cap 7

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La rubia de tez morena caminaba por los pasillos de la empresa Holland, los tacones contra el mármol provocaban miedo en los empleados.
-no quiero llamadas!!y que nadie, oyeme bien, NADIE! me moleste.-se descargó con su secretaria.
Al ingresar a su oficina se encontró con su marido ocupando su lugar -lo que faltaba-pensó fastidiada.
Jeims al oirla entrar le sonrió, pero algo en su rostro le dijo a Helena que su visita no le iba a agradar.
-que sucede cariño-intento averiguar al tiempo que se acercaba hacia él con devoción fingida.
-Lena, tengo malas noticias, no sé como se lo diré a mis padres-decía con las manos en la cabeza con desespero. El corazón de la rubia se aceleró, lo único que podía importarles a los padres de su marido era la empresa....
-habla!-explotó con las manos temblorosas.
-perdí la empresa-dijo con el rostro empapado en lágrimas y saliva. Su estado era deplorable. Lena sólo se quedó mirándolo petrificada, la empresa de su padre estaba en quiebra, la de su marido ya no le pertenecía y ella había dejado al amor de su vida por algo que ya ni tenía.
Pensó que tal vez era una señal, y con eso en mente se decidió en recuperar a Alex. Si iba a ser pobre de todos modos, lo sería pero feliz.
-Lena! Lena! A donde vas?!-grito Jeims al verla salir corriendo de la oficina.
Pero ella no lo escuchaba sólo podia ver el rostro de Alex y oírla diciendo su nombre...

Alex cerro el estudio, tenía prisa por llegar a casa, últimamente se le había hecho costumbre. Todo marchaba a la perfección, esa mañana recibió la llamada de Marco, su secretario y abogado, diciéndole que la constructora Makeint, era suya. Aquella noticia le provocó regocijo, podía ver el rostro de Helena palidecer al oírlo.
Estaba de muy buen humor, esa noche cocinaria arroz con pollo, a Lisa seguramente le gustaría. Al pensar en ella sonrió de forma inconciente. Ya podía verla con su pijama de ositos esperandola en la cocina, desde que cocinaba para ella, se le hizo un ritual observar cada cosa que hacía y probar su comida cuando Alex le ofrecía la cuchara. Aunque habia mucho que no sabía de la asiática, pensó que era irrelevante ya que para ella valía mucho lo que vivían a lo que vivió en el pasado. Además ella misma tenía un sin fin de secretos, de modo que no la presionará para hablar.
Rumbo al departamento Alex compro un pequeño ramo de margaritas, al verlas supo que era el tipo de flor que a Lisa le gustaría.

En el departamento....
Lisa hablaba con su mejor amiga Angela con quien eran como hermanas desde el horfamato.
-Lis, escuchame sé que tienes miedo, pero es obvio que sientes algo por esa tal Alex. Siempre que hablamos no dejas de nombrarla. -Angela conocía a la perfección a Lisa, mucho mas que ella misma.
-pero es mujer...-la escucho decir.
-y qué con eso?! Que más da si es hombre, mujer o un unicornio! Lo que importa es lo que sientes, y por lo que escuchó te gusta.- Lisa pensaba cada palabra de su amiga.
-y si no le gustó?-pregunto temerosa.
-no pierdes nada, ya que nunca la tuviste. Animate Lisa, sólo siente. Mañana es otro día así que vive el hoy y el ahora. -Angela escuchaba la respiración de su amiga del otro lado de la línea por eso sabia que aún seguí allí.
-tengo miedo... Pero....-Lisa escucho la puerta, Alex habia llegado.-tengo que irme, si, ok. Yo tambien, si, ya te dije que yo más. Bueno adiós.
Alex al oírla, se quedó pensativa, jamás se le había pasado por la cabeza que Lisa tuviera novio. Miro las flores, ahora le pareció una estupidez comprarlas.
Lisa la miro y sonrió, pero Alex no lo hizo, sólo levanto los hombros y ella no supo interpretarlo. Agachó la cabeza y vio en las manos de la rubia un ramito de margaritas, tal vez era un regalo de su novio o novia, pensó ya que no quería dar por sentado las cosas.
Se aproximó a ella acortando las distancias y sólo entonces Alex noto que tenía un camisón lila claro hasta las rodillas y veia su cabello negro caer por su rostro de forma rebelde. Sin poder evitarlo, Alex colocó una mano en el rostro de Lisa, y con suaves caricias quitó los mechones rebeldes que allí estaban. Ante aquel contacto la pelinegra no pudo evitar cerrar los ojos. Al verla tan tranquila a su toque,  la rubia decidió arriesgarse por más, no perdía nada de todos modos. Dejo el ramo sobre una mesita y con la mano, ahora libre, la puso sobre su pequeña cintura, ante aquel contacto la sintió estremecerse. La acerco aún más, Lisa tenía las manos a los costados pero no la apartaba. La más alta colocó su cabeza en el cuello de la pelinegra, le encantaba su olor, la suavidad de su piel, la forma en que respiraba y su corazon se aceleraba...
Lisa sentía los labios de Alex en su cuello, y la sensación que provocaba la espantada por que le gustaba. Alex comenzó a hacer un sendero de dulces y castos besos, llegaba hasta el mentón de la pelinegra y regresaba hasta la oreja, allí se detenía y escuchaba su respiracion que la agitaban aun más que los besos... Sin poder aguantarlo más Lisa apoyo su cabeza en el pecho de Alex, era demasiado para ella. La rubia sonrió para si misma y abrazo el pequeño cuerpo que habia buscado cobijo en el de ella...

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