—Niños, vengan al comedor, llegó algo para ustedes —anunció un señor sosteniendo en sus manos unas cartas.Se escuchó mucho ruido, la madera crujía bajo las fuertes pisadas de tres niños que corrían escaleras abajo, cuando llegaron, el señor vio a los muchachos con el semblante serio.
—Os he dicho muchas veces que no se bajan las escaleras corriendo —reprendió el hombre de ojos claros.
Los tres niños asintieron a la vez y se miraron entre sí esperando a que el mayor de los tres dijera algo.
—Bien, en orden —agarró una de las cartas y miró a la niña que estaba a la izquierda, esta miraba deseosa con esos ojos avellana mientras soplaba uno de sus rizos que estaba en medio de su cara—. Señorita Sophia Williams, aquí tiene.
Sophia recibió la carta con mucho gusto pero no quiso verla hasta que sus amigos tuvieran la suya.
—Señor Azriel Marshall, aquí tiene la suya —el niño que se encontraba a la derecha miraba a su padre con una sonrisa de oreja a oreja y miraba la carta con sus ojos grandes bien abiertos.
Azriel agarró la carta e hizo lo mismo que Sophia, ambos miraron a la niña del medio.
—Y esta es para la señorita Evette Marshall —por último, la niña que jugaba con su trenza rubia, agarró la carta y vio a ambos lados.
Hicieron una cuenta atrás y se pusieron a abrir la carta, Hogwarts había aceptado a los tres niños y estaban demasiado contentos así que se pusieron a saltar y a abrazarse.
—Vale, sé que estáis felices pero con tanto grito acabaré con dolor de cabeza —habló Cassian Marshall—. Qué os parece si invitamos a los padres de Sophia y lo celebramos juntos.
—Me parece una gran idea, señor, nos podrían hablar de Hogwarts porque ustedes estudiaron allí —dijo Sophia educadamente.
Al cabo de un rato dos señores aparecieron por la chimenea, todos se sentaron en la gran mesa del comedor de la mansión Marshall.
—¿Pueden contarnos algo del primer día? —preguntó Azriel mirándolos a todos con su sonrisa.
—A ver, el primer día se va a la plataforma 9¾ en la estación de King's Cross, allí un tren os llevará a Hogwarts —comenzó a contar una señora con cabello rubio oscuro.
—Una vez dentro, os seleccionan para una de las cuatro casas, en ellas pasaréis 7 años, conviviendo con vuestros compañeros de casa —continuó el marido de la señora.
—¿Y cuáles son las casas? —preguntó curiosa Evette, por fin mirando a los presentes a los ojos.
—Gryffindor, coraje y valentía; Ravenclaw, ingenio y sabiduría; Hufflepuff, lealtad y justicia y Slytherin, ambición y astucia —respondió Cassian mirando a los tres niños.
—¿En qué casa os seleccionaron? —más preguntas, esta vez era de Sophia.
—Tus padres eran de Slytherin, Daphne, vuestra madre —dijo Cassian mirando a sus hijos por lo último dicho—. Era una Ravenclaw como yo, aunque siempre dije que era valiente como una Gryffindor.
Evette y Azriel se miraron sonriendo por ese recuerdo de su madre, apenas estuvieron con ella, murió a los 25 años.
Cassian se levantó y trajo consigo un anillo plateado el cuál se lo acercó a Evette.
—No es un regalo, es algo que las mujeres de la familia siempre han llevado puesto —explicó haciendo una mueca.
El padre animó a la niña a ponérselo y al hacerlo, este se tornó con un tono rojizo a lo que miró a su padre extrañada.
—¿No era plateado? ¿Por qué se volvió rojizo? —preguntó Azriel agarrando la mano de su hermana y quitándole el anillo para posteriormente ponérselo en el meñique, esta vez el anillo se puso de un color esmeralda—. No entiendo nada.
Azriel le devolvió el anillo a Evette y Sophia lo agarró poniéndoselo y también teniendo un color esmeralda, esta vez sí volvió a Evette y volvió a estar rojo.
—No tenéis edad suficiente para saber la respuesta, Evette, ten paciencia, cuando estés en tu tercer año, ven a hablar conmigo de ello y te contaré todo lo que necesites saber —sentenció Cassian serio mirando a su hija con pena.
