***Toco la puerta dos veces con mis nudillos. Papá me había mandado a llamar con mamá y sabía que estaba encerrado en su oficina.
-Adelante-. Le escuche decir y abrí la puerta despacio.
Papá estaba sentado tras su escritorio y sobre éste habían varios documentos y un libro abierto. La enorme biblioteca atestada de libros en la pared de fondo era lo que más resaltaba de ese lugar.
-¿Me necesitabas?-. Pregunte sonriente.
No se si todas las hijas vemos así a nuestro padre, pero para mi él había sido la persona más importante en mi vida, mi modelo a seguir.
Papá extendió su mano invitándome a tomar asiento frente a él y así lo hice.
-¿Que tal estás princesa?-. Pregunto con voz suave.
-Bien papi, estaba estudiando, tengo final de química en dos días-.
Él sonríe. -Esa es mi niña, inteligente como su padre-.
Esas palabras me hicieron inflar el pecho llena de orgullo. Papá es abogado y, aunque yo quería estudiar medicina, sabía que tenía que llegar a ser como él, la mejor en lo que hacía.
-Princesa, hay algo de lo que quiero hablarte-. Me dijo de repente poniéndose serio.
Tuve un mal presentimiento, pero me limité a asentir.
-Se trata de ese noviecito tuyo-. Esa palabra, "noviecito", hizo que sintiera que un frío me recorrió la espalda. -No puedes seguir viéndolo-. Uso ese tono que solía usar cuando algo estaba fuera de discusión.
Juan Pablo había entrado hacia un año a mi colegio y desde entonces habíamos estado saliendo, pero apenas hacía una semana, en mi fiesta de cumpleaños dieciséis, se lo había presentado formalmente a mi familia como mi novio.
-¿Q-que?-. Parpadeé varias veces tratando de espabilarme, quizá había escuchado mal.
-Es un vago y te prohíbo que lo vuelvas a ver-.
<<Te prohíbo>>. Esas dos palabras hicieron eco en mi cabeza.
Papá nunca antes me había prohibido algo. De hecho, en casa siempre se había promulgado la libre toma de decisiones, por eso Cristian se había ido a Canada a estudiar Negocios internacionales, pese a que en el país habían universidades con muy buen perfil para esa carrera. Fue su decisión y papá lo apoyo.
Lo vi buscar algo dentro del cajón superior del escritorio pero yo no lograba decir nada, tenia la mente en blanco, estaba estupefacta. Papá dejo un manojo de hojas sobre el escritorio, les dio vuelta y las deslizo hacia mi. Mi mirada recayó en los documentos y vi que se trataba de informes escolares, pero que no eran míos porque mis calificaciones eran sobresalientes y las notas del que tenía en frente eran pésimas. Entonces mire el encabezado: Juan Pablo Avendaño Ramírez.
Levante la mirada y papá me estaba mirando con una ceja arqueada.
-¿Que haces tú con los boletines de calificaciones de Juan Pablo?-. Le pregunte llena de ira porque sabía que se había valido del hecho de que mi tío fuera el dueño del colegio para extraer esa información.
-Ese no es el punto...-.
-Exactamente ese es el punto-. Le interrumpí. Papá me miro con una mezcla de asombro y enojo. -Tu no tienes el derecho a estar revisando las calificaciones de Juan Pablo-.
-Por supuesto que tengo el derecho, eres mi hija y ese es un vago que se la pasa de fiesta en fiesta. Lo han sacado de tres colegios, Lorena, de tres, ¡porque no iba a clases!-. Me levanto la voz.
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SIEMPRE HAS SIDO TU
RomanceLorena Montenegro regresa al país tras un auto exilio de seis años. Bueno... Ella estaba estudiando, pero también huyendo de Él. Juan Pablo Avendaño había conseguido lo que siempre quiso: ser un cantante de talla internacional. Ahora lo tenia todo...