-Has el favor de ir a cambiarte-. Dice Juan Pablo serio.
Me quedo mirándolo sin poder creer lo que han escuchado mis oídos. Luego miro hacia abajo y repaso mi atuendo. Opte por una minifalda de color blanco, una blusa negra ajustada con mangas largas y escote bandeja bien pronunciado tanto adelante como atrás, que combine con unas sandalias doradas de tacón alto, accesorios y bolso también dorados. Deje mi cabello suelto y me puse poco maquillaje, como siempre.
-P-Pero...-. Estoy dispuesta a defender mi atuendo. Se que el escote es bastante pronunciado, pero no es vulgar.
Juan Pablo suelta una carcajada y yo suelto el aire que estaba reteniendo.
Se acerca a mi con su actitud de seductor y me toma de la cadera acercándome.
-Mamasita-. Dice con ganas. -Voy a ser la envidia de todos, pero no voy a poder concentrarme-. Me da un beso en la parte expuesta de mi clavícula. -Hueles delicioso-. Pasea su nariz por mi cuello e inclino la cabeza a un lado para darle mejor acceso.
Un carraspeo nos interrumpe. Miro hacia atrás y es el idiota de Alberto.
-Es hora-. Anuncia dirigiéndose a la salida.
-No lo soporto-. Le digo a Juan Pablo. Él se ríe.
-Lo se, pero gracias a su impertinencia nos deshicimos de Georgiana-. <<Bueno, eso si>>. -Él no la soportaba, siempre me ha dicho que es una trepadora-.
-¿Y que dice de mi?-. Las palabras salen de mi boca sin que le ponga filtro, pero la verdad es que me tiene sin cuidado lo que piense ese infame hombre de mi.
-Te adora. Dice que eres mi musa-.
Me quedo sin palabras. Creo que podría perdonar a Alberto; quizá dentro de poco.
El concierto es al aire libre. Han puesto un gran escenario en la playa y han cercado los alrededores para garantizar la seguridad. Nos quedamos dentro del auto hasta que sea el momento de iniciar el show y Juan Pablo no se va a cambiar de atuendo durante todo el concierto. Por lo que el Jean azul claro y la camiseta blanca sin mangas debajo del saco negro satinado será con lo que abra y cierre el show. Luce muy sexy, y las gafas de lentes en color verde muy claro que tiene puestas son la cereza del pastel.
Afuera se escucha un bullicio de temer a pesar de estar al aire libre.
-Te aman-. Le digo mirando a través de la ventanilla, aunque los vidrios tintados y la oscuridad de la noche no me permitan ver mucho.
-Puede que suene mal pero a mi sólo me importa que me ames tu-. Asegura y me quedo mirándolo a los ojos.
Los hombres de seguridad están afuera del auto, por lo que estamos solos.
-Te amo Juan Pablo Avendaño Ramírez, que no te quepa la menor duda-. Le digo, sosteniéndole la mirada y sin ningún atisbo de duda.
Sus ojos brillan y me sonríe de medio lado, con esa sonrisa pícara y coqueta que me mata la razón. Luego suspira y se acerca tomándome el rostro con ambas manos.
-Ahora si puedo morirme en paz-. Murmura sobre mis labios.
Me rio por lo exagerado que es, pero su boca se acerca a la mía y dejo de reír para besarlo como nunca antes. Su mano va a mi pierna y empieza a ascender desde la rodilla, la caricia es suave pero hace que los vellos de la nuca y brazos se me ericen, y cuando sus dedos empiezan a desviarse hacia la parte media de mi muslo mi respiración se hace errática. Pero no lo detengo, ni loca que estuviera para hacerlo.
-Señor-. Es la voz de Joseph. Nos separamos mirándonos fijamente. Es una mirada que guarda una promesa. -Es hora señor-. Insiste el jefe de seguridad.
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SIEMPRE HAS SIDO TU
RomanceLorena Montenegro regresa al país tras un auto exilio de seis años. Bueno... Ella estaba estudiando, pero también huyendo de Él. Juan Pablo Avendaño había conseguido lo que siempre quiso: ser un cantante de talla internacional. Ahora lo tenia todo...