No todo fue triste o con preguntas sobre Hogwarts, aunque los padres de Sophia no eran igual que el padre de los mellizos, toda la tarde se divirtieron juntos.
Unos días más tarde las dos familias irían al Callejón Diagon para comprar las cosas para el primer año.
—¿Por qué no vais a la tienda de varitas, mascotas y a Madame Malkin mientras nosotros os compramos las demás cosas? —comentó Christopher a lo que los niños asintieron.
—¿Dónde vamos primero? —preguntó Sophia mirando a sus amigos.
—Podemos ir a Madame Malkin, después a por la varita y por último a por la mascota —dijo Evette.
Ninguno dijo nada por lo que caminaron a Madame Malkin, cuando llegaron no había nadie todavía así que uno por uno pasaron y pagaron.
Al salir se pusieron a caminar hacia Ollivanders pero en el camino Evette se quedó mirando a una lechuza blanca y negra muy bonita y perdió a los otros dos. Caminaba deprisa y chocó con alguien y cayeron al suelo.
—Disculpa, lo siento —se disculpó Evette levantándose deprisa y extendiendo la mano.
—No te preocupes, no pasó nada —agarró su mano y se levantó, era una niña de su edad, morena, cabello medio negro y ojos grandes y cafés.
—¡Evette! Ahí estás, vamos, tenemos que irnos —exclamó Azriel agarrando a su hermana del brazo sin dejar que se presentara a la desconocida.
—¿Dónde estaba? Bueno, no importa, rubios, vamos a entrar a Ollivanders —Sophia estaba esperando en la puerta de brazos cruzados y abrió la puerta para que entraran.
—Buenas tardes, jóvenes. ¿Quién empezará? —un señor apareció subido a una escalera y las niñas señalaron a Azriel—. En un momento traigo unas.
El señor Ollivander apareció unos minutos después con unas cajas de varitas y le dio la primera al rubio.
Parece ser que esa no era la adecuada pues cuando la agitó, prendió fuego a una planta. Pero cuando le dió la segunda se sintió bien.
—Madera de espino, 20 cm, inflexible con un núcleo de pelo de cola de unicornio —describió Ollivander, la varita era café con unos tonos negros que la envolvían.
Ahora pasó Sophia y a ella le dieron una la cuál agitó y una regadera cayó mojando todo a su paso. Le dió otra y pasó lo mismo que con Azriel.
—Madera de carpe, 20 cm, flexible, con núcleo de pluma de Fénix —miró entonces a Sophia. Era una varita elegante, negra con tonos cafés.
Por último Evette agarró una e hizo que las varitas salieran disparadas, la dejó en la mesa y agarró otra pero no pasó lo mismo sino que al agitarla provocó viento que el mismo Ollivander paró de inmediato, este le dio una negra, la cuál en el mango había un color rosa palo envolviéndolo. Al agarrarla supo que esa era la varita.
—Madera de acacia, poco común, 21 cm, medianamente flexible y con núcleo de fibra de corazón de dragón —sonrió Ollivander.
Le dieron las gracias al señor y salieron de la tienda después de pagar.
—Son muy bonitas y pegan con nosotros —comentó Evette mirando la suya.
—Tienes razón, ahora vayamos a por la mascota —dijo entusiasmado Azriel.
—Hay que darse prisa, quedamos en vernos con ellos dentro de 15 minutos —Sophia se puso a correr al acabar la frase y los mellizos la siguieron.
Tardaron 10 minutos en elegir una mascota, salvo Evette que se quedó con la que vio antes. Azriel se llevó un gato azul ruso y Sophia un gato siamés.
Corrieron lo más rápido posible y llegaron a tiempo. Se fueron cada uno a su casa y allí pasaron los días que les faltaban para ir a Hogwarts.
ESTÁS LEYENDO
Mᥲᥣdιtᥲ
FanfictionEvette Marshall es una chica que tendrá que intentar llevar bien su maldición, aunque no está sola ya que tiene a su mellizo, a su amiga de la infancia y otros amigos que conoce en Hogwarts, pero no puede pedir ayuda a ninguno para deshacer la maldi...