115. Wade Wilson

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- ¿Es que no sabes ni poner una lavadora? - pregunté cabreada.

- Hay demasiados botones y no sé para qué sirven la mitad.

- Pues aprendes gilipollas, como hace todo el mundo. ¿O eres un inútil que necesita que siempre lo lleven de la mano?

- Me sorprende que tú sepas.

- ¿Perdona?

- Que viniendo de una familia de ricos estoy seguro que hasta te lavaban el culo.

Ni lo pensé. Cogí el cuchillo que había sobre la mesa y se lo tiré. La hoja se incrustó en la pared a pocos centímetros de su cara.

- Podrías haberme sacado un ojo.

- Menos mal que he fallado.

Cogió el cuchillo por el mango y lo sacó de un solo tirón. Me señaló con él y abrió la boca para decir algo, sin embargo, justo en ese momento, el timbre de la casa sonó. Wade fue a abrir.

- Por fin, me estaba muriendo de hambre - dijo al ver al pizzero.

- ¿Todo bien? - preguntó el hombre al ver el arma que llevaba en la mano.

- Discusiones rutinarias de pareja, estoy seguro de que sólo grita porque se aburre.

- Te he oído - le advertí.

- Era la idea - volvió a girarse hacia el repartidor - Pero, ¿qué situación no mejora con pizza?

- Era la idea - volvió a girarse hacia el repartidor - Pero, ¿qué situación no mejora con pizza?

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Le pagó al hombre y este se fue. Nos sentamos en el sofá a ver la tele y comenzamos a comer en silencio.

- ¿Sabes qué? - dijo Wade - Ha sido muy sexy que me lanzaras el cuchillo así.

Sonreí al recordar su lado masoquista.

- ¿A si?

- Si, si no hubieras estado tan ocupada gritando hubieras visto a Willy despertarse. Joder, es que me pongo cachondo sólo de recordarlo. ¿Lo mejor de todo? Cómo se movían tus pechos sin duda y...

Le interrumpí al colocarme a horcajadas sobre él y besarle profundamente.

- Tienes que dejar de hablar tanto - dije contra sus labios antes de empezar a dejar besos húmedos por su cuello y a quitarle la chaqueta.

Me cogió por los muslos y me acostó en el sofá debajo de él. Me besaba y tocaba como un animal y yo sólo tenía ganas de hacer contacto con cada centímetro de su piel.

- Perdona por llamarte mimada - dijo entre besos.

- Perdóname tú por decir que eres un inútil.

Bajé las manos a su cintura y me deshice del cinturón que llevaba. El resto de su ropa, al igual que la mía, no tardó en estar tirada por el suelo.

- Hoy me toca a mí - le dije.

Nos giró colocándose debajo con una sonrisa en los labios y los ojos brillantes de lujuria.

- Si después de gritarnos viene esto, creo que deberíamos hacerlo más a menudo.

Marvel - Gif Series / ImaginasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora