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❝Sigo siendo cazada por los recuerdos❞

❝Sigo siendo cazada por los recuerdos❞

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Ɓℓαηcα Mσяєησ

Sentí la tensión y los nervios circular mis venas en el exacto momento en el que leí el mensaje que había sido enviado a todos los ciudadanos de Marbella. ¿Otra vez?

Hace años que hacen esto y, para mí, ya comienza a ser estresante el hecho de que nuestros móviles se vean atestados de avisos de robos de coches. Debían renovar sus ideas.

García nos convocó a una junta en la sala de operaciones, siendo impulsado por la idea que había tenido el Inspector Rodríguez.

Sí, el Inspector Rodríguez.

Había pasado poco más de una semana desde que no hablábamos y, sinceramente, nunca creí que al dejar de hacerlo el vacío en mi pecho se fuera haciendo cada vez más grande. Incluso algunas noches miraba el techo por horas, intentando encontrar algún tipo de salvación en el mismo.

Lo extrañaba, y más de lo que debería. Pero no iba a estar allí viendo como salía con Miranda a pesar de mis advertencias. Como se autodestruía.

Toda la comisaría rumoreaba acerca de ellos dos. La mayoría creían que estaban juntos y los molestaban con ello.
Y el resto, que lastimosamente solo estaba conformado por Kylie, Canario, Cano y yo, intentaban convencerse que ellos no tenían nada.

A Kylie y Canario les había contado mi historia, así como lo había hecho con Lobo ‒ apodo que le había puesto a Enzo luego de una de nuestras incontables charlas ‒. Ellos comprendieron el por qué actuaba así con la pelirroja y estuvieron completamente en desacuerdo con la cercana relación que tenía con el inspector.

Y Cano, que aunque no quisiera se volvió más cercano a mí, lo hacía porque desde siempre había sentido algo por la chica. Desagradable, lo sé.

Sentí unas manos rodearme por la cintura y, sabiendo de quién se trataba, rompí en llanto en sus pecho. Él sabía que cuando estaba ausente mi cabeza se llenaba de pensamientos negativos y recuerdos, por lo que apreciaba su apoyo.

Minutos después dejó un beso en mi frente y se separó suavemente. Sus pulgares secaron mis lágrimas. Le dediqué la mejor sonrisa que podía dar en ese momento.

- Hay que ir a atrapar a toda esa gente, mi niña. ¿Crees que puedas? - preguntó en un susurro, pero que pude oír claramente.

- Tengo ganas de patear traseros. Vamos - afirmé segura, para luego comenzar a caminar hacia el garaje.

Canario sacó un patrulla y, una vez que ambos estuvimos en nuestros asiento con los cinturones de seguridad abrochados, comenzó a conducir hacia el pier. No entendía por qué, pero tampoco quería saberlo. Él sí había prestado atención a las órdenes del jefe.

𝑀𝑜𝑛𝑜𝑐ℎ𝑟𝑜𝑚𝑎𝑡𝑖𝑐 ~ 𝐺𝑟𝑒𝑐𝑜 𝑅𝑜𝑑𝑟𝑖́𝑔𝑢𝑒𝑧Donde viven las historias. Descúbrelo ahora