Prólogo

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¿Has visto a los ojos reír?

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¿Has visto a los ojos reír?
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———Liosha———

Pienso y pienso, pero nunca llegó a ningún lugar. No llegó a una conclusión de la cuál no pueda desconfiar.

¿Qué sucede cuando las cosas que te gustan ya no te hacen feliz? 

Mi padre me odia y mi madre solo me tolera, siempre se queda callada cuando él me insulta y me recuerda lo miserable que es mi existencia... aunque eso ya lo sé.

Me pregunto como fue que pasé de ser el hijo perfecto a ser la basura de persona sin futuro que hoy les acompaña a tomar el café de la mañana.

Eso es lo que yo les pregunto a ellos. Pero claro,  invalidar los sentimientos es un deporte que exige disciplina, porque soy muy joven para conocer el verdadero dolor y golpes de la vida. Luego creo estar de acuerdo con ellos, creo que exagero, hasta que me duele el pecho, la cabeza me da vueltas y las manos me tiemblan.

Y si no es dolor de verdad...
 ¿Por qué duele?

[22:22 pm]

Es hora de dormir.

Dormir, ese momento en el que cierras los ojos, tu cuerpo se relaja y ni si quiera te das cuenta cuando caes en los brazos de Morfeo.
Entras en un sueño profundo en el que si tienes suerte no hay pesadillas.

Solo oscuridad y sueños.

No pienso en problemas, trabajo, pendientes, planes. Todo lo malo desaparece.

Solo descanso.

Siempre que voy a la cama, tengo el deseo de, dormir profundamente y no despertar...

Nunca jamás.

Pero tengo la vida tan jodida, tan hecha una reverenda mierda, que eso nunca sucederá.

No es tan fácil.

Es algo de lo que yo me tengo que encargar.

Y he llegado aquí.

Al borde de un puente...

Literalmente.

Al límite.

Dicen que las personas que se suicidan son unas cobardes, porque no fueron lo suficientemente valientes para sobrellevar sus problemas y esperar "lo bueno de la vida". Pero no saben lo difícil que es atentar contra uno mismo, es de valientes tomar un cuchillo y clavártelo en el pecho, es de valientes tomar un buen puño de pastillas para dormir y tomártelas todas sabiendo que no volverás a despertar por el daño irreversible que tiene, es de valientes consumirte un veneno mortal...

Y es de valientes, herirse así mismo sabiendo que dolerá hasta el alma.

Estoy parado en el borde pensando en todo lo que pude haber hecho diferente para no llegar a estas circunstancias. Sin embargo, ya es tarde, no vale la pena preocuparse.

No hay metas, sueños, ni razones para seguir aquí.

Ni personas.

Ni motivos.

Miró abajo, el río corre sereno.

Ojala esto sea rápido.

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— ¡Hey! ¡Octavio! ¡Vuelve aquí!

— ¡Woaf! ¡Woaf!

— ¡Perro menso! ¡No me dejes!

Salgo de mis pensamientos y veo a un perro labrador adulto detrás de mi, moviendo la cola feliz. Ese momento en el que te das cuenta que un perro se la vive mejor que tú.

¿Tan jodido estoy como para envidiar a un animal?

Que estúpido.

— ¡Octavio no me dejes! — una pequeña chica corre hacia el perro. Se ve agitada y trae un bastón en mano.

El perro le espera sentado feliz en medio del puente. Sin embargo, me doy cuenta que la chica trae las agujetas desatadas.

— ¡Pinche perro ya te escuche! — se tropieza y cae de rodillas. — ¡Auch!

Bueno creo que no será hoy. No me voy a suicidar enfrente de una pequeña. Es un mal ejemplo. 

Me bajo del borde del puente de un salto y me dirijo a ayudarla.

— ¡Hey! — me pongo enfrente de ella y le ofrezco mi mano.

Levanta su rostro y se gira a todos lados. Después de unos segundos sonríe y toma mi mano torpemente.

— Gracias — se sacude la tierra de su falda tableada.

Veo sus ojos con atención.

Son negros.

Y tiene los ojos perdidos.

Los ojos perdidos mas lindos que he visto.

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Los tqm.

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Dark Red ||RSMX||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora