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Quince minutos después, los tres en el
Mitsubishi de Taehyung nos dirigimos hacia el polideportivo de Oberföhring.

Cuando llegamos y Taehyung para el motor del auto, Yong ho sale escopetado y desaparece. Yo miro inquieto a Taehyung, pero éste dice, cogiendo su bolsa de deporte:

—No te preocupes. Yong ho conoce el
polideportivo muy bien.

Un poco más tranquilo, le pregunto
mientras caminamos:

—¿Te has dado cuenta de cómo me mira tu sobrino?

—¿Recuerdas cómo me miraba al
principio tu sobrina? —responde Taehyung. Eso me hace sonreír, y él añade—: Yong ho es un niño. Sólo tienes que ganártelo como yo me gané a tu sobrina.

—Vale…, tienes razón. Pero no sé
por qué me da que tu sobrino es como su tío, ¡un hueso duro de roer!

Taehyung suelta una carcajada. Se para, me mira y, acercándose a mí, se agacha para estar a mi altura y murmura:

—Si no estuviera castigado, en este
mismo instante te besaría. Pondría mi
boca sobre la tuya y te devoraría los
labios con auténtico deleite. Después temetería en el auto, te arrancaría la
ropa y te haría el amor con verdadera
devoción. Pero, para mi desgracia, me
tienes castigado y sin ninguna
probabilidad de hacer nada de lo que
deseo.

Mi corazón late desbocado. Tun-
tun… Tun-tun…

¡Diosssssssssssss, cómo me ha
puesto lo que acaba de decir!, y cuando estoy dispuesto a besarlo, de pronto oigo:

—¡Jungkook! ¡Taehyung!

Miro a mi derecha y veo aparecer a Woojin y Minho con sus pequeño. Ni
que decir tiene que nos fundimos en unos efusivos abrazos.

—¿Tú también juegas al baloncesto?
—pregunto mirando a Woojin.

El divertido médico me guiña el ojo.

—Soy lo mejor que tiene este equipo
—cuchichea, y todos sonreímos.

Cuando llegamos a los vestuarios, Woojin y Minho se besan.

¡Qué lindos!

Taehyung me mira con deseo, pero no se acerca a mí.

—Ve con Min ho, cielo. Te veo
después del partido —indica antes de
desaparecer tras la puerta.

¡Dios mío, quiero que me
beseeeeeeeeeeeeeeeeeeee! Pero no.

No lo hace.

Cuando la puerta se cierra, mi cara
de tonto debe de ser tal que Min ho
pregunta:

—¿No me digas que aún lo tienes
castigado?

Como un bobo, asiento, y mi amigo
suelta una carcajada.

—Anda…, vayamos a las gradas a
animar a nuestros chicos. Por cierto, me encantan tus botas.

Sumido en mis pensamientos, sigo a
Min ho. Llegamos hasta una puerta y al abrirla ante mí aparece una bonita pista de baloncesto. Ahí está Yoonho, sentado en unas gradas amarillas jugando con su PSP.

Al vernos llegar se levanta y sin
saludarnos va directo hacia el hijo de Min ho. El pequeño le gusta. Nos sentamos, y Yong ho le pide a Min ho que le deje al niño. Él lo hace y durante unos minutos observo
cómo pone caritas para que el pequeño niño sonría.

La pista se va llenando de gente y de
pronto Yong ho le entrega el niño a su "madre" y se va y se sienta varias gradas más abajo que nosotros.

Voyeur² +18 ᵗᵃᵉᵏᵒᵒᵏDonde viven las historias. Descúbrelo ahora