera.
Unos grilletes encendidos aparecieron en el cuello de Gena. El calor la asfixiaba de una forma lenta y dolorosa. Gordon, que hasta ahora no había reaccionado, salió en defensa de su mujer; porque incluso sin sus poderes, era uno de los mejores guerreros de Escocia, y su puntería nunca fallaba.
—¿Crees que con eso l-la s-s-salvarás? —inquirió Larah al sentir la punta de una lanza incrusrada en su estómago—, voy a matarte mientras la estrangulo a ella.
—¡N-n-no! —exclamó Gena débilmente.
—¡Oh, lo siento! ¿Dijiste algo? No te escuché. Ustedes, al igual que sus dioses son unos charlatanes, enquencles y fraudulentos. ¡¿Me oyen?! Estoy a punto de aniquilar a sus protegidos. ¡¿No quieren realizar una demostración de la omnipotente magia celta?!
La burla de Larah realmente incentivó a las deidades. Ya estaban cansados de que subestimara la fe en el panteón irlandés. Belisama se metió en el cuerpo de Gena, irradiando una luz cegadora.
—¿Querías una demostración, Larah? Aquí la tienes.
Los rayos luminosos de la diosa quemaron la piel de la bruja sin compasión.
—Me parece que tú morirás hoy —afirmó Gordon.
—No, esto no ha acabado. Volveré —juró la bruja antes de desvanecerse.
El Laird abrazó a su esposa, preocupado
—¿Estás bien?
—Sí, no te preocupes.
—Mi mente es un pozo sin fondo, no recuerdo nada.
—Tranquilo, mi amor. Prometo que las cosas mejorarán.
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El encanto de las Highlands (Libro # 2 de El reino del highlander)
RomanceLa paz ha llegado al pueblo de Oban. Aline y Aiden no pueden ser más felices, pero no todo termina aquí, porque Gordon MacQueen está a punto de conocer a una persona que revolucionará su vida. Esta es la historia de amor de Gordon y Gena. 19/10/21:...