Capítulo 25

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Snape se llevó a Evette a su casa, él estaba ocupado y no quería que Azriel apareciera con un señor desconocido, la podría haber dejado allí pero no lo hizo. Así que ella se quedó ayudándole a preparar las clases del siguiente año aunque, por petición de Dumbledore, él se encargaría de Defensa Contra las Artes Oscuras y ella tendría a otro profesor. Snape nunca había invitado a nadie a su casa pero después de saber que cada año estaba más débil, no le parecía bien dejarla sola.

Los dementores se habían unido a Voldemort. Sirius había muerto a manos de Bellatrix y de todo eso se enteró Evette en El Profeta.

Colagusano apareció unos días después, quién sabe dónde había estado, al parecer había estado viviendo con Snape desde hacía tiempo pero el profesor no se acordó y se ganó una mirada de Evette.

-¿Por qué traes a la ayudante a tu casa? Qué intentas? -preguntó Peter.

-No es de tu incumbencia y haz el favor de comportarte, se quedará hasta que empiece el curso -respondió Snape de mal humor para luego mirar a la joven.

Evette estaba alejada de ambos magos pero miraba a Peter con asco cada vez que éste la miraba. Justo en ese momento, llamaron a la puerta, Snape y Evette se miraron y él se acercó a la puerta. Delante de la casa del profesor estaban Narcissa y Bellatrix, Snape se giró hacia Evette y le hizo una señal para que subiera a su cuarto, la rubia asintió y rápidamente subió al que era su cuarto hasta que estuviera en Hogwarts. 

Snape antes de abrir la puerta vio cómo Peter miraba a Evette subir las escaleras y le empujó haciendo que le mirase.

-Ni la menciones -amenazó.

Sin dejarle hablar, abrió la puerta.

-¡Narcissa! -saludó el mago, y abrió un poco más la puerta-. ¡Qué agradable sorpresa!

-¡Hola, Severus! -repuso ella-. ¿Podemos hablar? Es urgente.

-Por supuesto.

El hombre retrocedió para dejarlas entrar en la casa.

-¡Hola, Snape! -saludó Bellatrix con un tono cortante al pasar por su lado.

-¡Hola, Bellatrix! -repuso él forzando una sonrisa.

Mientras ambas brujas pasaban a la casa y se acomodaban en el salón, Evette estaba arriba pero no en su cuarto, estaba de pie al lado de las escaleras para escuchar la conversación de aquellas personas.

-Bien, ¿en qué puedo ayudarte? -preguntó Snape sentándose en una butaca frente a las hermanas.

-Estamos... solos, ¿no? -inquirió Narcissa.

-Sí, por supuesto. Bueno, Colagusano está aquí, pero las alimañas no cuentan, ¿verdad? -Snape miró al susodicho-. Como ves, Colagusano, tenemos invitadas.

-¡Narcissa! -exclamó con voz chillona-. ¡Y Bellatrix! ¡Qué agradable..!

-Colagusano nos traerá algo de beber, si os apetece -intervino Snape-. Y luego volverá a su dormitorio.

-¡No soy tu criado! -exclamó evitando mirarle a los ojos.

-¿Ah, no? Creía que el Señor Tenebroso te había instalado aquí para que me ayudaras.

-¡Para ayudarte sí, pero no para servirte bebidas ni para limpiar tu casa!

-Vaya, Colagusano, no sabía que aspiraras a realizar tareas más peligrosas -replicó Snape-. Esto tiene fácil arreglo: hablaré con el Señor Tenebroso.

-¡Yo puedo hablar con él cuando quiera!

-Claro que sí -dijo Snape con sorna-. Pero, mientras tanto, tráenos algo de beber. Un poco de vino de elfo, por ejemplo.

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