Divád (II)

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DIVÁD

Luces en la oscuridad

Había acabado una de las clases que más importancia tenían en el primer año, la de la protección donde se aprendia la teoria de conjuros como la armadura de mago o escudo, ambos conjuros que utilizando fuerzas invisibles protejian a los magos. Aunque Divád aun no había elegido especialidad, en el caso de que quisiera cogerla, ya daba la teoria de todas las escuelas de magia. Erick hacía unos pocos días que tuvo que abandonar la escuela pero Divád estaba contento, cuando la cama de Erick quedó libre su lugar lo ocupo Sarah Hellen. Los alumnos todavía estaban molestos con la chica pero Divád estaba para apoyar la en lo que fuese y todas las noches después de apagar las luces tenían largas conversaciones.

Nadie más había vuelto a ver a aquellos dos hombres que dejaron en evidencia a Sarah, pero al menos no retiraron el dinero que donaban al colegio así que la dirección no amonesto al profesor de transmutación por plantarles cara.

—Hoy los de cuarto año de ilusión daran un espectaculo en el patio ¿vendras? —Sarah no iba a ningún lugar al que no fuese Divád, eso le hacía sentir al muchacho muy importante y su rendimiento en las clases había mejorado gracias a que practicaba día a día con Sarah Hellen.

—Tengo que estudiar un poco de abjuración, es posible que elija especializarme en esa escuela. —A Divád le parecía una buena opción, se especializaría en abjuración y dejaría de lado las escuelas de evocación y nigromancia.

—Oh, venga, por favor —Sarah tiraba del brazo de Divád tratando de convencerlo, pero el chico sabía que primero tenía que hacer lo que la responsabilidad le dictaba.

—después ire, puedes ir tu mientras. —Divád sabía que Sarah no iria sin él, no quería quedarse sola ante sus compañeros, todavía no la habían perdonado y las cartas amenazadoras eran habituales, los profesores decían que hacían todo lo posible por descubrir a los culpables «es posible que tenga miedo hasta de los propios profesores».

—No. Te esperare, así podremos ir juntos.

«Juntos...», repetía Divád en su mente, esa palabra lo hacía feliz, tenía todo lo que necesitaba, realmente la suerte empezaba a sonreirle.

El joven aprendiz de mago se preguntaba que es lo que pasaría si intentase cogerle la mano a Sarah para caminar, iban juntos a todos los lugares, Sarah siempre le sonreia a él y solo a él y todos sus compañeros le preguntaban que desde cuando tenian una relación. «Quizas se enfade, pensara que quiero aprovecharme de que solo me tiene a mi», Divád era un cobarde por naturaleza y solo en arrebatos irracionales de valor tenía alguna posibilidad. Cuando llegaron a la habitación Divád y Sarah recogieron sus cosas para ponerlas en sus estantes. Divád agradecía que Sarah fuera tan ordenada como él, con Erick la mitad de la habitación estaba hecha un desastre, con Sarah todo era un oasís de orden, tranquilidad y buenos aromas.

El joven mago dedicó la tarde a estudiar abjuración mientras Sarah descansaba en la cama, Divád alternaba su atención entre el libro y la chica, que dormia placidamente.

Divád no se atrevía a mirarla demasiado tiempo cuando estaba despierta, no quería que Sarah se enterase de sus sentimientos por miedo a que lo rechazara y dejara de ser su amiga, pero cuando ella dormia Did la miraba como las plantas miran hacía el sol, procuraba no hacer ruido porque la aprendiz de maga tenía el sueño ligero y se despertaba con facilidad. Lo peor de todo era cuando Did se olvidaba de mirar el reloj de sol o era nublo y la campana retumbaba en todo el edificio, entonces Sarah se despertaba sobresaltada y lo primero que veía era la cara sonrojada de Divád, por suerte para él Sarah no se había dado cuenta de nada o al menos si lo sabía lo disimulaba bastante bien.

El legado de Rafthel I: El señor del sueñoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora