Capítulo 12

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Pasó un año desde aquello, Azriel y Sophia fueron a vivir juntos y Evette se quedó en la casa donde crecieron, aunque su amiga no quería dejarla sola y se quedaba tiempo con ella.

Sophia se había quedado con Evette durante un mes de verano y leyó la carta que le había enviado Dumbledore.

—Evette —llamó desde abajo—. Hay una carta para ti de Dumbledore.

—No voy a leer nada —gritó desde las escaleras.

—Pues la leo yo —Sophia abrió la carta—. Dumbledore nos invita a ser ayudantes de Defensa Contra las Artes Oscuras y de Pociones.

—No voy a volver a Hogwarts —sentenció Evette yendo a la cocina.

Los elfos domésticos fueron liberados en cuanto Evette se graduó pero todos se negaron a marcharse.

—Eve —le acercó a ella—. Tienes que seguir adelante, tú querías trabajar allí, Dumbledore nos da una oportunidad para ello.

—Si voy —Evette se gira hacia Sophia—. Seguro que me pongo mal por Rowan.

Inconscientemente agarró el collar que le regaló.

—De todos modos voy a morir —añadió mordiendo un trozo de pan que había cogido antes.

—¡Evette! —exclamó Sophia cruzándose de brazos—. Eso no lo sabes, ESDRA tiene que estar unido. Pase lo que pase, ¿recuerdas?

—Mi anillo está rojo, Soph —le enseñó el anillo que llevaba puesto—. Tengo 19 años y no es que quede mucho, no creo que consiga a nadie en tan poco tiempo.

—Y por eso debes ir a Hogwarts. Allí puedes enamorarte.

—¿De un crío? —levantó una ceja mientras pellizcaba el pan.

—Hay adultos también, profesores —Sophia vio que Evette iba a replicar y levantó la mano—. También tienes cerca Hogsmeade, allí va gente adulta también.

—Si acepto ser ayudante de Pociones, ¿me dejarás en paz?

—Exacto, aunque tendrás que aguantar a Snape.

Evette asintió de mala gana y Sophia sonrió de oreja a oreja. En este año, Sophia se había vuelto más protectora y trataba de ayudar a sus amigas y novio mientras que Evette se había vuelto más seria y sin ganas de nada.

La morena le envió una carta a Dumbledore aceptando por parte de ambas y la envió.

El día tan deseado había llegado y ambas se subieron al tren para ir como cuando eran alumnas.

—Solo ha pasado un año —suspiró Evette—. Pero parece como si hubieran pasado siglos.

—Eso es porque te encerraste en casa y no querías salir ni para tomar el aire —dijo Sophia—. Mira qué pálida estás.

Dumbledore las esperaba, todos los profesores estaban allí y Evette se fijó en uno nuevo que destacaba entre los demás, a parte de que estaba alardeando.

—¿Quién es ese? —preguntó en un susurro a Sophia.

—Gilderoy Lockhart —respondió de igual manera—. ¿Vives debajo de una piedra o qué?

Evette le dio un pequeño empujón mientras se acercaban a Dumbledore.

—Me alegro de que hayáis aceptado venir —sonrió—. Vamos con los demás.

Sophia y Evette se pusieron rectas al lado de Dumbledore cuando llegaron al frente de todos los profesores.

—Señorita Williams, señorita Marshall —señaló con la mano abierta a Lockhart—. Os presento al nuevo profesor de Defensa Contra las Artes Oscuras, Gilderoy Lockhart.

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