"Algo malo está a punto de pasarme.
No sé que es, pero lo siento venir.
Solo espero que ella no se manche de rojo sangre."
Después de un suceso traumático, Rusia se pierde en si mismo dentro de la culpa palpitante. Esto lo lleva al filo de un puente...
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¿Lo escuchas? ¿Acaso no es la misma melodía? El cuento que te deja la nariz sangrando.
Viernes 27 de diciembre.
Las mañanas eran cálidamente frescas en las orillas de Riceville. En cambio, las noches te incitaban a dormir a lado de la chimenea.
El chocolate caliente acompañaba una amena charla. Catalella narraba algunas historias sobre la pequeña Mariel, desde las más graciosas hasta las más tiernas, ella se reía a carcajadas a nada de tirar su chocolate encima. Antes de que el reloj marcara las once de la noche, una vez que Morfeo comenzó a rondar sobre los jóvenes, estos subieron a sus habitaciones.
Para Liosha la noche se pintaba tan irreal, a unos minutos de que el número imaginario de su cabeza aumentara una cifra sin sentir que cambiara algo exponencial dentro de él. Simplemente sabía que estaba vibrando en el aire ligero de la vida, con un plan y una hermosa flor a su lado.
¿Qué necesita?
Hoy la Luna menguante ocultaba su sonrisa junto a su luz, anunciando un nuevo inicio. Los minutos van a paso de tortuga, casi sin ganas.
11:49 pm.
Entonces su teléfono comenzó a vibrar. Frunció en entrecejo cuando vio el nombre, era Eleazar. Contesto con un nudo en su corazón.
— ¿Señor?
— ¡Liosha! ¿En dónde estás?
La voz de Eleazar inquietó a Liosha.
— En la cabaña, en la habitación.
— ¿Mariel?
— En su cuarto, con Octavio. Señor ¿Qué sucede?
— La señorita Shin, Liosha. Ella ha sido encontrada muerta esta mañana.
El mutismo se tornó frío, catapultante.
—Liosha, iré por ustedes mañana por la tarde... le diré a Cata también, pero...
—¿La llevará al funeral? — irrumpió el joven.
Espero en el mutismo antes de una respuesta.
— En realidad, no sé qué hacer.
Permaneció en silencio, él tampoco tenía idea de como deberían actuar ante esa situación.
—No le digas nada aún.
—No le diré nada aún.
"Cuando estás cerca de una flor todo el tiempo, la marchitas, y en algún momento, querrás arrancarla y llevarla contigo, pero morirá".
