Gildarts (VII)

489 9 0
                                    

GILDARTS

Ley de vida

El reencuentro con la luz no fue lo que Asahina Gildarts habría esperado, «demasiado tiempo aquí escondido» comprendió cuando las puertas de aquel lugar se abrieron.

Gildarts había pasado un año escondido bajo Otosan Uchi, la capital del imperio oriental, el único lugar con un sistema de alcantarillado habitable.

—Estas hecho un desastre —Gildarts sintió un gran consuelo de escuchar una voz amiga, la voz de Khram.

El hombre espíritu había evitado mirar a la luz que venía de la puerta pero cuando escuchó la voz de su amigo se giró para comprobar que no era una mala pasada de su mente. Delante de él estaba Khram con una armadura azul celeste y el símbolo de la grulla en el pecho.

—Tu pareces más caballeroso que otras veces —Gildarts no se había visto en meses pero suponía que después de un año sin tomar un baño o afeitarse su aspecto no debía ser el más agradable. Mientras que Khram había mejorado, estaba un poco más gordo, pero sin perder la forma física y estaba perfectamente afeitado, algo inusual en él.

Khram soltó una carcajada.

—Ahora tu eres el gato mugriento y yo el shugenja cortés, el mundo esta cada día más loco.

Gildarts se levantó y junto las manos preparado para que Khram lo encadenara.

—Por favor hazlo rápido.

El hegenyokai lo miró de arriba a abajo arqueando una ceja para después apartarle las manos de un manotazo.

—No recordaba que aquí abajo no hay noticias, y supongo que tampoco te habrás esforzado por enterarte de como le va a tus viejos amigos.

Aquello avergonzó a Gildarts, en ese año que había pasado escondido no se preocupó ni un solo instante en saber como iban las cosas en su clan ni en saber como avanzaba la salud de Khram.

—No te culpo, supongo que tendrías cosas más importantes de las que ocuparte. Akane pidió tu cabeza ¿sabes? Y se ofrecía una buena suma por ti.

—Entonces si que me sorprende que no hayas venido antes.

Khram con un rápido gesto sacó un cuchillo de sus ropas y agarró a Gildarts del cuello, dando un tajo limpio y rápido. El hombre espíritu tembló un poco ante la perspectiva de que Khram hubiese ido a por la recompensa y le hubiese rebanado el cuello, pero sus temores desaparecieron cuando vio una mata de pelo caer al suelo.

—No me gustas con barba, no te queda bien —se burló el hombre gato.

Gildarts buscó en la pequeña habitación que le había servido de escondite durante tantos meses algo de ropa o mantas que pudiese utilizar para sentarse, tal vez fuese un fugitivo pero sabía como tratar a los amigos.

—Siéntate, hablemos —le ofreció a Khram.

Khram accedió y se sentó imitando vagamente la forma de comportarse de Matutsen, algo que a Gildarts le pareció muy divertido.

—Tampoco te sienta bien actuar como Matutsen —le replicó con tono jovial.

Khram sonrió con gesto teatral e hizo como si se quitase un sombrero.

—Espero que te haya gustado mi actuación.

—Te ofrecería algo para beber pero no tengo nada aquí —reconoció Gildarts, avergonzado. Nunca había tenido visitas en aquel lugar.

Khram miró por la habitación con curiosidad, como siempre solía hacer.

—No te van muy bien las cosas Gildarts.

El legado de Rafthel I: El señor del sueñoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora