El viaje a Australia fue muy largo. No dormí porque simplemente no podía hacerlo. Tenía la sonrisa de Theo en mi cabeza, y no podía dejar de pensar en cómo el ejército me había encontrado, si solo se lo había contado a mi mejor amiga. A menos que alguien hubiera escuchado nuestra conversación...
Intenté desenfocar mi mente de ese tema, yo ya estaba lejos del pueblo, y estaba aproximándome al puerto en un taxi. El conductor intentaba hablar conmigo, pero yo sólo le respondía con monosílabos. No estaba de humor para hablar con extraños extranjeros.
En cuanto le pagué y me bajé, no supe qué hacer primero. Si buscar a quien Rose me había dicho, o vomitar. El olor a pescado que invadía el lugar me daba nauseas y me hacía querer irme. Pero debía llegar a casa, aunque nunca se había sentido como casa.
Caminé con mi bolso en mi hombro y el sol de las doce del mediodía dándome en la cara hasta una oficina con un cártel que decía "Atención al cliente". No sabía si con un simple nombre podría encontrar a la persona que Rose me había dicho que buscara, pero lo intenté.
Una señorita con gafas negras y cabello ondulado me recibió con una sonrisa enorme y un acento australiano, como el de todos allí.
-Buenos días-dijo, mientras esperaba que yo le dijera algo.
-Hola...yo...estoy buscando a Ken.
Me miró incrédula. - ¿Ken?
Asentí con la cabeza. Ella me pidió disculpas y fue a hablar con otra señorita de cabello rojo, que luego se acercó a mí.
- ¿Estás buscando a Ken?
Asentí.
Su cara se tornó confundida mientras yo me preguntaba quién demonios era Ken y por qué provocaba tanto disturbio.
- ¿Cuál es el apellido de esta persona? -dijo, preparándose para buscar en su computadora.
-Um...sólo Ken.
La palabra Ken estaba comenzando a perder sentido después de decirla tantas veces.
Los ojos de la señorita de pelo rojo se agrandaron, y sus cejas se levantaron. - ¿Cómo conoces a Ken?
Comenzaba a irritarme. - ¿No pueden llamarlo y ya?
La chica se sorprendió por mi agresividad, pero asintió con la cabeza y se dirigió detrás de una puerta de vidrio. Unos instantes después, se acercó a mí, con una nota en la mano.
-No esperábamos que vinieras, siempre pensamos que Ken estaba completamente loco-sonrió, mientras yo me preguntaba de qué demonios estaba hablando. -.Pero supongo que no lo estaba, después de todo. -me tendió la nota, en la que había un número.
- ¿Qué es esto?
-Ken se encuentra en la zona 4-miré el papel y, efectivamente, había una z y un 4. Luego se acercó a mi oído. -Ten cuidado, esa zona puede ser un tanto peligrosa.
Quise formular un ¿qué?, pero un guardia gordo y alto se acercó a mí.
-Te llevaré con el loco, sígueme-su voz era demasiado gruesa.
Asentí, y lo seguí, aunque no entendía por qué lo llamaban loco, y por qué todos lo conocían. A medida que íbamos caminando, el puerto se vaciaba y ya no había tanta gente. Caminaba por una especie de muelle angosto, de maderas horizontales mal barnizadas, o quizás viejas. De un costado tenía barcos, y del otro...cosas parecidas a celdas. Había personas encerradas en ellas que me miraban con ojos bien abiertos, y parecían cansados. Cansados del encierro.
El guardaespaldas se detuvo, y yo casi me choco con su espalda. Tomó una llave del bolsillo, y abrió una de las cosas parecidas a celdas. Yo no podía ver porque su espalda era demasiado grande, pero sabía que el "preso" no estaba pegado a la puerta, porque el gordo tuvo que llamarlo varias veces.