Capitulo 3

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Tulipán de otoño.

Tulipán de otoño

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———Mariel———

Las respiraciones agitadas y la penumbra mental que nos envolvía eran menos acuciantes que volver al mismo escenario.

Liosha cubriendome con su cuerpo, su chamarra brindándome calor. Yo solo abrazaba a Octavio sobre la motocicleta.

De repente recuerdo las sensaciones de lo sucedido y me hundo en Liosha para olvidar todo y fundirme en su coraza por un momento.

Siento como suspira.

—Tranquila—me dice—. Olvidemoslo.

Frunzo el ceño.

El dice eso, creyendo que es lo mejor; sin embargo, mi cuerpo insiste en ahogarme en la esencia de lo sucedido.

Yo caminaba guiada por Octavio, confiada, tranquila. Pasar desapercibida tiene sus ventajas, existes para ti, le dedicas tiempo a tu mundo y juegas con tu mente.

Los ladridos de Octavio me pusieron alerta, lo sentí, y corrimos, mis piernas se llenaron de la necesidad de huir.

El sonido de sus pasos detrás de nosotros me invadió de terror. Octa intentó aumentar la velocidad, pero yo no soy tan veloz como un perro. La correa pegó en mi mano avisándome de que se había roto y los brazos de mi agresor me atraparon.

Patalee, grité, luché.

Sin embargo, los esfuerzos de una chica ciega de quince años son inútiles. Aquel tipo me triplicaba la fuerza y poder.
Me sometió y comenzó a tocarme, a intentar acariciarme.

Estaba asqueada, yo grité hasta que su mano me quitó la voz. Su palma pegó contra mis labios provocando cierta irritación en mi piel.

Y sentí a otra persona. Esa persona me liberó, aunque mi cuerpo se bloqueó por completo. Permanecí encogida, pegada a la pared, hasta que mis instintos reaccionaron a su voz y a sus pasos.

Le reconocí.

Sabía que era Liosha.

Aunque había algo diferente, confíe en él, pues se escuchaba seguro y determinado.

El motor comenzó a bajar su intensidad, habíamos llegado. Está vez no me dormí, se bajó primero, tomó a Octavio y luego a mi, se asegura de que mis pies toquen el suelo.

Sonreí.

Él solto un quejido. Su cuerpo permaneció rígido hasta que me soltó.

—¿Te duele algo?

—No estoy seguro...—respondió tembloroso.

Extendí mi mano para que colocará la suya. Me entendió, su palma me resultaba fría comparada con su pecho, el que me brindaba calor.

Dark Red ||RSMX||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora