Capitulo 32

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La mesa está envuelta en risas debido a las ocurrencias de Sebas. Hace un par de noches la vio gris teniendo que escapar por el patio trasero de la casa de una de sus conquistas porque el "marido" llegó de improviso. Lo malo fue que el perro del marido por poco y cobra venganza por su amo.

-A ver si dejas de ser un pipí loco-. Vero se carcajea y obvio los demás la seguimos.

-Que puedo hacer hermosa, las mujeres son mi debilidad-. Le responde levantando su copa de vino y guiñándole un ojo.

-Y van a ser tu perdición-. Le dice Camila seria.

-Oye-. Vero se inclina hacia mi para hablarme en confidencia. -¿Quien es esa mujer que se está comiendo a tu hombre con la mirada?-.

Sigo la mirada de mi amiga y veo a la misma mujer del día anterior con la mirada fija en Juan Pablo.

-No se-. Susurro. -Él parece no conocerla, pero ella no hace más que mirarlo dese que llegamos-.

-Maldita-. Vero la mira con odio y la mujer rueda los ojos en sus cuencas volviendo la mirada al frente.

-No le prestes atención-. Me encojo de hombros y ambas regresamos nuestra atención a la mesa.

Juan Pablo toma mi mano y la levanta para darle un beso en los nudillos y sigue charlando como si nada.

Al terminar de comer todos estamos entusiasmados por ir a bailar, entonces Juan Pablo levanta la mano para llamar al mesero y cuando esté se acerca con la cuenta el lleva su mano al bolsillo de su pantalón pero no saca nada.

-Póngalo en mi cuenta, suite presidencial-. Le dice al hombre.

-Con mucho gusto señor-. Responde el camarero alejándose.

-Lola he dejado la cartera en la habitación-. Me dice en voz baja cuando ya todos nos hemos puesto de pie. -Voy por ella, no me gusta dejar mis cosas por ahí-. Me da un beso en la mejilla y empieza a alejarse pero lo detengo tomándolo de la mano.

-Voy contigo-. Ofrezco. Él niega con la cabeza para después apuntar con un movimiento de la misma al grupo que ya va saliendo del restaurante.

-Ve con ellos Lola, en un momento estoy con ustedes-. Me guiña un ojo y yo le sonrío para después asentir e ir tras el grupo.

Mi abuela Adela le llamaba "un pálpito", hay quienes le dicen "presentimiento", yo no se como decirle, solo se que cuando atravesamos juntos la puerta del restaurante pero cada uno tomó un camino diferente, sentí que una especie de vacío, entremezclado con una sensación de angustia se instaló en mi pecho. Por eso dejo de caminar junto al grupo que va bullicioso hacia la discoteca y volteó a mirar hacia atrás. La sensación de malestar o desasosiego que tengo en el pecho se incrementa cuando veo que aquella mujer que no hace otra cosa mas que mirar a Juan Pablo cuando estamos cerca, sale del restaurante y toma el mismo camino que él.

-¿Que pasa Lore?-. Escucho la voz de Verónica pero no soy capaz de quitar la mirada del camino por donde se ha ido esa mujer.

-Nada, adelántense, en un momento los alcanzo-. Digo, empezando a caminar en la misma dirección en la que se han ido Juan Pablo y esa mujer.

Con cada paso que doy mi ritmo cardiaco de acelera y en mi cabeza no hago más que rogar porque simplemente esté siendo una exagerada y esté viendo cosas donde no las hay.

Paso junto a la piscina y miro hacia todas partes pero no hay rastros de Juan Pablo ni de esa mujer. Entro al hotel y de nuevo escaneo el lugar con la mirada pero nada, no los encuentro, así que decido tomar el camino a nuestra suite. En el camino sigo buscándolos con la mirada, y estoy a punto de burlarme de mi misma por ser una paranoica cuando los veo. Se que son ellos porque reconozco los tatuajes del brazo de Juan Pablo y el descarado vestido dorado de la mujer. Están en una de las terrazas del hotel, las manos de él están en la cintura de ella y los brazos de esa maldita están enredados en el cuello de Juan Pablo; y se están besando.

SIEMPRE HAS SIDO TUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora