Capítulo 6

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Los días siguientes resultaron más tranquilos. Gena se dedicó a realizar algunas actividades benéficas, como servir el almuerzo en comedores públicos y visitar el orfanato de Oban. Los niños escoceses eran preciosos y se portaban muy bien, la verdad.
Fue maravilloso ver sus sonrisas de felicidad cuando abrieron los presentes que compró para ellos. Incluso, jugó a las princesas con varias pequeñas.

—Quisiera tener una mamá como tú —dijo Briana, una niña de seis años.

El corazón se le encogió al escuchar esas palabras.

—Preciosa, cualquier persona sería afortunada por tener a una niña tan linda. ¿Sabes que me recuerdas a alguien que quiero mucho? —inquirió jugando con uno de sus mechones rojos.

Briana negó sonriente.

—Tiene exactamente el mismo color de tus ojos, el pelo color zanahoria y unas mejillas rosaditas como las tuyas.

—¿Me parezco a Gordon? —dedujo la chiquilla.

—Sí, dulzura.

Volteó hacia su pastelito, que sostenía una animada plática con las trabajadoras sociales. Cuánto lo amaba.

—Bri, ¿qué hacer cuando sientes cosas por una persona y no encuentras la forma de contarlo?

—¡Oh, vaya! Los adultos son complicados —se puso la mano en la frente.

El gesto le sacó una sonrisa a Gena, que no pudo resistirse y terminó llenándole la cara de besos. La niña era tan cariñosa que se dejó abrazar sin la mínima resistencia.

—Bueno, si lo tratas bien, le haces regalos bonitos y pasas todo el tiempo a su lado, notará que estás enamorada de él, porque es obvio que te mueres por Gordon.

—Gracias, nena. Es el mejor consejo que me han dado. Debo irme, pero prometo visitarte más seguido. ¿Ok?

—Ok, hasta luego.

                          * * *

Durante el viaje, también realizaron una breve parada por Highlander's Kindom, con el objetivo de que Gen conociera la empresa.
Los trabajadores fueron muy amables y también mostraron mucha eficiencia en cada área.

—¿Opinión de experta? —inquirió el highlander.

—La estrategia de marketing es fuerte, los precios razonables y la oferta, inigualable. Oban posee una belleza mágica. Los turistas pueden aprender y disfrutar mucho viniendo aquí.

—A Aiden le costó bastante aprender a dirigir los negocios. Tu hermana lo ayudó incondicionalmente. El fruto de sus esfuerzos se aprecia en el prestigio que hemos alcanzado.

—Y eso que odia los números. Esos ojazos verdes del Laird MacQueen hacen maravillas.

El pelirrojo la miró mal. Recordó la vez en que andaban cogiendo encima del escritorio. De no ser porque abrió la puerta antes, aquellos ejecutivos los hubieran atrapado.

—No te pongas celoso, bebé. Más me gusta tu mirada azul. Ahora, llévame a una joyería. Hay algo que deseo comprar.

—¿Y la palabra mágica? —la acorraló contra la pared.

Ambos sabían que lo que él deseaba no era un "por favor", así que Gen acunó su rostro en sus manos y lo besó apasionadamente. Su lengua se movía de una forma sensual, saboreaba el aliento dulce del hombre al que ansiaba.

—¿Satisfecho? —cuestionó con la respiración agitada.

—Andando, señorita.

Mientras Gordon aguardaba en la puerta del local, ella veía los anillos detalladamente.

—¿Necesitas ayuda? —inquirió un chico muy buen mozo, de cabellos negros y ojos color miel.

—Sí, busco una sortija, estilo masculino, que ponga algo lindo en su interior.

—Veamos —sacó una caja aterciopelada—, estos los guardo para ocasiones y peticiones especiales.

Las piezas eran auténticas y muy bien diseñadas, pero solo una saldría vencedora, por lo que eligió una alianza de plata, con pequeñas aguamarinas incrustradas alrededor. En la parte interna tenía un grabado en latín: Ad æternum.

—Para la eternidad —tradujo la frase—. ¿Cuánto cuesta?

—Es un regalo.

—¿Cómo crees? No podría aceptarlo. Esto vale una fortuna...

—Gena —la sorprendió al llamarla por su nombre—, la gente viene a mi establecimiento buscando consejos, a veces, soluciones. Tu dilema no acabará al momento en que pagues una tarifa, sino cuando te llenes de valor para darle frente a lo que significa Ad æternum.

No te preocupes, lo que sientes por Gordon te guiará hacia la luz, incluso si te envuelve el mismísimo poder de la tiniebla.

—¿Quién eres?

—Yo existía antes que los hombres. Estuve allí para guiarlos, protegerlos y velar por sus pueblos. Mi nombre es Teutates. ¿Aceptas el obsequio?

La rubia asintió, casi hipnotizada. Últimamente, sus experiencias personales sobrepasaban los límites de la realidad, sin embargo, no le perturbaba, de modo que no le dio más vueltas al asunto.

Para sorpresa de ambos, Aline y Aiden habían regresado a casa. Las hermanas lloraron bastante, pues a pesar de haberse visto tiempo atrás, no pudieron abrazarse durante un largo rato y disfrutar de una buena charla.

Ali aprovechó para revelar los detalles acerca de la horrible experiencia en la mazmorra de Armstrong y enfatizó su deseo de seguir adelante y olvidar el pasado.

—Sea como sea, Lisa recibió su merecido, por perra. Te juro que nunca he golpeado a una persona con tantas ganas.

—Bueno, ya que la zorra no representa una "amenaza", puedes ayudarme con los preparativos de mi boda.

—Claro que sí. Serás la novia más bonita del mundo. Por cierto, Aiden está como un queso. Escalaste alto, mujerzuela.

—¡Oye! Tú no cambias —protestó entre carcajadas—. Te extrañé.

—Y yo a tí, cariño. Muero por conocer a mi sobrino —acarició la barriga de la embarazada. Así permanecieron durante un buen rato.

El encanto de las Highlands (Libro # 2 de El reino del highlander)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora