Capítulo 11. Si solo fueras mío.

202 41 24
                                    

"-No sabes lo que dices hermano-reclamó Ahmet. El faraón daba grandes zancadas por la enorme sala del trono. Por su voz y su postura, era más que evidente su enfado.

-Aléjate de él Ahmet, tu enlace con Sitre es inminente-ordenó con un tono demasiado frio parándose delante de su hermano que lo miraba con los ojos muy abiertos.

-Aunque me aleje, jamás dejaré de amarle-añadió Ahmet exponiendo su corazón a su hermano. Este negó con la cabeza.

-¿Y qué harás? ¿Tener un amante en la corte mientras tu esposa es repudiada de tu alcoba? Es un futuro sacerdote de Amón, si se enteran de ello jamás será perdonado y querrán desterrarlo-aclaró intentando hacer recapacitar al joven.

-No me importa Ramsés, yo lo protegeré, soy un príncipe de Egipto, el señor de todo esto, acaso tu crees que nadie va a osar meterse conmigo-justificó como si aquello pudiese salvarlo...como si aquello pudiese salvarlos.

-¡Eres tan insensato! ¿Y Sitre? ¡¿Qué pasa con ella?!-gritó el faraón caminando amenazante hacia Ahmet que se quedó impasible y no se movió de su sitio.

-Por todos los dioses, Sitre es mi amiga y procuraré por ella. Será una esposa cuidada y querida de cara a la sociedad-se justificó. Tocó levemente su piel por encima de su corazón y lo sintió alborotado en su pecho.

-Meryatum...-advirtió su hermano. Aquella advertencia resonó por toda la sala del trono. -Has de tener hijos, tras la muerte de nuestro hermano Masud y si me pasase algo a mi, tu serías el siguiente sucesor y faraón de Egipto-añadió. Como si Ahmet no lo supiese, ya lo había pensado y aunque adoraba a Sitre tenía claro que no era así como la quería.

Ahmet se mareó y por un segundo su hermano se volvió un borrón en el espacio. -Solo acéptalo, Kadid es mi vida, la vida que yo he elegido y siempre será así-reiteró con debilidad. Cada vez que lo repetía parecía más real en su cuerpo, Kadid era su vida, su vida no impuesta, la que él quería y con quien compartía un vínculo fuerte y hermoso que parecía no poder romperse por nada.

-Pues no lo acepto hermano y me temo que no lo aceptaré-sentenció el faraón con resignación mientras le daba la espalda a su hermano que respiraba un poco acelerado.

-No puedes...-Ahmet tosió con fuerza agarrándose el pecho mientras Ramsés subía la escalinata hacia el trono dorado y se sentaba con desgana. -Da igual...necesito descansar-se excusó el príncipe intentando acabar con aquel sinsentido.

-Retírate-ordenó el faraón con un movimiento desinteresado de la mano. Lo observó marchar sin decir nada más y se frotó pellizcó el puente de la nariz con desesperación.

-Escriba...¡Ramoset!-gritó escuchando el propio eco de su voz. Un hombre bajito y casi encorvado entró a la sala con un vaso de tinta y un rollo de pergamino. -Hoy escribiremos sobre mi hermano-dijo firmemente.

El joven príncipe caminó despacio por los pasillos del enorme palacio tambaleándose con un punzante dolor de cabeza y se desplomó con un quejido contra la pared. Contempló el sol por la ventana y apretó los ojos cuando una sirvienta se acercó a él preocupada.

-¿Majestad estáis bien?-preguntó con dulzura intentando mirarlo a los ojos.

-Istair, si, gracias, solo estoy agotado-dijo él en un murmullo. Pensó un segundo en Kadid y en su encuentro de aquel día. -¿Podrías hacerme un favor y acompañarme a mis aposentos? Tengo una tarea que encomendarte-pidió el chico mirando los ojos de ella agrandarse.

Whispers in the Sand// YoonminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora