Me alejé de aquella estrecha distancia que había entre William y yo. Aunque su piel emanaba un aroma delicioso, aunque su rostro nunca se había visto más hermoso, aunque sus labios eran ese calor que necesitaba para dejar de sentir un constante frío que me congelaba hasta la sangre, no podía evitar sentir que estaba mal. No estaba segura de si era porque estaba, en cierto modo, comprometida, o porque él me había hecho tantas advertencias que comenzaba a creérmelas. O quizás tuviera que ver con lo que Nicholas me había dicho; no volvería a verlo cuando la misión terminara. Lo que no estaba dispuesta a admitir, era que quizás fuera simplemente por Nicholas. No quería que funcionara así, no quería que mi vida amorosa girara en forma de triángulo, pero no podía evitarlo. Me odiaba a mí misma por siquiera pensar en Nicholas cuando Theo tendría que ser el único en mi vida. Pero si a eso le sumaba el hecho de que acababa de besar a Will, entonces ya no sabía qué hacer con mi autoestima. Yo no era así, no solía tener novios y tampoco solían gustarme muchos chicos. Mucho menos gustarme muchos chicos a la vez. Intenté convencerme a mí misma que era solo porque Eyre era una ciudad, un país, un mundo, totalmente diferente. Y cuando caí en cuenta de dónde estaba, los adoquines grises de la calle y la lluvia, también gris, eran parte de mi paisaje. Ni siquiera me molestaba estar empapándome, lo único que cabía en mi mente era la sensación de paz y tranquilidad que había sentido al besar a William. Además de pensar que era muy bueno besando, pero eso era otra historia. Y lo peor no era eso, si no que en el segundo en el que nuestros labios ya no estaban unidos por el pegamento de la pasión, Nicholas había aparecido en mi mente como un virus en una computadora.
Y se había quedado allí, cuando tendría que estar pensando en William solamente, y no tendría que estar sintiéndome del modo en el que me sentía; patética.
-Estás aquí para descubrir qué sucede con el pueblo de Eyre-me repetí a mí misma tantas veces hasta que las palabras comenzaban a perder su sentido. Seguí caminando, a pesar de que las precipitaciones del cielo aumentaban cada vez más. Una espesa niebla amenazaba con rellenar la vista de todos, así que prácticamente caminaba ciega. Y supongo que todos en Eyre padecían lo mismo, porque unos segundos después, un conjunto de masa chocó conmigo.
Ya en el suelo, a centímetros de mí, la reconocí como Greta. No sé cuál era la expresión en mi rostro, pero de seguro era extraña. Rio al verme y me preguntaba si me pasaba algo.
¿Que si me pasa algo? ¡Eres una bruja! Quise decir, pero solo salió-: No, no, estoy bien.
Sonrió, ayudándome a levantar. -Me alegro. -Al ver que no le quitaba la mirada de encima, su rostro cambió; una sombra de tristeza le atravesó los ojos, y no pude evitar sentirme mal por ella. -Es por William, ¿verdad? Y por Nicholas. Crees que te estoy robando a tus chicos.
-¿Qué? -exclamé, más asombrada de la expresión "tus chicos" que de lo que en realidad estaba diciendo, que era una tontería. No estaba celosa, por lo menos no en ese momento.
-Tranquila, estoy segura de que solo yo lo noté.
Pues claro que sí. De todos modos, intenté suavizar la situación. -No, estás...equivocada. Puedes tenerlos si quieres.
-Oh, no los quiero. Sé que suena raro, pero aunque he besado a William, y lo digo porque nos has visto, no lo quiero. Quizás pienses que soy una...
-No-la interrumpí-.Nunca pensaría eso de ti. Además, -agregué, arrepintiéndome al segundo-yo también lo he besado. Recién. Y no estoy segura de quererlo.
Ella largó una carcajada, pero no de burla, sino de ese tipo de risas amistosas. -No tienes que mentirme, se nota.
-¿Qué cosa?