La esquina del bar de Greta estaba repleta de gente reunida en una especie de ronda circular. Se oían las voces hablar en tono alto, y a veces hasta gritos. Cuando William y yo nos acercamos, Greta se encontraba en el medio de la ronda, y un muchacho pelirrojo y lleno de pecas la sostenía del brazo. En su rostro lucía una mirada atemorizante, lo que me hizo rápidamente mirar a Greta. Hacía mucho esfuerzo por no llorar, y el brazo de donde el pelirrojo la sostenía estaba casi morado. Sin pensarlo, me metí entre la multitud e intenté separar a Greta del muchacho.
-¡Aguarda! ¡La estás lastimando!
El pelirrojo, quizás por sorpresa, la soltó de inmediato, y Greta soltó un suspiro de alivio. Inmediatamente, los murmullos comenzaron a surgir, probablemente preguntándose quién era yo.
-¿Qué sucede, Gregory? -le dijo William, colocándose entre Greta y el tal Gregory. Era más bien una pregunta retórica, que no esperaba que el pelirrojo contestara.
Alguien desde detrás gritó-: ¡La camarera es un hombre lobo! -Yo intenté localizar al portador de la voz, pero no lo conseguí.
William estaba a punto de decir algo, pero una de las muchachas que habían sido groseras con Greta se acercó. Era rubia y alta, y llevaba ropa que parecía nueva, lo que la diferenciaba del resto de los pobladores. Pensé que quizás tenía mucho dinero.
-No me parece algo conveniente que fraternices con el asesino de tu hermana, Will.
Fue como si algo se hubiera encendido en el cuerpo de Greta, porque inmediatamente se lanzó a la chica rubia y la tumbó al suelo. La rubia chillaba mientras Greta solo la observaba con furia desde una posición que la beneficiaba para darle un buen golpe en la cara. Pero no lo hizo. Se quedó echando chispas por los ojos, hasta que William la separó. Entonces sí, Greta comenzó a llorar.
-Yo no mate a Lizzie, William, lo juro. -Luego me miró, como si quisiera pedir perdón con la mirada, pero salió corriendo por un pasillo entre dos casas.
La gente comenzó a murmurar de nuevo, y William le habló a la rubia-: ¿Qué diablos te pasa? ¿Qué te ha hecho Greta?
La chica pareció desconcertada por el tono de voz que el muchacho había empleado. De todas formas, le contestó como si no hubiera sido grosero con ella.
-Solo piénsalo, amor. Hace un tiempo las muertes solo eran causadas por enfermedad. Desde que la mugrienta esa apareció, las víctimas de hombres lobos han crecido, y...
-Cállate. No soporto que seas tan estúpida-la interrumpió William-.Greta no es ninguna mugrienta, y, aunque te mueras de ganas, nunca seré tu amor.
Y sin decir nada más, corrió en la misma dirección en la que Greta había ido, probablemente para perseguirla. Yo estaba a punto de hacer lo mismo, pero una mano me sostuvo del antebrazo.
Me volteé, y Nicholas estaba allí. Sus ojos azules reflejaban preocupación. Me apartó de ese horrible rejunte de personas y habló, casi susurrando.
-¿Eres amiga de esa tal Greta?
-Te recuerdo que llegamos al pueblo ayer. Los amigos no se hacen tan rápido.
Nicholas rodó los ojos. -Bueno, pero la defendiste.
-Sí, ¿y? -No entendía cuál era el punto.
-No crees que ella sea el lobo, ¿verdad?
Suspiré. -No lo sé. Confío en ella cuando dice que no mato a la hermana de Will, pero en realidad tendría que saber más sobre el pueblo para tener una teoría.
Nicholas rió irónicamente.
-¿Qué? -le dije.
-Lo llamaste Will.