Capítulo 18

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Lluvia de nieve.

Los copos caen sin detenerse, ¿Cuál es el sentido de sufrirlos cuando podemos admirarlos? Arden en la piel si te tocan mucho tiempo, pero siempre puedes correr

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Los copos caen sin detenerse, ¿Cuál es el sentido de sufrirlos cuando podemos admirarlos? Arden en la piel si te tocan mucho tiempo, pero siempre puedes correr.

El frío del metal en sus muñecas la estaba quemando, sus brazos tensos de cargar con cierto peso de su cuerpo, apenas podía mantener a su mente alerta con el impetuoso impulso de su corazón latiente y aferrado.

Sus ojos inhibidos con un trozo de tela gruesa, al igual que su boca.

Iba rumbo a casa de nuevo, con la bolsa llena de verduras frescas para cocinar en compañía de su futuro marido. En una esquina todo cambio. ¿Los vegetales serían una huella de su ahora ausencia?

Justo cuando sus latidos parecían acelerarse, el estruendo de una puerta la puso alerta. Voces, pisadas, alientos, anunciaban presencia. Su piel no pudo evitar erizarse, podría hacerlo fácil, resignarse a morir y esperar lo peor.

— Señorita Shin.

Entonces al fin pudo recobrar la visión y reconocer el rostro de quien la tenía cautiva.

Para Mr. Dunkel, el rostro de la japonesa era una bella obra de arte de la edad media. No quería borrar la imagen de su mente. La piel pálida de la mujer se había enrojecido por la presión que los trozos de tela habían hecho, sin embargo, sus ojos claros brillaban entre tanta oscuridad.

— Maximilian Müller...— pronunció la mujer en un suspiro.

— Me reconoce, me siento importante.

Intentando conectar todo e ignorando el resto de los rufianes que los rodeaba, su primer impulso fue intentar liberarse de las cadenas donde su ser colgaba. Olvidó que era imposible. Maximilian se rio burlón, como si le pidiera su rendición.

— Ibeke Müller... no podría pasar desapercibida a una alumna ejemplar.

Yoonah luchaba contra el miedo para poder responder. Se preguntaba: ¿Mi capacidad emocional sería suficiente?

— Ibeke contiene un tipo de alcurnia, al igual que Kang, Korolev, Smith y Yang...

El hombre frente a ella sonrío de manera malévola, estaba a punto de conocer la misión de aquel rostro perfilado en la oscuridad.

— Puedes saber de la alcurnia, y sé que sabes de plebeyos como Torres Salazar...

Entonces Yoonah confirmó que su hipótesis era correcta, la pistola en su garganta era el punto final de su vida.

— Háblame de Mariel Torres, para ser exactos, ¿en dónde está? ¿a quien es cercano?

Las lágrimas en su rostro anunciaron su lealtad.

— ¿Por qué te interesas en una plebeya?

— Deberías preguntar que es lo que ganarás, yo te diré...—recargó el arma de fuego— Vivirás.

— ¿A costa de otra vida?

— Tu muerte también me sería grata. Si mueres, Eleazar sacará a su pequeño tulipán de donde sea que le haya ocultado. Tu funeral será el perfecto punto de reencuentro. Incluso antes de que lleguen.

Si el final sería el mismo, ¿Qué caso tenía callar?

No tendría caso si Mariel no le importara.

Pero Shin Yoonah ve a Mariel como algo más que una alumna. Era como una hija a la que instruyó y le dió las herramientas necesarias para que su ceguera no le resultara un impedimento en su camino.

En ambos escenarios, su propia muerte le daría el tiempo suficiente a Mariel de escapar. Solo confiaba en la astucia e inteligencia de Eleazar.

Y con todo el amor que tenia en su alma, dictó su final.

— Mátame. 







































¡BANG!

Marr 🌊

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Marr 🌊

Dark Red ||RSMX||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora