Odio madrugar, siempre lo he hecho, pero igual que cuando estaba estudiando, cuando suena la alarma la apago y me levanto.
<<Hoy es el primer día del resto de mi vida>>. Me conformo con ese pensamiento y me dirijo al baño.
Tomo una ducha, me visto, guardo las últimas cosas en la maleta y bajo al lobby del hotel para cancelar la cuenta y hacer el check out, mientras tanto me tomo un café negro que obtuve de la máquina de café del lobby.
A las cinco en punto un auto toca la bocina frente a la puerta principal del hotel y al asomarme me doy cuenta que se trata del auto de Mao. Arrastro mis maletas a la salida y Mauricio las recibe para meterlas en el baúl del auto.
-¿Segura de lo que estás haciendo?-. Pregunta Vero cuando la saludo con un abrazo.
-Segura-. Pero eso no sonó seguro ni siquiera para mi misma.
-Los demás nos verán en el aeropuerto-. Me informa cuando ya he subido a la parte trasera del auto.
-¿Van a ir todos?-. Pregunto desconcertada porque ya nos hemos despedido la noche anterior y es muy temprano para ir al aeropuerto.
-Por supuesto, ¿que creíste, que te librarías de todos tan fácil como la última vez?-. Ignoro eso último porque se que está dolida.
El auto empieza a salir de la ciudad y en lo único en lo que puedo pensar es en cuantas veces he estado en un aeropuerto el último mes. Parece una broma de mal gusto.
He visto a Verónica mirar insistentemente el teléfono en su mano pero intento ignorar ese detalle, hasta que Mauricio dice: -Amor, siento el auto extraño-. Se estaciona a un lado de la carretera, abre el capo y se baja.
-Espera aquí-. Dice Vero antes de bajarse también.
Miro la hora en mi reloj y aún falta media hora para el momento en el que debo presentarme en la sala de abordaje. Pasan unos cinco minutos y ninguno de los dos viene a decir que pasa, ademas el capo sigue levantado y no logro verlos gracias a esto.
<<No se atreverían, ¿ o si?>>.
Llevo mi mano a la manija de la puerta y respiro profundo cuando esta se abre. Casi me rio de mi misma al pensar que me habían dejado encerrada aquí.
Bajo del auto y lo rodeo para encontrar a Verónica y Mauricio discutiendo en susurros.
<<Aquí pasa algo>>.
-¿Que le sucede al auto Mauricio?-. Ambos se sobresaltan al oír mi voz. <<Sospechoso>>.
-C-creo... que se recalentó-. Balbucea. Mauricio siempre fue perverso para decir mentiras.
Me llevo una mano a la cintura y enarco una ceja intentando parecerme a Verónica porque se que así lo intimido.
-Mauricio, es un BMW del año-. Incluso zapateo y todo.
-Yo... ¡Ahhhhh!, arréglatelas tu-. Le dice a Verónica levantando los brazos y dejándolos caer pesadamente para darnos la espalda y alejarse.
Vero suelta una carcajada.
-Bebe, te dejas intimidar muy fácil-. Niega pareciendo decepcionada y luego me enfrenta. -Esta bien, no queremos que te vayas-. Dice así no mas, como si estuviera diciendo que va a llover.
-Verónica, me voy a ir y lo sabes, así que o me llevan al aeropuerto o me voy aunque sea caminando-. Miro el camino y falta poco para llegar. Seguro consigo quien me lleve con auto stop.
Ellos se miran entre sí y suspiran para después cerrar el capo del carro y regresar al interior.
El resto del camino lo hacemos en silencio, aunque Verónica sigue mirando con insistencia el bendito teléfono, lo que me da mala espina, sin embargo no hay más contratiempos reales o inventados y por suerte llegamos diez minutos antes de la hora indicada. Ahí afuera están Sebastián, Diego, Catherine y Camila. Todos deciden entrar conmigo para acompañarme mientras paso a la sala de abordaje.
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SIEMPRE HAS SIDO TU
RomanceLorena Montenegro regresa al país tras un auto exilio de seis años. Bueno... Ella estaba estudiando, pero también huyendo de Él. Juan Pablo Avendaño había conseguido lo que siempre quiso: ser un cantante de talla internacional. Ahora lo tenia todo...