🌹26 [PARTE I]🌹

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La vida con Iceman va viento en popa  a pesar de nuestras discusiones.

Nuestros encuentros a solas son locos, dulces y apasionados, y cuando visitamos a Yoongi, calientes y morbosos.

Taehyung me entrega a su amigo, y yo acepto, gustoso.

No hay celos.

No hay reproches.

Sólo hay sexo, juego y morbo.

Los tres hacemos un excepcional trío, y lo sabemos; disfrutamos de nuestra
sexualidad plenamente en cada
encuentro. Nada es sucio. Nada es
oscuro. Todo es locamente sensual.

Yong ho es otro cuento. El pequeño no
me lo pone fácil. Cada día que pasa lo
noto más reticente a ser amable conmigo y a nuestra felicidad.

Taehyung y yo sólo discutimos por él. Él es la fuente de nuestras peleas, y el niño parece disfrutar.

Ahora acompaño a Norbert alguna
mañana al colegio. Lo que Yong ho no sabe es que cuando Norbert arranca el auto y se va, yo observo sin ser visto. No entiendo qué ocurre. No soy capaz de comprender por qué Yong ho es el centro de las burlas de sus supuestos amigos. Lo molestan, lo empujan, y él no reacciona.

Siempre acaba en el suelo. He de poner remedio. Necesito que sonría, que tenga confianza en sí mismo, pero no sé cómo lo voy a hacer.

Una tarde, mientras estoy en mi
habitación tarareando una canción, observo a través de los cristales que vuelve a nevar.

Nieva sobre lo nevado, y eso me alegra.

¡Qué bonita que es la nieve!

Encantado con ello, voy a la habitación de juegos donde Yong ho hace deberes y abro la puerta.

—¿Te apetece jugar en la nieve?

El niño me mira y, con su habitual
gesto serio, responde:

—No.

Tiene el labio partido.

Eso me enfurece. Le cojo la barbilla y le pregunto:

—¿Quién te ha hecho esto?

El niño me mira y con mal genio
responde:

—A ti no te importa.

Antes de contestar, decido callar.

Cierro la puerta y voy en busca de
Sarah, que está en la cocina
preparando un caldo. Me acerco a ella.

—Sarah.

La mujer, secándose las manos en el
delantal, me mira.

—Dígame, joven.

—¡Aisss, Sarah, por Dios, que me
llames por mi nombre, Jungkook!

Sarah sonríe.

—Lo intento, joven, pero es difícil acostumbrarme a ello.

Comprendo que, efectivamente, debe
de ser muy difícil para ella.

—¿Hay algún trineo en la casa? —
pregunto.

La mujer lo piensa un momento.

—Sí. Recuerdo que hay uno
guardado en el garaje.

—¡Genial! —aplaudo. Y mirándola,
digo—: Necesito pedirte un favor.

—Usted dirá.

—Necesito que salgas al exterior de
la casa conmigo y juegues a tirarnos bolas.

Voyeur² +18 ᵗᵃᵉᵏᵒᵒᵏDonde viven las historias. Descúbrelo ahora