Capítulo 26

85 18 30
                                    

——— Rojo ———

La melodía que se repite, que nunca se acaba en los corazones que duelen y las almas que extrañan

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

La melodía que se repite, que nunca se acaba en los corazones que duelen y las almas que extrañan. Suena con la nota Do, un juego con Fa y culmina con Mi.

Las unidades policíacas terminaron por dispersarse de forma inevitable, como lo planeó Maximillian y como nunca lo previó Eleazar, pero donde el "capricho" logró cambiar ambos caminos. Casi al salir de la zona exclusiva, Dante tuvo que frenar de forma agresiva para evitar atropellar a un transeúnte, o bueno, no precisamente un transeúnte.

Eleazar sabía de quién se trataba.

— Ese hijo de puta.

— ¡A sus órdenes Sheriff!

En sueños de imágenes que no encuentro.

Liosha se escabullía con agilidad entre los ductos, veía el movimiento continuo de los subordinados, pensó que se tratarían de cuatro niveles, máximo. Las manos denotaban la ira y a la vez la precisión con la cual ahora actuaba, podía apostar que no era Liosha quien tenía el control.

Tercer piso, sus ojos se aterrorizaron, estaba repleto de camas con sábanas blancas cercadas por barandales dorados. La mitad era ocupada por niñas que no rebasaban los catorce años, desnudas, portando muñequeras y tobilleras de oro, encadenadas a los mismos barrotes dorados.

Avanzó con rapidez, el sitio estaba casi vacío, en su corazón acuchillaba la idea de que Mariel no estuviese en el salón, que ya hubiese sido transportada lejos de él. No la encontró, sus estribos a punto de explotar tan solo detenido por la esperanza de que la pudiese hallar en el último piso.

Miró su reloj, se acercaba al número cuatro.

Cayó en la trampa tendida para él, el cazador que mató al cachorro del lobo.

Pudo admirar a Mariel a través de la rejilla que los separaban, de la misma manera en la que había visto al resto de las flores que conformaban el jardín. Sentada sobre sus rodillas en el suelo con las muñequeras y tobilleras encadenadas, sus ojos desorbitados y brillantes como el primer día en que la vió y su piel erizada del miedo, de desconcierto.

Mr. Dunkel detrás de ella, en espera de una señal divina. Sin embargo, no tardó en dirigirse a Mariel para tomarla del mentón y pintar sus labios con un intenso lipstick rojo.

"El color que corre por mis venas resaltando en sus labios, rojo oscuro que incita, rojo oscuro que asesina; oscuro terrible y es la noche quien baila, el rojo intenso que provocó que la Luna sangrara."

Iba a matarlo, a sabiendas de que todo era una red hecha para él con nulas esperanzas de salir vistorioso.

— Ardes en furia— Mr. Dunkel habló alejándose tres pasos de Mariel—. Puedo sentirlo...

Dark Red ||RSMX||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora