En la habitación a la que mi madre me había conducido había un grupo de personas que no conocía. Bueno, no conocía a nadie, pero esas personas no eran las que habían almorzado conmigo. Todas las caras estaban pintadas con un aire de preocupación y desesperación, como si lo peor del mundo hubiera pasado. Aunque quizás sí fuera así para algunas personas.
Había una mujer llorando en el hombro de un hombre, al que reconocí como el padre de Nicholas. Maldije en mi interior pensando que si Nicholas no estaba todavía, no tardaría en llegar. Quise preguntarle a mi madre qué había sucedido, pero ella ya no estaba a mi lado. Me acerqué a la ventana, y vi que todos los invitados se habían ido y que el jardín estaba solitario. Era incluso más bonito sin gente en él, pero algo me decía que las cosas no iban bien.
Sentí una mano en mi hombro, y al voltearme vi que era Nicholas. No quería hablarle, así que no lo hice, pero él sí.
-Creo que deberías ayudarla-dijo, refiriéndose a la mujer que lloraba junto a su padre.
- ¿Qué le sucedió?
-Los caníbales mataron a su familia.
Pensé que había oído mal, así que repetí: - ¿Los caníbales?
Mi desconcierto debe haber sido muy obvio, porque Nicholas suspiró, como cansado y me dijo:
-Deberías mostrar algo de interés en tu reino, "princesa".
Había hecho énfasis en la última palabra, como si se estuviera burlando del significado, como si yo no mereciera ser princesa.
-No es que no muestre interés-le dije, ignorando su tono sarcástico-.Es simplemente que nadie me ha explicado nada. Llegué ayer, por si no lo recuerdas.
-Cierto. -Sonrió, un poco irónicamente, y un poco recordando. -La intrépida chica americana que se esconde en los armarios.
-No es gracioso.
-Bueno, esa es la primera vez que intento hacer reir a una chica, y no lo hace.
-Si sigues con esa actitud, no será la última.
Sin darme cuenta, habíamos caminado hacia el sillón en donde la chica estaba sentada. El padre de Nicholas no estaba ahí, así que yo ocupé su lugar. Al verme, la chica se sorprendió, no creo que me haya reconocido.
-Soy Skylar-le dije, esperando que mi sonrisa no pareciera falsa.
La chica asintió, secándose las lágrimas con su campera. Luego miró a Nicholas y se ruborizó, esbozando una pequeña sonrisa. Al parecer, Nicholas le gustaba.
- ¿Quieres hablar de lo sucedido? -le pregunté, rodeándola con mis brazos.
La chica respiró con dificultad gracias a su nariz probablemente congestionada y negó con la cabeza.
-Es demasiado abrumante...-agregó, como disculpándose.
-Está bien-le contesté-.No tienes que hacerlo si no quieres. ¿Cómo es tu nombre?
Nicholas me miró, sorprendido. Como si una princesa no acostumbrara a preguntarles el nombre a los demás.
-Kale.
-Bien, Kale, lo que necesitas ahora es recostarte y beber chocolate caliente.
Vi a una de mis doncellas en la esquina de la habitación y le hice una seña para que se acercara. Hizo una reverencia, y le expliqué que debía llevar a Kale a la cocina, darle un chocolate caliente, y recostarla en alguna habitación de huéspedes.
-¿Qué estás haciendo? -me preguntó Nicholas, en cuanto la chica salió de la habitación. No parecía enojado, como lo habría estado mi madre, sino parecía desconcertado, como si eso no fuera algo de todos los días.