Estoy intentando dormir pero no puedo pegar un ojo y no es culpa del jet lag, es que tengo la cabeza más enredada que un nido de pájaro.
Aquí, en el confort de mi cama y respirando la paz que envuelve la finca de mis abuelos, he dejado la rabia que traía contra Alberto a un lado y me he concentrado en lo realmente importante: La Lola. Obviamente no me aprendí la canción apenas la escuché, pero volví a escucharla en el vídeo que me mando Cris. La repetí unas cinco veces y en todas me emocioné igual. No puedo negar que esa canción es una declaración de amor abierta, pero tampoco puedo olvidarme de una verdad aplastante: yo estoy a punto de casarme y él tiene novia.
¿En que momento mi vida se ha convertido en este drama?.
<<En el instante en que puse un pie en ese avión de regreso>>.
Y la verdad es que, aunque en algún momento me arrepentí de venir, ahora ya no estoy tan segura. Parece que todo ese resentimiento que sentía hacia Juan Pablo se ha ido diluyendo a pasos agigantados, y sería una hipócrita conmigo misma si niego que me he llegado a plantear la idea de mandar todo al demonio y ver que pasa entre los dos. Pero por otro lado está Ian, él se ha portado muy bien conmigo y no creo que sea justo que le haga daño.
¡Ahhhhhh!, no se que hacer.
Doy media vuelta y me quedo boca abajo con la almohada sobre la cabeza. Como quisiera tener un hueco en el suelo para meter la cabeza cual avestruz y no volverla a sacar de ahí nunca.
En medio del silencio de la madrugada escucho el sonido de un mensaje entrante en mi celular. Gruño molesta porque estoy segura que es Ian ya que en Londres deben ser las nueve o diez de la mañana y lo último que quiero hacer es hablar con él. Decido ignorarlo, ¿como se le ocurre escribirme a esta hora?, ¿es que se olvidó de la diferencia de horarios? o ¿acaso piensa que no duermo?.
¡Ahhhh! no, no duermo. Y no es por su culpa.
<<Carajo>>.
El teléfono vuelve a sonar, dos veces más, una tras otra y el mal genio se apodera de mi. Me siento en la cama y tomo el bendito teléfono dispuesta a escribirle un mensaje de vuelta para decirle que me deje en paz, pero cuando veo la pantalla los mensajes son de un número desconocido.
La abuela Adela decía que la curiosidad mató al gato, pero no me resisto y abro el chat.
De: número desconocido, 3:26 am.
"Lola, perdón. No quería que terminara así la noche. No se que le paso a Georgiana, ella sabía que yo no la amaba, nunca le dije lo contrario, siempre fui sincero con ella"
Vuelvo a leer el mensaje. ¿Como obtuvo mi número de teléfono?.
Voy a leer el siguiente.
De: número desconocido, 3:33 am.
"Lola, de verdad, discúlpame"
Respiro profundo pero no puedo evitar sonreír. Esta loco.
Y voy a leer el último mensaje.
De: número desconocido, 3:34 am.
"Esta bien, ya se que estás enojada. Lo siento. Hablamos luego"
Miro el encabezado del chat y está en línea. Lo primero que hago es guardar su número como Juan Pablo, nada de cosas cursis, además yo siempre le he dicho así. Luego empiezo a teclear.
"No estoy molesta contigo. No tendría porque"
Un segundo después aparece "escribiendo" debajo de su nombre y me quedo ahí, atenta a su mensaje.
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SIEMPRE HAS SIDO TU
RomanceLorena Montenegro regresa al país tras un auto exilio de seis años. Bueno... Ella estaba estudiando, pero también huyendo de Él. Juan Pablo Avendaño había conseguido lo que siempre quiso: ser un cantante de talla internacional. Ahora lo tenia todo...